MOISÉS CASTRO, decano del Colegio de Arquitectos: ‘Hay que empezar por rehabilitar, no por la obra nueva’
De pequeño, Moisés Castro Oporto ya soñaba con hacer casas y que su hermana las decorase. Y, aunque con el paso del tiempo ha descubierto que la arquitectura no es tan creativa ni tiene tanto glamour como esperaba, sigue enamorado de una profesión a la que se dedica desde el mismo día en que acabó la carrera. Ilusión no le falta y en su nueva responsabilidad como decano de los arquitectos cántabros va a ir a por todas. Después de años de desánimo en este colectivo, su reto será aumentar la participación de los colegiados y reivindicar su importancia en el diseño de ciudades más accesibles y atractivas.
P.- ¿Qué va a hacer como flamante decano del Colegio de Arquitectos de Cantabria?
R.- Lo más importante para nosotros es aumentar la participación de los colegiados. Existía cierto desánimo en el Colegio por la baja participación y por eso queremos, por encima de todo, que venga más gente y que participen en la toma de decisiones. Aunque la creatividad siempre está un poco constreñida por la financiación, esperamos organizar muchas cosas.
P. Veo por su cara que van a poner todas las ganas…
R.- ¡Es que ilusión tenemos toda la del mundo! Formar un equipo para presentarnos a las elecciones ha sido lo mejor de la experiencia. Algunos no nos conocíamos de antes, pero la conexión fue instantánea. Empezamos tres amigos y hemos acabado formando una candidatura muy completa, con un gran abanico de perfiles profesionales en el que la mujer está representada con tres vocales, que además han sido las más votadas. Queríamos romper los esquemas y, en lugar de hacer una campaña por teléfono o boca a boca, utilizamos el whatsapp. Éramos la ‘OtrA’ candidatura, así que utilizamos el slogan de ‘Tómate otrA’ con nosotros, con la intención de que los colegiados nos conocieran en un ambiente más distendido.
P.- Hace meses se anunció el regreso a Santander de la Bienal de Arquitectura y Urbanismo, algo muy esperado en nuestra región…
R.- Traer la Bienal de Arquitectura de vuelta a Cantabria era un proyecto de la junta anterior que nosotros vamos a continuar. Implica también una exposición en los jardines del Centro Botín y unos talleres sobre el Cabildo en la sede del Colegio, en Los Aguayos. En su origen, la Bienal se celebraba en Comillas y Santillana del Mar y queremos retomar la tradición por el sabor local que eso le daba. Íñigo de la Serna, como ministro, también ha empujado para traerla de nuevo, pero estamos pendientes de la aprobación de presupuestos.
P.- Los que sí vienen este verano son los decanos de los Colegios de Arquitectura de España. ¿Qué les trae?
R.- Este mes de julio se reúne en Santander el Consejo Superior de Colegios de Arquitectura e impulsarán la Declaración de Davos 2018 para mejorar la calidad del espacio urbano. Es una declaración de intenciones que, en la práctica, pretende que las ciudades sean lugares más accesibles, acogedores e inclusivos.
P.- ¿Es Santander, a su juicio, una ciudad accesible?
R.- Lo que tiene Santander es un problema importante de topografía. Una parte plana y amable que se enseña a los turistas y otra de mucha pendiente y difícil acceso. No obstante, en los últimos años ha habido una mejora palmaria. Se han colocado escaleras mecánicas y elevadores para que muchas personas lleguen mejor hasta sus casas, pero sigue habiendo barrios enteros con la población envejecida y pocos recursos económicos que necesitan medidas de accesibilidad y de aislamiento térmico para el ahorro de energía.
P.- ¿Volverá la gente joven a vivir en la ciudad?
R.- Estoy convencido. La ciudad es el ámbito de la libertad y ofrece muchas más opciones de cultura y entretenimiento. Además, Santander tiene muchas cosas a su favor por su emplazamiento único y tiene un tamaño ideal para vivir. El reto consiste en superar dos problemas básicos: la accesibilidad y el aparcamiento. El futuro de la ciudad estará en función de lo accesible que sea y de la limitación del uso del coche privado en favor del transporte público, y de otros medios alternativos, como el coche compartido.
P.- ¿Qué papel deberían jugar los arquitectos en el diseño urbano de la ciudad?
R.- Se habla mucho de los ingenieros, pero nosotros tenemos mucho que decir en el diseño de las ciudades. El arquitecto todavía tiene que hacerse un hueco, encontrar su sitio. Antes se consideraba una figura legal muy cercana a la Administración, casi como si fuera un impuesto, pero la sociedad debe entender que añade mucho valor a las actuaciones. Es importante tenerlo muy en cuenta, ya que en España hay 50.000 arquitectos y 10.000 más en las escuelas.
P.- ¿Cuál es la prioridad que deben acometer ahora?
R.- Lo primero es digerir la obra fallida, tantas viviendas que quedaron abandonadas y que deben reestructurarse para poder darles un uso, aunque sea en viviendas más pequeñas. La clave es empezar por la rehabilitación y no por la obra nueva.
P.- Después de haber sido uno de los colectivos más perjudicados por la crisis inmobiliaria, ¿nota que el mercado se va recuperando?
R- Cada vez se ven más andamios en viviendas y obras particulares y, poco a poco, se va recuperando la confianza. Comprarse una casa es una decisión que implica una parte psicológica muy importante y que, muchas veces, arrastras para toda la vida. Por eso es tan importante que los ánimos estén mejor.
P.- Desde fuera existe una visión muy creativa de la arquitectura. ¿Es una percepción real?
R.- Digamos que la arquitectura tiene un 20% de creativa pero el 80% restante no lo es. Los referentes sociales que tenemos, como Renzo Piano, son equivocados. La vida real del arquitecto tiene poco glamour y, por culpa de la crisis, muchos han perdido su trabajo o han tenido que rebajar su nivel. En la práctica, es una actividad muy normalizada e híper regulada, sobre todo, por el aspecto medioambiental. Constantemente se van añadiendo más normas.
P.- ¿Cómo empezó usted en la profesión?
R.- Tengo una hermana y, desde que éramos pequeños, yo decía que quería hacer casas y ella decorarlas. Mis padres tenían una tienda de muebles y siempre me gustó el diseño y dibujar. Hice Arquitectura en la Universidad de Navarra y, desde que acabé, me puse a trabajar por mi cuenta. Al poco tiempo empecé en el Ayuntamiento de Camaleño y de allí guardo unos recuerdos fantásticos. Todavía tenía cara de niño y una señora del pueblo llegó a decirme que era muy joven pero que no me preocupara, que se me pasaría… (ríe).
P.- Ha trabajado mucho para ayuntamientos. ¿Cómo ha sido su experiencia como arquitecto municipal?
R.- Me ha encantado trabajar en ayuntamientos pequeños como Bareyo, Los Tojos, Mazcuerras, Ruente y al servicio de la Mancomunidad Saja Corona. Hasta que llegué a Cabezón de la Sal, donde obtuve la plaza de funcionario. Es un lugar muy acogedor y lo mejor de todo son los vecinos, nunca he tenido problemas con ninguno. Allí continúo, salvo un periodo de excedencia de tres años que pedí para encargarme del Servicio de Visado Digital del Colegio de Arquitectos, un proceso que ha resultado muy exitoso y muy gratificante para mí, porque me gusta mucho la tecnología.
P.- Supongo que no le quede mucho tiempo libre. ¿A qué lo dedica?
R.- Me gusta leer y navegar a vela. En los últimos años he hecho la carrera de Náutica y me lo he pasado genial. Me ha divertido mucho estar con gente más joven que yo y estudiar algo que siempre quise hacer.
Patricia San Vicente