Patatas Vallucas: ‘Lo que más nos interesa es que nos conozcan’
Ferias: El escaparate de los productos artesanales
Sacar partido a los recursos que la naturaleza pone a disposición del hombre es una de las formas más eficaces de hacer negocio en el medio rural. El empresario cántabro David Fernández decidió hacer lo propio con las patatas de Valderredible, únicas por su sabor y sus propiedades organolépticas, después de quedarse sin trabajo en la construcción.
No han pasado ni dos años desde que el dueño de Patatas Vallucas inauguró su fábrica de 240 m2 en Villanueva de la Nía y ya ha logrado una expansión sin precedentes. Al principio, sus bolsas de patatas procesadas se vendían en su nave y en establecimientos de Valderredible, Aguilar de Campoo y Reinosa. Ahora, se pueden encontrar en comercios de la costa cántabra, grandes superficies como Eroski o Carrefour, supermercados como BM y en tiendas de alimentación gourmet de Madrid, Barcelona, Granada, Murcia, Valencia y Santiago de Compostela.
Buena parte de su estrategia comercial pasa por tener presencia en ferias de alimentación. Hasta ahora, la empresa ha acudido a 30. En las regionales, su objetivo es vender bolsas y conseguir más visibilidad de cara al consumidor final, mientras que en las nacionales e internacionales se centra en obtener contactos de distribución. “Hacemos nuestro propio estudio de mercado y lo que más nos interesa es que nos conozcan”, reconoce.
En algunas ocasiones, los contactos que hacen en las ferias son muy productivos y ahora mismo se encuentran en negociaciones con una distribuidora de Madrid y otra de Barcelona. No obstante, matiza que el recorrido que hay que hacer para llegar a este tipo de acuerdos empresariales es largo y puede tardarse cerca de un año en rubricar un contrato.
A él le gusta acudir personalmente a las ferias de alimentación e implicarse a fondo tanto en la venta del producto como en los preparativos del stand, desde que se coloca a primera hora de la mañana hasta que se recoge.
Siempre destaca que su proceso de fritura alcanza los cuatro minutos de duración, a diferencia de lo que ocurre con las patatas fritas de corte más industrial. Esa lentitud es la que permite que el aceite se mantenga en condiciones óptimas durante mucho más tiempo y se evite la aparición de la acrilamida que acompaña la cocción a altas temperaturas. “Es uno de los secretos de nuestra receta”, confiesa.