Carmen Saiz, consultora: ‘Los empresarios se merecen todo nuestro respeto’
Acaba de abandonar su trabajo como directiva en una tecnológica para fundar una consultora sobre procesos de gestión empresarial, Maresía Consultores. Una decisión arriesgada que es producto de su bagaje profesional y de su pasión por el coaching. En sus más de veinte años como asesora fiscal siempre pensó que tenía que ofrecer algo más a los empresarios y ahora cree que es más necesario que nunca ayudarles.
P.- ¿Cómo comenzó su andadura profesional?
R.- Mientras estudiaba lo que por entonces se denominaba Empresas o Empresariales ya trabajaba en empresas de familiares, que tenían una consultoría de ingenieros y una firma de patentes y marcas. Nada más acabar la carrera, me incorporé a HFC y allí estuve más de veinte años trabajando en el asesoramiento fiscal para autónomos y pymes.
P.- ¿Qué recuerdo guarda de esa época?
R.- La mayor enseñanza de aquella etapa es la importancia de respetar al empresario, por su capacidad para superar las crisis y reinventarse. A pesar de lo mucho que puedan saber sobre su negocio, siempre necesitan apoyo en asuntos fiscales y mercantiles y también en la gestión, porque es imposible abarcarlo todo. Querer controlarlo todo y no delegar no es deseable ni para los empleados, que encuentran una especie de techo que les desmotiva, ni para ellos mismos, que pueden sentirse solos en su labor.
P.- Además de consultora es coach, aunque no sé si últimamente esa palabra ha perdido valor…
R.- Yo ya no suelo utilizarla porque se ha devaluado por culpa del intrusismo. Hay profesionales que creen que con una formación corta y no reglada van a poder solucionarle al empresario muchas cosas, pero no es así. Además, durante las crisis se ofrece mucha formación en esta materia y no toda es adecuada. Yo me certifiqué con AECOP, una asociación de coaching ejecutivo y organizativo, donde es obligatorio cursar una cantidad mínima de horas y haber realizado determinado número de sesiones.
P.- ¿Y qué aporta usted a los empresarios y directivos?
R.- Les facilito el cambio en su manera de hacer o en su cultura corporativa para que ellos se lo transmitan después a sus empleados. Me apasiona que vayan cambiando y que se lleven de mí cosas que les sirvan. Y es recíproco, porque yo también aprendo mucho de ellos. Lo principal del coaching es aportar técnicas para que la persona saque lo mejor de sí misma y se desarrolle al máximo mediante procesos muy personalizados. La edad y la experiencia vital ayudan, por eso los grandes coach suelen tener una larga experiencia en puestos directivos.
P.- ¿Usted también ha trabajado dentro de la empresa?
R.- Sí, tras mi experiencia en la asesoría, me ofrecieron ocuparme de la gestión, de los recursos humanos y de la dirección financiera de la tecnológica Acicatech. Fue una experiencia muy bonita porque, cuando estás dentro de una empresa, las cosas se viven de forma distinta. He estado los últimos cuatro años, y dos de ellos en medio de una pandemia que nos ha obligado a todos a hacer un master en gestión sin apuntes. Ya habíamos vivido otras crisis y ciclos económicos, pero esto no nos lo había enseñado nadie. En cualquier caso, he disfrutado mucho con el equipo, haciendo dinámicas y viendo cómo crecía hasta llegar a 43 personas. El sector de la informática vive un momento dulce y hay mucho por hacer.
P.- Entonces ¿por qué decide marcharse?
R.- Lo hice con tranquilidad y tras una experiencia muy buena. Aunque de forma inconsciente, lo que ha sucedido en los últimos años con la pandemia nos ha influido a todos. De alguna manera, es como si hubiera hecho clic y me hubiera dado cuenta de que era el momento de dedicarme al coaching. Después de diez años, tengo bagaje y es lo que más me apasiona. Además, existe mucha necesidad porque gran parte de la población laboral confiesa sufrir estrés y la mayoría ha aumentado las horas de su jornada laboral. Otra cosa es que los empresarios y directivos estén dispuestos a confiar en este tipo de servicios.
P.- A confiar y a pagar por ello…
R.- Si atendemos a lo que dicen los estudios, el retorno de la inversión realizada en este tipo de servicios se estima entre 5 y 7 veces. El problema es que las pymes y los autónomos están al límite y piensan que no tienen tiempo para estas cosas cuando es al revés, porque les simplificaría mucho. La mayoría están ahogados e intentando sobrevivir porque tienen que hacerlo todo ellos.
P.- ¿En qué se diferencia Maresía Consultores de otras consultoras que ya operan en el mercado?
R.- La principal reside en que tanto mis dos colaboradores como yo tenemos perfiles muy característicos y, aunque trabajamos con el mismo objetivo, cubrimos distintos ámbitos. Yo vengo del mundo de la asesoría y puedo hacer una importante labor de apoyo al autónomo y a la pyme; Leandro Martínez procede de las grandes empresas y tiene una formación de ingeniero experto en la parte de procesos; y Mercedes Lezaun es pedagoga y psicoterapeuta, con mucha experiencia tratando con empresas y equipos.
P.- ¿De dónde espera que procedan los clientes?
R.- Al final, trabajamos con personas y no vamos a ir a por una empresa concreta o a por un sector. De hecho, nos estamos planteando organizar pequeños grupos de empresarios para hacer sesiones conjuntas y que puedan compartir sus preocupaciones. Lo que más demandan es un espacio donde poder expresar sus inquietudes y sentirse acompañados. Y es que algunos montan una pequeña empresa y ni siquiera saben si les va bien o mal. Tener dinero en el banco no significa que un negocio tenga éxito y necesitan contar con otra perspectiva diferente a la suya.
P.- ¿Es distinto enfrentarse al tejido empresarial de Cantabria que al de otras zonas?
R.- Cada una tiene sus sesgos y aquí deberíamos fomentar que los empresarios se unieran para ganar fuerza, como ocurre en otras regiones, donde la colaboración está más arraigada. Aquí es un servicio muy necesario, por ejemplo, para las empresas familiares, donde suele haber mucho sufrimiento en las relaciones personales, ya que hablan de las cuestiones de familia cuando están en el trabajo y de las laborales cuando están en casa. Además, por la media de edad del empresariado cántabro, nos encontramos ante un cambio generacional que debería ir acompañado de otro paradigma en el modelo de dirección y de una renovación de los directivos. En definitiva, creo que tenemos por delante un trabajo apasionante que requiere crear protocolos personalizados para cada necesidad.
P.- ¿Alguna afición que quiera contar?
Soy playera y flotar en el agua me parece uno de los mejores placeres del mundo. Quizá porque me crié muy cerca del mar, en un taller de barcos que tenía mi padre en San Martín, en Santander, y que fue uno de los que desaparecieron cuando remodelaron la zona por el Mundial de Vela.
Patricia San Vicente