‘’La pérdida de las Cajas ha dejado a las regiones sin poder financiero’
RICARDO GÓMEZ BARREDA, número 2 de Garrigues
El santanderino Ricardo Gómez Barreda fue socio director de Garrigues, el mayor despacho de abogados del continente europeo y ahora es el senior partner, una especie de vicepresidente en este gabinete jurídico que ha participado en muchas de las mayores operaciones societarias del país de las últimas siete décadas. El despacho nota en su actividad la pérdida de relevancia económica de las regiones, en beneficio de Madrid, algo que Gómez Barreda achaca a la desaparición de las cajas de ahorros. Los entes locales se han quedado, en su opinión, sin poder financiero, y esto repercute en las empresas.
A los 9 años, Ricardo Gómez Barreda fue enviado a Inglaterra cuando no había teléfonos ni videollamadas para contactar con la casa materna cada día. Estuvo 8 meses solo conviviendo con una familia local y cuando volvió “no hablaba castellano”. “Nunca más he estudiado inglés, pero eso significó que desde esa edad ya tenía superada una de las asignaturas que España todavía tiene pendiente”.
Antes de ir a Deusto, su padre le hizo una recomendación: “Me he dado cuenta de que los que empiezan a mandar mucho son los abogados. No saben de nada, pero saben manejar la complejidad de las situaciones sociales, de las situaciones de la empresa y saben manejar también la regulación”. Aceptó el consejo y poco después de acabar la carrera se incorporó al despacho de abogados que hoy es el más grande del continente europeo, con cerca de 2.000 profesionales. Llegó por la puerta de Arthur Andersen, que más tarde se fusionó con Garrigues, y de ahí no se ha movido, después de adquirir una formación financiero-empresarial y de pasar de la división de auditoría a la de impuestos.
Asegura que progresó, porque “cuando yo empecé a trabajar en el mundo de los impuestos, en el año 83, los impuestos en España no existían. La reforma tributaria había sido en el 78 y no había nadie que supiera una sola palabra de impuestos. Con lo cual, alguien que supiera hablar en inglés y calcular el 3% de 500 era el rey de los abogados”. Una excesiva modestia, porque Garrigues tiene 450 personas en ese departamento fiscal, del que estuvo al frente.
Después de ser socio director de tode el despacho, se ha convertido en senior partner, una tarea que él define como ‘pacificador’, el que resuelve los conflictos internos.
Su larga experiencia en el asesoramiento de las empresas ante las administraciones públicas hace que conozca muy bien sus entresijos y no se muestra muy convencido de que los gobiernos realmente tengan tanta capacidad para cambiar la realidad como suponemos. Así lo expresaba en el el último encuentro del Círculo Empresarial Cantabria Económica, en el que participó como invitado.
¿Pueden los gobiernos cambiar un modelo económico?
Ricardo Gómez Barreda: Yo no creo en la economía planificada y en el dirigismo. No creo que nadie pueda llegar de la noche a la mañana diciendo: “Vamos a crecer en el sector de la biotecnología, simplemente porque está de moda”. Las historias de éxito las protagonizan los empresarios todos los días, porque ellos buscan las soluciones a sus realidades. Y en España tenemos muchísimas. Vas a cualquier provincia y no en todas hay un Inditex, pero hay muchísimas historias de éxito, siempre protagonizada por empresarios que han tenido poca ayuda pero que han sido capaces de ver la oportunidad y de conseguir que el resto del entorno les ayudara.
¿Cuál cree que es el problema de Cantabria?
RGB.– El de Cantabria –y el de todas las zonas de España que no son las grandes capitales– es que se han quedado sin capacidad financiera. La descentralización de España estuvo basada no solo en el mapa político sino en la capacidad de las cajas de ahorros para financiar los proyectos locales. Ese poder se ha trasladado a otros sitios y eso lesiona muchísimo el desarrollo de todo el país, es la gran asignatura pendiente.
Ahora, las decisiones las toman centrales de riesgos que están muy lejos y que se guían por cuatro indicadores que, a veces, ni siquiera dan una idea verdadera de la consistencia del proyecto empresarial.
Lo importante es ver la cara del empresario y saber que va a hacer todo por reponer el préstamo. Eso solo podía hacerlo la banca local. Por cierto, que la crisis de la banca se produjo, fundamentalmente, como consecuencia de un sector de la construcción auspiciado por el Gobierno y no frenado por el Banco de España. En el resto de sectores el nivel de morosidad era bastante bajo, con lo cual no creo que haya habido una crisis financiera por el crédito al empresario, salvo en el sector de la promoción.
¿Tiene vuelta atrás?
RGB.–La presencia de nuestro despacho en España se está reduciendo, porque el empresariado se ha ido reduciendo en las distintas provincias. Las grandes capitales han cogido peso y las pequeñas lo han perdido, Es una realidad que creo que no tiene vuelta, y habrá que empujar para que se creen canales de financiación alternativa.
¿Hacia donde debiera mirar Cantabria?
RGB.– Santander ha estado mirando demasiado a Madrid. Economistas reconocidos y bastante independientes, como Guillermo de la Dehesa, señalan que la salida para Cantabria es integrarse en el Gran Bilbao. Y lo dice por una razón muy sencilla: El crecimiento económico en todo el mundo está en los centros de población que superan el millón de habitantes. Allí se incrementa la productividad, hay mas oportunidades; la propia actividad económica genera más demanda. La solución podría estar en un tren Santander Bilbao que tardase 35-40 minutos haciendo paradas y en un tercer carril en la autopista, para que el trafico mejore, como señalaba Guillermo. Santander atraería también a una parte de la población de Bilbao que quizá prefiera una mejor calidad de vida.
A medio plazo, la solución pasa por la integración en el Gran Bilbao. Sé que esto es anatema para mucha gente, pero los vascos son gente muy sensata y, además, la marea nacionalista se empieza a aburrir.
Otro problema muy grave es el demográfico, que se da en toda España pero no con igual intensidad. Hace un par de meses se publicó un estudio basado en un ratio de trabajadores divididos por personas que cobran prestaciones publicas (pensionistas o parados con subsidio). El ratio es 1,5 en España, 1,2 en Cantabria y prácticamente 1 en Asturias. Si alguien piensa que mirando a Asturias podemos tener crecimiento económico…
¿Y por qué sectores debería apostar?
RGB.– Cantabria tiene que apostar por sus empresarios y sus ideas. ¿En qué hay que invertir? Es una lastima que alrededor de Valdecilla no se haya creado una industria sanitaria. No se puede perder la oportunidad de construir algo alrededor de lo mejor que tenemos. También en la Universidad hay facultades esplendidas para aprovechar.
Si me dijeran qué hay que hacer, simplemente diría que hay que hablar con los empresarios y ver cuáles son los problemas y si está en manos del Gobierno el solucionarlos.
No creo en el dirigismo, porque no he encontrado a nadie capaz de predecir cuál será el sector del futuro. Si a Galicia le hubieran dicho que su futuro era el textil y que iba a tener la mayor empresa de textil del mundo, habrían dicho que imposible. Y eso es el resultado de la actividad de un empresario, no de un plan gubernativo de apoyo al sector textil.
P- Ustedes han asesorado a muchas multinacionales para su asentamiento en España. ¿Siguen llegando a su despacho inversores que quieren saber dónde poner una planta fabril? ¿Puede atraer Cantabria su atención?
RGB.– Cuando llegaban, en los 80, la elección de estos proyectos siempre era entre Madrid y Barcelona, y optaban por Barcelona porque está más cerca de Europa, tiene mejores comunicaciones, más gente formada… Y todo eso es lo que Barcelona consiguió perder a base de meterse en una historia de nacionalismo absolutamente trasnochado.
En la actualidad, ese tipo de proyectos de inversiones ya no llegan. Sería demasiado optimista esperar proyectos industriales. Lo que está creciendo en España es Amazon, por ejemplo. En los últimos cinco años habrá contratado a 5.000 personas aquí. Está llenando varias plantas de la Torre Picasso, con un centro de operaciones con 400 personas; está pensando en abrir un almacén en Barcelona y abrirá más en otros sitios. Pero no hay otras cosas.
Sí que llegan empresas que establecen un centro de desarrollo, un centro de investigación; muy poca inversión en capital, muy pocas necesidades de terreno y de infraestructuras… Pero los grandes proyectos han desaparecido. Cuestión distinta es que la planta industrial que ya está establecida siga recibiendo inversiones. Las grandes plantas fabriles, sobre todo químicas y del automóvil, reciben todos los años un promedio de 1.500 millones de euros en inversiones de reposición, mantenimiento y adaptación. Los que tuvieron la suerte de recibir esa lotería en su día saben que tiene un centro industrial que va a tirar con muchísima fuerza de su economía, pero no estamos ya en ese tiempo.
Los grandes proyectos industriales ni están ni se les espera en Europa, salvo los mineros, los que la gente no quiere. Lo vimos aquí, con los proyectos de fracking para la extracción de gas, que recibieron un gran rechazo popular.
¿Cómo va a afectar la transformación digital a la profesión de abogado o a la de asesor fiscal?
RGB.– Este tema debemos seguirlo muy de cerca. Que las maquinas sean capaces de reproducir o de superar la inteligencia humana en el sentido más amplio de la palabra creo que no lo voy a ver en mi vida profesional. Lo que sí es cierto es que las maquinas van a dar una información cada vez más elaborada. Por ejemplo, a nuestros abogados les estamos poniéndoles dos pantallas, porque ya hay aplicaciones en las que tú estas escribiendo un contrato de arrendamiento y te sale un modelo. A partir de ahí, empiezas a teclear alguna cosa y en la otra pantalla te van apareciendo avisos de si ha pensado usted en una cláusula u otra. Todo esto significa que los despachos pequeños que inviertan en tecnología pueden ponerse a tu nivel enseguida. En la profesión, el nivel tecnológico y la calidad de las respuestas empezará a ser mayor pero de nuevo la gente más preparada y que lo sepa hacer mejor y aprovechar sus propias experiencias será la que siga convenciendo al cliente de que tiene que confiar en él.
Las diferencias salariales están creciendo y eso provoca una notable desazón social. ¿Esa tendencia es inevitable o se va a corregir?
RGB.– Al final, hay un problema de productividad que se traslada al salario y vamos a una sociedad que va a tener que igualar los salarios. No se van a poder permitir las diferencias que existen ahora. Eso tendrá distintas soluciones; en concreto, hay una que se está popularizando que es la del impuesto negativo. Al trabajador que cobra el sueldo mínimo se le paga una cantidad añadida cuando hace la declaración de la renta para que llegue a un determinado nivel. Eso está implantado en el Reino Unido y se está empezando a implantar en EEUU. Esta sociedad no puede aceptar diferencias tremendas, porque se rompe la cohesión social. Además, los países más felices del mundo curiosamente son los más igualitarios. Dinamarca es un país en el que los que ganan más de 50.000 euros pagan el 65%. Sin embargo, viven contentos en una sociedad en la que no hay diferencias.
En España no parece que la gente pague con tanto entusiasmo y, si puede, lo evita.
RGB.– Todos nuestros socios del despacho presentan su declaración al despacho para garantizar que pagan lo que tienen que pagar. Somos los que más impuestos pagamos, con mucha diferencia, porque consideramos que no puede ser de otra manera. Pero los doy por bien pagados, porque al final necesitamos una sociedad que funcione y la sociedad no funciona si dejas atrás a una gran parte de la población.
Tenemos una sanidad pública que es un modelo gracias a los sueldos de los profesionales sanitarios, pero que hay que mantener. Tenemos educación publica y tenemos un sistema de pensiones que ya veremos qué hay que hacer para mantener, pero creo que este es un país bastante sabio, aunque a veces nos echemos los trastos a la cabeza y digamos que esto no funciona.
¿De verdad cree que funciona?
RGB.– Te lo dice la gente que viene de fuera. Funciona muy bien, tiene una Administración que funciona bien y podría funcionar muchísimo mejor, pero es una Administración seria, con una estructura y servicios públicos; unos empresarios que impresionan a la gente que viene de fuera, porque hace veinte años no estaban en ningún sitio y ahora están en todas partes sin haber tenido ninguna formación y, en muchas ocasiones, sin saber hablar inglés. Tenemos muchas cosas y no soy en absoluto pesimista.
Para lo que no tenemos solución, y creo que va a tener que llegar por la vía de los incentivos, es para el problema de la natalidad, que es extraordinariamente serio, y más en Cantabria. No podemos seguir envejeciendo porque al final nuestros hijos saldrán escopetados para no pagar cada uno de ellos a tres pensionistas.
La población ha dejado de crecer y eso lleva a la caída del PIB y, a medio plazo, al desastre. La solución pasa por medidas drásticas de apoyo a la mujer trabajadora, con un coste social también para las empresas, que tendremos que asumir.
No solo las empresas se concentran en Madrid y las grandes capitales, también las rentas. ¿Es inevitable?
R- Madrid, por comparación, se ha convertido en el paraíso fiscal de España, porque no tiene Impuesto de Patrimonio, no tiene Impuesto de Sucesiones y, además, ha utilizado su capacidad financiera para reducir el tipo de Renta. El tipo marginal que se paga allí este año es el 42,5%.
Las capacidades normativas de las autonomías tienen que aplicarse a reducir impuestos, en lugar de a esas deducciones que muchas veces son absurdas. El de Patrimonio es una barbaridad, porque lo único que produce es deslocalización. El peor de todos es el guipuzcoano, que ha hecho que muchos empresarios de San Sebastián se hayan trasladado a Madrid, y eso supone una pérdida de capacidad de generación local de ideas y de riqueza.
¿Qué puede hacer el Gobierno de Cantabria para fomentar la inversión en Cantabria? Hay poca capacidad subvencionadora y además está muy restringida por la normativa de la Unión Europea. Pienso que es mucho mejor bajar los impuestos que tratar de decidir cuál es el proyecto que hay que apoyar, entre otras cosas porque es muy complicado saber qué proyecto va a ser exitoso y cuál no lo va a ser.
P. Las políticas de complemento de rentas bajas que mencionaba, ¿no producen una desincentivación para esos y para otros trabajadores?
-RGB.– Ese voto del descontento que se está produciendo en muchos lugares y que se traduce en el voto a los partidos de extrema izquierda o de extrema derecha o en el brexit tiene mucho que ver con la gente que considera que la sociedad les ha dejado atrás. Y es cierto que estamos en un país donde el mileurista se consideraba un pobre hombre en 2008 y ahora es un privilegiado. No podemos pensar que esta gente va a estar toda la vida ganando 400, 500 euros y encantados por no estar en la fila del paro.
Las políticas que ayuden a que estas personas eleven su nivel de renta pueden engancharles de nuevo en el sistema, pero lo que de verdad ayuda es que los empresarios creen puestos de trabajo y que la gente esté preparada. No hablaba tanto la igualación como de no dejar demasiado abajo a una parte de la población que está viviendo de unos salarios bastante bajos.
El rango de retribuciones está subiendo en las empresas y eso, a medio plazo, puede causar muchos problemas. No creo en la igualdad de sueldos, lo que sí pienso es que, cuando la brecha se abre demasiado, causa demasiada desafección.
En países nada sospechosos, como Suiza, se ha hecho un referéndum para establecer una banda salarial obligatoria en todas las empresas y que lo que gane el presidente o el consejero delegado no supere en más de doce veces lo que gana el último trabajador. No se ha aprobado pero obtuvo un 30 o un 35% de los votos, y eso quiere decir que en esta sociedad las excesivas diferencias no se consideran correctas. Por eso decía que se puede corregir ayudando a los que se están quedando por debajo. ¿Que eso cuesta dinero y que les va a costar impuestos a los de arriba? Sin ninguna duda.
Las puertas giratorias
P- Hay mucha polémica a resultas de los expolíticos que entran en consejos de administración. ¿Qué ventajas e inconvenientes tienen las ‘puertas giratorias’?
RGB.– Cuando se habla de las puertas giratorias lo que quiere decir es que el sistema, tal como está diseñado, no cuenta con las suficientes barreras para evitar situaciones de conflicto de intereses y de potencial corrupción.
El único que habla con tranquilidad de las puertas giratorias es aquel que nunca ha dirigido nada y que trabaja en el sector público y para el que todo es incorpóreo, como el profesor universitario Pablo Iglesias, el mejor director de marketing que he visto en toda mi vida.
En todas las democracias occidentales hay puertas giratorias, porque es la única manera de que personas de determinada experiencia se incorporen a la gestión pública pensando que luego pueden volver a una actividad privada. Si no, se convierten en políticos de carrera, y eso sí que es un peligro.
Las puertas giratorias son buenas y necesarias. Lo que falla, como siempre, es que no solo hay que ser honrado sino parecerlo, y deben funcionar con determinadas cautelas. Que nadie que haya ocupado un puesto de responsabilidad en la política pueda volver a una posición en el sector privado que tenga conexión con su anterior actividad.
Es un problema serio, y nos está pasando con nuestros expresidentes del Gobierno, porque todos ellos lo fueron muy jóvenes y después les quedan 30 años de vida profesional. ¿Qué hacemos con Aznar o con Felipe González y Zapatero? ¿Les condenamos a no hacer ninguna actividad? ¿Qué solución tenemos para eso?
Para mí, es una cuestión de regulación. Tendría que haber una comisión pública que analizara estos posibles conflictos y dijera, por ejemplo: Que levante la mano quien piense que hay alguna razón para que un exministro de Industria no sea contratado por una empresa eléctrica.
Si hacemos que quien se haya dedicado a la vida política entierre su vida profesional, convertiremos la política en el coto cerrado de los funcionarios, que son los únicos que pueden ir y venir a la misma posición.
Otro problema es que los partidos políticos han crecido hasta desbordarse. Debería hacerse una poda de representantes de partidos en las instituciones lo antes posible.