Un Gobierno continuista, con menos peso político y con más presencia del PRC

Revilla compensa a algunos históricos y Zuloaga no mantiene ni siquiera a los consejeros que le apoyaron

El PRC se ha convertido en una maquinaria de poder muy bien engrasada en Cantabria. Nunca pudo imaginar ser la primera fuerza en diputados y alcaldes, pero sigue siendo extraordinariamente dependiente de Revilla. El PSOE tiene marca pero le faltan votos. Para mantener la tesis de que Gorostiaga y Tezanos habían contribuido al liderazgo de Revilla con sus pactos, el actual secretario general podía haber dejado a su partido fuera del Gobierno, pero no pactar hubiese significado quedarse sin los votos y sin el poder. El PP, por su parte, conserva la marca pero se ha quedado sin poder. Todo ello da lugar a una legislatura en apariencia continuista, pero en la que los tres partidos principales se juegan internamente su futuro.


Quizá por esa sensación de que lo realmente importante se va a cocer en el interior de los partidos, mientras que las políticas de las consejerías van a ser meramente continuistas, el nuevo Gobierno ha generado poca expectación, a pesar de que solo repite un consejero de los que tomaron posesión hace cuatro años. Hay una consejería más y llega Pablo Zuloaga, el nuevo secretario general de los socialistas, que se ha quitado de encima a todos los consejeros que había nombrado su partido en la etapa anterior, incluidos los que él mismo había puesto o ratificado. Por su parte, el PRC presenta dos caras nuevas y otras dos que casi lo son, porque tomaron posesión hace solo unos meses. Solo Francisco Martín, al frente de Industria, se ha convertido en un clásico.

La gran incógnita de la legislatura es saber cómo se entenderán el presidente, Miguel Ángel Revilla (PRC), y el vicepresidente y consejero de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte, Pablo Zuloaga (PSOE)

Ningún Gobierno PRC-PSOE tuvo tantas novedades y ninguno ha suscitado tan poca curiosidad, quizá por ausencia de pesos pesados de la política, que sí tenían los anteriores (De la Sierra, Díaz Tezanos, Ramón Ruiz…). Si las bases del PSOE pensaron después del último congreso que había llegado su hora, a estas alturas ya serán conscientes de que seguirán teniendo que esperar, porque Zuloaga ha preferido los perfiles técnicos para las consejerías y probablemente hará lo mismo con el resto de altos cargos.

El PSOE jubila a todos los históricos

El PRC, por su parte, está dando cancha a una generación que estaba atascada (la de Pedro Hernando, Rosa Valdés o Guillermo Blanco) y tiene huecos de sobra para dar a todos ellos más proyección política. En el PSOE, a pesar de que pierde muchos cargos con respecto a la anterior legislatura, el gran vacío de cuadros hace que no resulten tan sencillas las sustituciones.

Zuloaga ha tenido que hacer varios ofrecimientos de la consejería de Sanidad hasta que ha encontrado quien la aceptase, y ha decidido no introducir en el Gobierno perfiles políticos de peso. Lo mismo ha ocurrido en la lista al Parlamento regional, donde ni siquiera ha conservado a los afectos, hasta el punto de que ninguno de los diputados socialistas llega con experiencia previa. Una carencia que se dejará notar cuando tengan que intervenir en los debates para defender al Gobierno y que va a ser aún más notable en el Congreso de los Diputados, donde ha enviado a tres neófitos, que tendrán que lidiar en comisiones parlamentarias muy conflictivas, dado que el Gobierno de Pedro Sánchez está en una minoría muy precaria y los parlamentarios de la oposición tienen muchas escamas políticas.

El PSOE se desprende de una tacada de Eva Díaz Tezanos, Dolores Gorostiaga, Ramón Ruiz, Rosa Inés García, Miguel Ángel Palacio e incluso de los que apostaron por Zuloaga, como Juanjo Sota, Francisco Mañanes o Luisa Real, lo que supone amortizar tres décadas de socialismo en Cantabria, incluido el sector crítico, representado por Mañanes, que le disputó a Gorostiaga uno de los congresos y a punto estuvo de ganárselo.

El PRC, en cambio, ha optado por sumar y ha resarcido algunas deudas históricas, al compensar a Guillermo Blanco y a Marina Lombó por los servicios prestados durante muchos años. Le queda por resolver la deuda moral y política que tiene con Marcano, que no podrá pagar hasta que se solvente la última de las causas judiciales que pendían sobre el exconsejero, y que probablemente se sustanciará con la creación de una gran fundación, aunque ya no podrá ser de índole cultural, porque esta competencia ha recaído en Zuloaga, una cesión que no ha sentado bien en el entorno de Marcano.

El delfinato

El equipo socialista del Gobierno, en el que desaparecen las figuras históricas. De izquierda a derecha, María Sánchez, Pablo Zuloaga, Ana Belén Álvarez y Miguel Rodríguez.

En el PRC empieza a aflorar un nuevo juego de poder, el del delfinato de Revilla. Todos son conscientes de que el líder carismático y eterno ha entrado en su última legislatura y muchos se posicionan para esa sucesión, que sigue estando muy abierta. En clave interna, era decisivo saber quién impondría a su candidato para ocupar el puesto que dejaba Guillermo Blanco –nuevo consejero de Desarrollo Rural– como jefe de gabinete de Revilla. Puede parecer una pieza menor, pero no lo es. No resultaba una sustitución fácil, porque la fontanería siempre es una tarea delicada y en este caso muy ardua, porque Revilla puede requerir a su jefe de gabinete a las 7.00 de la mañana para ir a hacerle una foto en un amanecer en Liencres y arrastrarle a lo largo del día por media región y por un puñado de actos. Un ritmo que aguanta él, a los 76 años, pero pocos más.

Ha sido la consejera de Presidencia, Paula Fernández, la que se ha llevado el gato al agua, al aceptar Revilla al candidato que le proponía para el puesto, el concejal de Bárcena Ramón Basurto, pero no es fácil presumir si éste tendrá la influencia sobre el presidente que ha tenido Guillermo Blanco o no.

En las consejerías, el PRC ha preferido no tocar ni una coma en lo que se refiere a altos cargos, después de haberse cobrado del PSOE las piezas que pretendía: Sodercan, para Francisco Martín; Mare y Medio Ambiente para Blanco. El resto ha sido un pequeño ajuste, el paso de Turismo a Educación, un lugar donde Eva Bartolomé se siente más a gusto y donde ahora tendrá al frente de Cantur a un hombre con el que se entenderá mejor, Bernardo Colsa.

El salto de consejería de las grandes empresas públicas sí que conlleva cambios de nombres. Al frente de Sodercan, Martín pondrá a Antonio Bocanegra, hasta ahora director de Sican, pero aún no puede descartarse que vuelva a la fórmula binaria del pasado, convirtiéndole en consejero delegado y manteniendo a Icíar Amorrortu como directora general.

Las consejerías socialistas pierden peso

La cuota de poder del PSOE parecía más que suficiente tras la negociación de un pacto en el que entraba con ánimo de perdedor y salía con un rictus de victoria, al conservar cuatro consejerías. Pero la realidad es que no tienen los mismos contenidos que tenían las de la pasada legislatura. Pierde Educación, un sector que ha sido la auténtica cantera de dirigentes socialistas; todas las competencias en medio ambiente y ordenación del territorio y el control de las empresas públicas Sodercan y Mare.

Las consejerías que va a gobernar (Economía y Hacienda; Sanidad; Empleo y Política Social; y Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte) no tienen un perfil público significativo y, buscado o no, el único foco mediático será el de Zuloaga, que ha diseñado una consejería donde lucirse y no ser salpicado por los conflictos, después de valorar inicialmente la posibilidad de asumir competencias más conflictivas, como Empleo.

Queda por ver si el nuevo consejero de Sanidad, MIguel Rodríguez, que sí tiene perfil político, lo significará en su nuevo cargo, donde los problemas de índole material suelen acabar tapando los discursos ideológicos. Cada 1 de enero, el consejero ya sabe que no contará con dinero suficiente para acabar el año y eso crea una presión muy alta, la misma que tendrá la nueva consejera de Hacienda para rebañar partidas en otras consejerías a mitad de ejercicio y procurárselo a su compañero, porque nadie imagina la posibilidad de que el personal sanitario se quede sin la nómina de diciembre.

El abrazo emocionado de Revilla a su nuevo consejero de Desarrollo Rural, Guillermo Blanco, demuestra la estrecha conexión con quien ha sido su jefe de gabinete tantos años. Un puesto muy influyente y más de cara a tejer la sucesión del líder regionalista.

A esa incomodidad vital que acompaña al cargo se añaden las reclamaciones salariales permanentes, sobre todo del Sindicato Médico, que convierten este sillón en una auténtica silla eléctrica.

A pesar de las muchas caras nuevas, en todo el proceso de formación del Gobierno ha suscitado más curiosidad saber cómo se entenderán Revilla y Zuloaga que los nombres de quienes ocuparían las carteras. En la toma de posesión, Revilla ya advirtió con toda claridad que no admitiría la existencia de dos gobiernos en uno, y eso indirectamente significa que no habrá más protagonismos que el suyo. Para los que reclamaban un cambio de dirigentes socialistas, uno de los reproches era el que las dos últimas secretarias generales no habían sabido imponer su perfil en el Gobierno y habían quedado eclipsadas por Revilla. No le será fácil a Zuloaga evitarlo sin desafiar a su aliado. Si no lo hace, sabe que quizá no mantenga su condición de líder del PSC-PSOE dentro de cuatro años y si lo hace es posible que no conserve el puesto en el Gobierno, porque Revilla, a pesar de ser poco amigo de los cambios, sabe que podría romper el pacto y gobernar en minoría, especialmente en los últimos años de legislatura, cuando le bastaría con prorrogar los Presupuestos.

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