Rita de la Plaza: ‘Seguiré luchando por las farmacias desde mi nuevo cargo en Madrid’

Rita de la Plaza se marcha a Madrid, tras ser nombrada tesorera del Consejo General de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos. Una encomienda que le llena de ilusión y de nuevos retos después de seis años como presidenta del Colegio Oficial de Cantabria, cargo que pasará a la actual vicepresidenta. Su objetivo es que exista una mayor comunicación de las farmacias con el resto de los agentes sanitarios para mejorar la calidad de vida de los pacientes y contribuir al ahorro en la sanidad pública. No va a parar hasta que todos identifiquemos la cruz verde con un espacio de confianza.


P.- ¿Siempre quiso ser farmacéutica?  

R.- No. Quería ser periodista. Me encantaba leer y de pequeña me comía los libros. Aunque no lo parezca, farmacia y periodismo tienen algo en común para mí, que es la curiosidad. Quizá por eso me gusta tanto la investigación, sobre todo, en nuevos medicamentos. Hasta final de COU no tomé la decisión. Estando en el instituto, una vez suspendí literatura y latín, cuando no me había pasado nunca, así que empecé a pensar que quizá no se me daban tan bien las letras, mientras que las ciencias no me costaban (ríe). En cualquier caso, no me arrepiento de haber estudiado Farmacia y estoy muy orgullosa de representar a esta profesión. 

P.- ¿Le influyó que hubiera otros profesionales sanitarios en su familia?

R. Mi abuelo y mi tío eran médicos. Farmacéutica es mi madre, pero yo siempre le decía que no quería dedicarme a ello, pese a haber vivido sus anécdotas diarias en la farmacia y gustarme tanto cómo ayudaba a los demás. A mi madre me siento muy agradecida porque me ha dado una educación sin límites y siempre me ha dejado hacer lo que quería. Es la persona que me enseñó la profesión y hoy en día seguimos trabajando juntas muy a gusto. No coincidimos en todo, porque pertenecemos a generaciones muy diferentes, pero somos grandes compañeras.

P.- ¿Cómo ha transcurrido su trayectoria profesional?

R.- Después de estudiar Farmacia en Madrid me matriculé en Bioquímica, pero acabé haciendo un máster de tecnología lechera y regresando a Cantabria, porque tenía a mi novio aquí. También estudié el grado de Nutrición, que me gusta mucho. Desde muy pronto empecé a hacer sustituciones y a trabajar con mi madre, con la que tengo una copropiedad. En la parte profesional, me incorporé primero a la Asociación Cántabra de Empresarios de Farmacias como tesorera, después fui contadora en la Junta del Colegio y, al poco tiempo, pasé a ser la tesorera. Estuve ocho años trabajando con el mismo equipo hasta que decidí presentarme a la presidencia.

P.- ¿Por qué quiso representar a los profesionales de su sector?

R.- Al principio tuve mucho vértigo, pero el mundo de la farmacia es lo que más conozco y lo que mejor sé hacer. Me he preocupado de visitar los distintos tipos de farmacia que existen en Cantabria y, sobre todo, de ayudar a las más pequeñas o a las rurales en el trabajo tan importante que hacen y que no siempre se ve. En algunos pueblos, por cercanía y accesibilidad, el farmacéutico es el único profesional sanitario al que consultan. Y después de haberme recorrido toda Cantabria en coche puedo decir que estoy muy satisfecha por la vocación de servicio que he encontrado y porque estamos muy cerca de los ciudadanos. 

La actual vicepresidenta la sustituirá al frente del Colegio de Farmacéuticos de Cantabria

P.- ¿Qué ha supuesto para las farmacias la llegada de internet?   

R.-. Yo siempre he apostado por la farmacia de confianza, aquella que humaniza y aconseja, aunque a veces no podamos dar a las personas todo lo que nos piden. Lo importante es tener claro que el medicamento no es un bien de consumo y que detrás siempre debe haber un farmacéutico y no puede ponerse a disposición de la gente a través de internet. Lo que ocurre es que, además de establecimientos sanitarios, somos pequeñas empresas y cada profesional va buscando su hueco con otros complementos a los medicamentos, como pueden ser la nutrición, la dermofarmacia, la óptica o la ortopedia. La clave de las farmacias es que son la puerta de entrada a la sanidad pública a través de la receta electrónica y eso tiene que llevarnos a incrementar la comunicación también con los enfermeros y médicos de los centros de salud.

P.- Y la comunicación entre el farmacéutico y el usuario, ¿funciona bien?

R.- Sí, de hecho, hay veces en las que la confianza es mayor que cuando acuden a un centro de salud. Desde el Colegio hacemos mucha formación, sobre todo de medicamentos nuevos, pero tengo claro que muchos problemas se arreglarían reforzando la comunicación entre todos los agentes implicados en la sanidad. La profesión farmacéutica tiene que estar atenta a las necesidades de la población y ponernos siempre del lado del paciente. 

P.- La pandemia fue la prueba de fuego. ¿Sirvió para mejorar algunas cosas?

R.- Nos permitió ver mejor todas las necesidades sanitarias de la población. En Cantabria conseguimos que no cerrara ninguna de las 278 farmacias, aunque también nosotros nos poníamos malos. Se formó un retén para evitar su cierre y hubo un ejército de 900 farmacéuticos colegiados, tanto en hospitales como en oficinas de farmacia, que estuvieron al pie del cañón e hicieron muchísimas cosas, como la fabricación de su propia solución hidroalcohólica o la dispensación colaborativa con los hospitales. A pesar de que la orografía cántabra es complicada, ningún paciente se quedó sin medicamentos y esa colaboración se mantiene.

P.- ¿Cuál ha sido su experiencia como presidenta de los farmacéuticos cántabros?

R.- Lo primero que deberíamos tener es estabilidad política, porque en los seis años que llevo en el cargo ha habido cuatro consejeros y no existe ninguna continuidad. Pero, al margen de eso, la clave es evitar las desigualdades para que los medicamentos lleguen a la gente de forma equitativa y accesible a todos y lograr que las instituciones cuenten más con las farmacias, ya que de nuestra comunicación con el resto de los profesionales sanitarios depende la mejora de la calidad de vida y el ahorro en la sanidad pública. Si una persona toma bien su medicación tendrá menos patologías y menos visitas al médico. 

P.- ¿Y dónde sitúa los mayores retos para la farmacia?

R.- Uno de los más importantes es la farmacia social. Somos asistenciales y, al estar en todos sitios, somos una red de redes. Por tanto, hay muchos asuntos en los que podemos colaborar con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, como la violencia de género, la prevención del suicidio, la desaparición de personas o los casos de soledad no deseada, no solo entre personas mayores. La confianza de la que hablaba antes nos convierte en radares para detectar problemas en colaboración con otros agentes. Así podremos convertirnos de verdad en esa luz verde, ese espacio seguro y de confidencialidad en el que todos nos sintamos protegidos.  

P.- Ahora se marcha a Madrid para seguir representando a la profesión…

R.- Sí, me han elegido tesorera del Consejo General de los Colegios Oficiales de Farmacéuticos, lo que me hace mucha ilusión y supone un gran reto profesional. Si aquí he estado defendiendo la profesión a pie de calle, allí voy a seguir luchando por ella en primera línea. En junio tomaré posesión, por lo que lunes a viernes voy a vivir en Madrid, y renunciaré a mi cargo de presidenta del Colegio de Cantabria, en el que me sustituirá la vicepresidenta. Es un premio y un honor que Jesús Aguilar [el nuevo presidente del Consejo General de Farmacéuticos] haya contado conmigo entre 52 colegios de 17 comunidades.  

P.- ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

R.- Estar con mi familia y amigos. Tengo muchos en la profesión, pero también en sectores muy distintos, de los que me gusta aprender para traer sus conocimientos a mi mundo. Y lo que más me gusta es formar equipo.    

Patricia San Vicente

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