Un nuevo edificio del INSS para el arco de la bahía

Metro a metro, Juan José Pérez Aja ha tenido que reconquistar el edificio del Instituto Nacional de la Seguridad Social en la calle santanderina de Calvo Sotelo, para poder acomodar a los funcionarios que tiene a su mando en la Dirección Provincial. En los 29 años que lleva al frente de este organismo, uno de sus objetivos ha sido recuperar espacios en el inmueble que alberga las oficinas centrales, y que sus antecesores del Instituto Nacional de Previsión habían alquilado casi en su totalidad a empresas y particulares.
Por paradójico que resulte en un edificio público, y construido para un organismo con responsabilidades tan relevantes como la gestión de las pensiones o de las contribuciones sociales de empresas y trabajadores, de los 13.500 m2 de superficie del inmueble, la Seguridad Social tan solo conservaba 750 cuando Pérez Aja llegó para hacerse cargo, a principios de los años ochenta, de una Dirección Provincial recién creada. Hoy ha recuperado para la actividad administrativa casi 9.000 metros de ese edificio, uno de los más concurridos de la ciudad, dada la índole y la variedad de las cuestiones que allí se tramitan.
Tener más espacio era importante pero no suficiente.También era preciso realizar un esfuerzo para mejorar la atención al público en los servicios que presta el Instituto de la Seguridad Social. Con ese objetivo, se renovó la planta de atención al público, se hicieron desaparecer las que hasta entonces parecían inevitables colas y, ya en 2006, se inauguró una segunda sede en Torrelavega, para atender a los contribuyentes de la zona.
Este primer paso hacia la descentralización se completará ahora con la apertura de otro edificio más en el polígono de Nueva Montaña (Santander), un lugar estratégico para las muchas empresas y trabajadores que se asientan en los municipios del perímetro de la Bahía y en la cuenca del Pas.

Una gestión más cómoda

La gran afluencia de público a las oficinas centrales del INSS –entre setecientas y mil personas pasan diariamente por ellas– y la propia comodidad del usuario, que no encuentra muchos aparcamientos en superficie en esa céntrica zona de Santander, hacía aconsejable, según la Dirección Provincial, sacar fuera de la ciudad parte de esa infraestructura.
El primer paso fue la adquisición, en 2002, de un terreno de 2.530 m2 en el polígono industrial de Nueva Montaña a Global Steel Wire con el objetivo de levantar allí un nuevo edificio. En él debían tener cabida un Centro de Atención e Información de la Seguridad Social (CAISS) y la Administración Nº 1 de la Tesorería del INSS, con un nuevo modelo de organización, la llamada Oficina Integral, que unificará las dos ramas de la Seguridad Social, la que reconoce las prestaciones y la que recauda las cuotas de empresarios y trabajadores.
El Centro de Atención (CAISS) será de nueva creación, mientras que la Tesorería es, en realidad, un traslado del servicio que ahora se presta en la oficina situada en el nº 30 de la calle de Isabel II, donde se liberará un espacio de mil metros cuadrados para el cual el INSS aún no tiene destino, pero que podría alquilarse o ponerse en venta, ya que no forma parte del inmueble principal, sino que es producto de una ampliación al contiguo, un espacio que Pérez Aja tuvo que adquirir para poder desahogar las oficinas de Santander en tanto seguía recuperando algunos de los pisos alquilados en el edificio propio.
Los servicios que se van a prestar en Nueva Montaña exigirán el traslado de medio centenar de funcionarios, que van a atender a una población de unas 137.000 personas, las que pueblan los veintincinco municipios que se van a beneficiar de la mayor facilidad de acceso a este nuevo centro, que también dará servicio al área de Peñacastillo y Nueva Montaña, dos zonas en expansión en la capital santanderina, en la que se concentra numerosas empresas.
La sede santanderina se dedicará a la atención de los usuarios de la Seguridad Social de la capital, un mensaje que no será fácil de hacer comprender a los pensionistas, trabajadores, empresarios y gestores de otras poblaciones que están acostumbrados a acudir a las dependencias de Santander y que a partir del próximo verano deberán dirigirse a las oficinas de Nueva Montaña, donde se calcula que se tramitarán el 50% de las diligencias que ahora se llevan a cabo en la ciudad.
“Se trata de que la Administración se acerque a donde está la realidad social”, señala Pérez Aja, que ahora confía en que se refuerce la comunicación mediante transporte público con la zona en la que se levanta el nuevo edificio del INSS.

La ‘oficina paisaje’

Conjugar los espacios que se precisan para servicios que se prestan cara al público con la tareas más propiamente administrativas ha sido uno de los retos a los que se han enfrentado los arquitectos Javier Otero y Gabriel Cañas que han diseñado el inmueble en construcción. La solución adoptada ha sido la denominada ‘oficina paisaje’, en la que se omiten los tabiques interiores y se crea un gran espacio diáfano que comunica visualmente la totalidad de la planta.
El nuevo inmueble cuenta con dos plantas, de unos 1.400 m2 cada una, y un sótano de más de 2.300 metros en el que cabrán holgadamente los archivos y almacenes, además de una zona de garaje con capacidad para 47 plazas.
Como suele ocurrir en polígonos levantados sobre antiguas escombreras, la cimentación del edificio planteó a Ogensa, la empresa encargada de su construcción, algunas dificultades técnicas que fueron resueltas mediante la instalación de una losa armada que sustenta toda la estructura y que ha hecho innecesario recurrir al pilotaje. Tan solo en un lateral en el que ya existían unas naves ha sido preciso perforar con micropilotes hasta los 14 metros para proteger las construcciones colindantes.
En el diseño del edificio se ha tenido en cuenta su ubicación en un entorno industrial y, en su exterior, los arquitectos han aplicado un lenguaje arquitectónico característico, utilizando metal y piedra. Grandes muros cortina, con lamas en acero conten, cuya pátina de envejecimiento lo preserva de la oxidación, se combinan con una piedra caliza blanquecina de aspecto poroso conocida como lumaquela, que reviste la fachada ventilada, a prueba de humedades.
El recurso al muro cortina roto por lamas de acero aporta una gran luminosidad al interior de edificio, donde la combinación de paneles en madera de cerezo con la pintura roja de los paramentos es resulta muy atractiva.
En corredor ajardinado que rodea el edificio confluye en un patio interior zen, un espacio de estética oriental, creado con arrocillo de mármol y bolo blanco de dolomita que produce un efecto relajante y luminoso.

Una red extendida por toda la región

El edificio de Nueva Montaña es la pieza que faltaba para completar la red de oficinas del INSS en la comunidad cántabra. Le precedió hace tres años un inmueble de similares características en Torrelavega, con el que se ha mejorado sensiblemente la atención que el Instituto presta en los ayuntamientos de la cuenca del Besaya y de la mitad occidental de la región.
Además de estos grandes centros de gestión, el INSS cuenta con oficinas en San Vicente de la Barquera, Potes, Castro Urdiales y Santoña, con las que atiende las zonas más alejadas de la capital cántabra. En el caso de Potes, en breve se abrirá una nueva oficina que sustituirá a la actual.
Para completar la infraestructura regional, al INSS sólo quedará la remodelación del edificio que ha adquirido en Puente Arce y que servirá como archivo de la extensa documentación generada por el Instituto a lo largo de su historia, y de los bienes que llegan a este organismo cuando debe recurrir al embargo por cuotas impagadas, sobre todo naves y vehículos.

La recaudación seguía creciendo

Esta circunstancia no es, por el momento, un problema que preocupe al organismo público. A pesar de la crisis, hasta el pasado mes de noviembre los objetivos de recaudación se habían cumplido con creces. En los once primeros meses del pasado año lo recaudado por la Tesorería en Cantabria ascendía a 1.181 millones de euros, un 6,5% más que el mismo periodo de 2007. No obstante, el drástico aumento del paro como consecuencia de la crisis, está teniendo un inevitable reflejo en las cifras de cotizantes a la Seguridad Social. Si en julio del pasado año había en Cantabria 236.874 trabajadores en alta, la cifra más elevada de la historia, en diciembre de ese mismo año el número se situaba en 220.644, lo que supone cerca de 17.000 cotizantes menos en seis meses, muchos de ellos procedentes de contratos eventuales que han sido las primeras víctimas del ajuste realizado por las empresas.
El temor es que la paralización de la economía se traduzca en los próximos meses en pérdida de más empleo y, sobre todo, del empleo fijo, hasta repercutir en la financiación de un organismo cuya solidez es la mayor garantía para aguantar esta crisis sin demasiados daños en el tejido social.

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