Biomasa de bambú

A los residuos forestales empleados en Cantabria como biomasa se les puede añadir en breve una especie exótica, el bambú. Un arquitecto venezolano, César Badaracco, quiere utilizar las plantaciones de bambú que existen en la región para producir pellets con los que alimentar las calderas de biomasa. Ésta es solo una de las muchas posibilidades que encierra esta planta, presente en Cantabria desde hace cerca de un siglo.

Como planta exótica y ajena a nuestro paisaje natural, la imagen del bambú solo se asocia en Cantabria con un componente ornamental de algunos jardines o con la tierna imagen televisiva de un oso panda alimentándose con sus hojas. Hacía falta una mirada diferente para averiguar que el bambú encierra muchas más posibilidades. Esa mirada es la César Badaracco, un venezolano residente en Cantabria que, mientras se formaba como arquitecto en su país natal, tuvo ocasión de familiarizarse con los usos del bambú en la construcción o el campo de las energías alternativas. Y es su potencial como biomasa para calderas lo que ha motivado el proyecto de Badaracco, que fue primer finalista del premio de iniciativas empresariales UCem en la categoría de Medio Ambiente.

Pensar en hacer pellets de biomasa con las cañas de bambú requiere, como es obvio, disponer en cantidad suficiente de ese vegetal, y en Cantabria existen plantaciones desde hace casi un siglo.

Una especie aclimatada

La primera sorpresa de Badaracco, que ha aprovechado la oportunidad de realizar un máster en la Universidad de Cantabria para trasladarse a España con su familia, fue encontrarse durante sus paseos en bicicleta por la región con una planta sobre la que venía trabajando desde hace años y que creía haber dejado atrás. Aunque los mapas botánicos sitúen el bambú en latitudes ajenas a nuestro país, lo cierto es que esa especie está presente en algunas zonas de la cornisa cantábrica. En concreto, en Cantabria fue introducida hace casi un siglo por agricultores con el fin de utilizar sus tallos como ‘testigos’ o rodrigones para la sujeción de sus cultivos, especialmente para las vides, que por entonces eran relativamente abundantes en la región.

Badaracco ha localizado, de momento, unas doce plantaciones y el mayor número de ellas se encuentran diseminadas a lo largo de las riberas del bajo Pas, en algún caso con extensiones que las hacen muy aprovechables para su aprovechamiento como biomasa, como un terreno con 3.500 metros cuadrados de bambú situado en Vargas.

Teniendo en cuenta que se trata de una planta de rápido crecimiento (a los cuatro años está lista para su corta), tendría asegurada la materia prima suficiente para poner en marcha la fábrica de pellets que tiene pensado levantar. Porque entre las muchas cualidades del bambú se encuentra su elevado poder calorífico. Como combustible aporta otra ventaja más, ya que apenas produce ceniza, lo que reduce las necesidades de limpieza y mantenimiento de la caldera.

“Detecté que las prestaciones como material de biomasa son mayores que las de cualquier otra madera que se use actualmente en Europa para ese fin”, señala Badaracco. A las citadas añade las ecológicas, al ser también una de las especies vegetales que mejor filtran el CO2.

El arquitecto confía en que estas ventajas tan notorias den utilidad a una planta calificada como invasora por su rápido crecimiento y la propensión a extenderse a los terrenos colindantes, en vez de gastar recursos en erradicarla.

El momento elegido para crear esta empresa también es, en su opinión, especialmente oportuno; mientras la caída de las subvenciones ha frenado las energías eólica y solar, la biomasa ha cobrado impulso, al menos en las calderas para calefacción y agua caliente sanitaria.

‘Acero vegetal’

La utilización del bambú como combustible es solo el más básico de los usos que permite esta planta y el arquitecto venezolano quiere ir más allá de la biomasa. Su experiencia profesional en su país de origen le puso en contacto con la fabricación de paneles y contrachapados para viviendas que utilizaban el bambú como materia prima. Su dureza y resistencia es tanta que en Sudamérica es conocido como el ‘acero vegetal’ y su cámara interior de aire le da unas innegables prestaciones como material aislante.

En Colombia se ha empleado en la reconstrucción de poblaciones asoladas por un terremoto, cualidades que unidas a su valor estético y a que se puede moldear su fibra para darle cualquier forma, han llevado al bambú a formar parte de la arquitectura de vanguardia.

Una de los proyectos que tiene Badaracco, mientras realiza el master en Tecnología y Rehabilitación en la Edificación en la Universidad de Cantabria es analizar en el laboratorio las prestaciones físicas de la especie de bambú que ha encontrado en Cantabria.

Su proyecto puede ser el primer paso para presentar el bambú como material de construcción, otra de las líneas de negocio que se plantea desarrollar. Tampoco descarta explorar otras posibilidades de esta planta como biocombustible ya que fermentada produce gas metano, o el aprovechamiento de sus cualidades filtrantes para la depuración de aguas residuales.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que se puede hacer con una planta que en China, donde hay más de mil variedades, forma parte de la vida cotidiana bajo múltiples formas: puede ser el material más habitual para muebles y artesanía pero también está presente en  la alimentación –los brotes del bambú son comestibles y sirven también para elaborar una infusión con una sabor parecido al café– e, incluso, en la vestimenta. La fibra de bambú se ha comenzado a utilizar en la confección de tejidos.

Todo un abanico de posibilidades para sacar partido de una planta exótica que ya forma parte de nuestro ecosistema. De momento, Badaracco creará una empresa para su aprovechamiento como biomasa, sin descartar otras líneas de negocio, tantas como permita esta versátil planta.