‘No tiene ni pies ni cabeza que uno de los países con más paro diese la espalda a la FP’
Francisco Fernández Mañanes, consejero de Educación:
Pregunta: La ambición de todas las familias españolas de los años 70 y 80 era que sus hijos fuesen universitarios, un objetivo que se cumplió para muchas de ellas. Esa polarización contribuyó a reducir el interés por la FP pero, una vez comprobado que los universitarios no tienen más empleabilidad ni se aseguran mejores sueldos, da la impresión de que está volviendo la vista a la FP.
Francisco Fernández-Mañanes. –Sin duda alguna, es una salida tan buena o mejor, y no es una salida de segunda categoría. La OCDE tiene una tasa de matriculación del 25%, frente al 12% de España. Si hay un dato que nos separa nítidamente de los países desarrollados del planeta es precisamente la baja matriculación de formación profesional, y este es un problema terrible para las oportunidades del alumnado, para la productividad del país y para la empleabilidad, precisamente en uno de los países de la OCDE con más paro juvenil. Esto no tiene ni pies ni cabeza. Y es verdad que en Cantabria tenemos la tasa bruta de graduación en FP más alta de España, y una de las más altas en matriculación. Tenemos la tercera oferta de FP a distancia más amplia del país, más que Madrid o Andalucía. Por tanto, hay un esfuerzo extraordinario en ofrecer una oferta de formación profesional que se adecúen a las necesidades e intereses de nuestro alumnado. Hemos dado pasos de gigante, pero queremos ser mucho más ambiciosos y mirar a nuestro entorno; ver lo que está ocurriendo en Centroeuropa, donde la formación profesional es un pilar fundamental del sistema educativo y del sistema productivo. Y debemos aspirar a eso mismo.
La Universidad había sido un hito imposible para muchos ciudadanos y pasó a ser el anhelo colectivo de la clase trabajadora que sus hijos pudieran ir a la Universidad, sobre todo con la generalización de las becas en los años 80. Que, con un título de licenciado, sus hijos pudieran alcanzar las mayores cotas sociales y de prosperidad. Esto nos ha llevado a tener una tasa de graduados universitarios por encima de la media europea y de la OCDE. Ahí el problema de España es por exceso.
A partir de ahí se produjo una cierta percepción social de que la FP era una salida subsidiaria, para aquellos que no podían ser capaces de alcanzar las exigencias académicas de la Universidad, y esa falta de prestigio de la FP nos ha llevado a que no haya sido valorada socialmente, aunque creo que esa percepción está revirtiendo.
¿Pero realmente tienen más salidas?
–Ahora sabemos que los alumnos de FP pueden insertarse mucho más rápidamente en el mercado laboral que los de la Universidad, entre otras cosas, porque la duración de los estudios es exactamente la mitad (en dos años están en disposición de entrar en el mercado de trabajo). En segundo lugar, la amplia oferta de FP hace que se ajuste de manera más precisa a los intereses y vocaciones del alumnado, y eso genera muchas menos frustraciones. La tasa de inserción también es notablemente mayor y, además, se dan muchísimas menos situaciones de subempleo que en el ámbito universitario.
Ha sido muy común, dada la extraordinaria oferta de titulados universitarios, que muchos de ellos hayan acabado desarrollando trabajos cuyas funciones están muy por debajo de sus capacidades. Esto no ocurre en la FP donde el puesto de trabajo normalmente se ajusta mucho mejor a las capacidades profesionales y la titulación. Por tanto, el grado de identificación de ese trabajador con el puesto es muchísimo mayor, y el grado de satisfacción también, porque es el trabajo para el que se ha preparado, sobre el que tiene todas las destrezas. Y como la FP es flexible, además, no impide seguir prolongando los estudios. De la FP de Grado Medio podemos seguir a la Superior. De la Superior a la universitaria. Es más, tenemos un sistema de convalidaciones de algunos de los módulos. Por tanto, es una de las apuestas más inteligentes.
Las empresas estaban satisfechas de la FP dual. Sin embargo, Cantabria ha impuesto una política muy restrictiva en este terreno, para evitar abusos, que limita la FP dual a las grandes empresas.
–La primera experiencia piloto de FP dual se hizo en el País Vasco y Cantabria se sumó a esa experiencia de forma inmediata. Sin embargo, en este momento estamos en unos números raquíticos. ¿Qué ha ocurrido entre medio? Algunos pleitos, algunas multas de la Inspección de Trabajo, algunos desencuentros con los empresarios y una definición de la FP dual que la hacía poco atractiva para el profesorado y para el alumnado, en el sentido de que establecía una duración de tres años, frente a la ordinaria, de dos años. Era difícil que los alumnos, sobre todo los de aquellos ciclos donde hay una gran inserción, aceptasen esperar un año, solo porque en la FP dual les paguen una pequeña cantidad de dinero.
Lo que hemos hecho ha sido modificar la orden que regula la FP para permitir que el programa pueda estar entre dos años y tres, en función del contexto, la titulación determinada y el sector productivo. Esto va a ser mucho más atractivo para el alumnado, que se podrá titular al tiempo que sus compañeros que no hacen la FP dual.
El segundo cambio es flexibilizar los criterios para que puedan participar más empresas. Construir un sistema al margen de las necesidades y los intereses del tejido empresarial está condenado al fracaso y, como todos sabemos el tamaño medio de nuestras empresas, lo que hemos hecho ha sido reducir el criterio de que en ese servicio haya al menos cinco empleados a tres, y de esta manera estamos seguros de que vamos a ampliar la base de empresas que se pueden incorporar a este programa.
El tercer cambio ha sido establecer la retribución que debe recibir el alumnado, al menos el 80% del SMI, evidentemente en proporción al tiempo de trabajo efectivo. Y lo cuarto, en colaboración con CEOE y Cepyme, reuniones con todos los gremios para presentarles esta nueva regulación.
Las empresas lo están recibiendo de muy buen grado, se están acogiendo cada vez más, y estamos esperanzados en impulsar esta FP que parte de una premisa muy elemental: en tiempos en que los cambios tecnológicos son tan acelerados, es muy difícil que el sistema educativo pueda tener los medios tecnológicos que tienen las empresas, que están sometidas a un mercado feroz.
Cantabria siempre tuvo una gran tradición de aprendices industriales, y esa cultura contribuyó a crear un tejido industrial más grande y más sólido que en otras regiones. La FP tenía la obligación de mantener esa cultura industrial, pero da la impresión de que en algunos momentos flojeó en su aportación de una mano de obra cualificada para las empresas locales, por el escaso interés que despertaba o por falta de adaptación al mercado, y que ahora la está recuperando. ¿Qué se hace desde la Consejería para comprender las necesidades laborales de las empresas y para atenderlas?
–En primer lugar, tenemos un Consejo de Formación Profesional donde están las empresas, el Servicio Cántabro de Empleo, la Consejería de Educación y los sindicatos más representativos de la región. Ahí los empresarios nos demandan nuevas titulaciones formativas o que adaptemos currículos de otras que han quedado desfasados por los avances tecnológicos. Ahora hemos revisado los currículos de automoción para introducir todo lo que se refiere al motor eléctrico, que es un nicho de actividad real. Solo tenemos que ir a cualquier ciudad importante para ver que buena parte de la movilidad urbana se está produciendo a través de vehículos eléctricos de todo tipo. Es así como vamos ajustando nuestro mapa de FP.
Paralelamente, tenemos que justificar cualquier implantación de un nuevo título con un estudio sobre su empleabilidad, de forma que entendamos que esa inversión, que supone contratar nuevo profesorado y comprar maquinaría para darle la máxima calidad a ese alumnado va a surtir un efecto positivo en el mercado de trabajo.
La automatización de procesos en las industrias crea la convicción de que muchos trabajos manuales desaparecerán a corto o medio plazo. En cambio, aparecerán otros que ahora desconocemos y, por tanto, no es sencillo ofrecer esa formación. ¿Cómo se puede planificar la FP ante un futuro laboral tan impreciso?
–Algunos autores ya apuntan a que quizá entre el 30 y 40% de las profesiones que hoy conocemos puedan llegar a desaparecer en dos décadas. Son pronósticos que quizá no se lleguen a cumplir, pero todos somos conscientes de que estamos asistiendo a una transición extraordinaria en lo que se refiere al mundo trabajo y al mundo tecnológico. Por tanto, somos conscientes que requerimos de un sistema lo más flexible posible, porque no sabemos exactamente a qué nos vamos a enfrentar o qué nos va a requerir el mercado de trabajo en las próximas décadas.
Los ciclos formativos están estructurados en módulos que permiten ir alcanzando, por separado, certificados de profesionalidad. Esto hace que haya un vaso comunicante entre la formación para el empleo, que es la que ofrecen los servicios de empleo públicos, y la formación reglada, de forma que tú puedes ir haciendo un currículo sin necesariamente hacer un ciclo. No es necesario matricularse en todos los módulos, en todas las asignaturas, sino que uno puede matricularse de manera parcial.
Esa posibilidad, combinada con la oferta profesional presencial (la que se imparte en los centros educativos, de 30 horas a la semana) y la oferta profesional a distancia da lugar a un sistema muy flexible. Por ejemplo, yo no tengo por qué estudiar necesariamente todo un ciclo de peluquería si lo que quiero es dedicarme al arreglo de las uñas. Tengo un módulo profesional que precisamente se ocupa de eso con el que puedo obtener una certificación profesional que me acredita con un nivel de cualificación.
La universidad está poniendo mucho empeño en fomentar el emprendimiento. ¿Qué se hace en la FP para estimularlo entre sus alumnos, teniendo en cuenta que, tradicionalmente, los oficios han sido el origen de muchas empresas que las promovidas por titulados universitarios?
– En la FP trabajamos algunas competencias transversales que entendemos que van a ser imprescindibles, como el trabajo en equipo o el emprendimiento. Entendemos que servirán para lo que nosotros llamamos el aprendizaje a lo largo de la vida, la formación permanente. Algo a lo que nos debemos de acostumbrar, porque lo que sí parece claro es que a lo largo de nuestra vida nos vamos a tener que recualificar y reespecializar. En definitiva, vamos a tener muchas transiciones laborales y en todas ellas, es muy probable que nos pidan habilidades sociales, de relación, de trabajo en equipo, empatía, análisis y resolución de problemas y sobre todo, de emprendimiento.
Cuando hablamos de emprendimiento no sólo hablamos de un caso exitoso, de tengo una idea y la transformo en un proyecto de empresa, en un modelo negocio sostenible. Eso es muy importante, pero tan importante como eso es que cada trabajador sea capaz de aportar ideas que transformen y que innoven dentro de su empresa. Eso le va a cualificar como un trabajador imprescindible, que aporta un gran valor añadido a su organización empresarial. Todos conocemos muchos trabajadores por cuenta ajena que son unos magníficos emprendedores, esenciales para una organización productiva por lo que aportan en términos de innovación.
¿La Consejería qué hace? En primer lugar, todos los alumnos tienen que cursar una asignatura que se llama ‘Empresa e Iniciativa Emprendedora’ que concluye además con la presentación de su proyecto de empresa, en equipo. La metodología les obliga a participar de manera colectiva en la generación de una idea de negocio. Los alumnos de grado superior tienen que defender a final de ciclo –como hacen los universitarios– un proyecto de fin de grado. En muchos casos, son proyectos de emprendimiento. La Consejería de Educación convoca cada año un concurso de proyectos de emprendimiento colaborativo para el desarrollo de proyectos de constitución de empresas de economía social para impulsar iniciativas empresariales.
¿La oferta de FP es suficientemente variada? ¿Está prevista ampliarla?
– Este año hemos incorporado siete nuevas titulaciones. Tenemos 108 títulos que están integrados en 22 familias profesionales y 262 ciclos formativos. Evidentemente, hay títulos que se imparten en más de un centro educativo, por eso hay más ciclos formativos que títulos. Somos la tercera comunidad autónoma en oferta profesional a distancia. En las tasas de escolarización de grado medio tenemos el 44,7% frente al 37,6% nacional, algo de siete puntos de diferencia. Somos los terceros de España en matrículas de grado medio y los primeros en titulación. En grado superior estamos en el 43,4% frente al 36,4% de España… Si observamos los datos en conjunto, somos los primeros de España.
Una de las dos nuevas titulaciones que hemos puesto en marcha este año es la de técnico en actividades ecuestres (es la primera de España) y se ha llenado. Ha tenido una demanda extraordinaria.
También ha tenido mucho interés el de técnico superior de acondicionamiento físico, porque uno de los cambios sociales más significativos es el incremento de la actividad deportiva entre los ciudadanos. Por cierto, en este sentido tenemos pendiente en el Parlamento de Cantabria una ley que va a regular las profesiones deportivas en Cantabria. Somos de las pocas comunidades autónomas donde no se exigen ninguna titulación especial para ser técnico de un club o para dirigir un gimnasio.