Biomecánica para ciclistas
Zero Grados abre en Cabezón un centro para mejorar el rendimiento sobre la bicicleta
Además de un lugar de encuentro obligado para los aficionados al ciclismo que realizan la Ruta de los Foramontanos, Cabezón de la Sal va a convertirse en un punto de referencia para quienes quieran mejorar sus prestaciones y su ergonomía sobre la bicicleta. Zero Grados ha abierto allí un centro de biomecánica para ciclistas.
En pocos deportes como en el ciclismo se requiere que la adecuación entre hombre y máquina sea lo más exacta posible. Los equipos profesionales llevan mucho tiempo aplicando las mejores técnicas biomecánicas para mejorar el rendimiento de sus ciclistas, hasta el punto de que seguramente no habrá dos bicicletas iguales, como no existen morfologías completamente idénticas. Y no solo se trata de extraer la máxima potencia a cada pedalada, sino también de evitar sobreesfuerzos y prevenir lesiones.
Unos objetivos que comparte cualquier aficionado, aunque solo quiera disfrutar de un paseo semanal en bicicleta. Ahora, esos aficionados también pueden acceder a las ventajas que aporta la biomecánica gracias a iniciativas como la que ha puesto en marcha Gonzalo Montoya, que ha abierto en Cabezón de la Sal el centro de alto rendimiento Zero Grados, enfocado al ciclismo. En él, y mediante la más moderna tecnología biomecánica de empresas como la holandesa Bikefitting, adquirida por Shimano –el mayor fabricante de componentes y accesorios para ciclismo–, Montoya ajusta la bicicleta a las características del cuerpo del cliente o ayuda a elegir la máquina adecuada al físico de cada uno antes de realizar una inversión que puede ser muy elevada.
Un ajuste en 3D
La biomecánica ha dado un salto de gigante desde la mera regulación de la altura del sillín o del manillar hasta la sofisticada tecnología que hoy se aplica. La medición por láser para los ajustes de altura o longitudes, el software aplicado a los datos antropométricos del usuario y la grabación en 3D, para analizar milimétricamente el pedaleo sobre la bicicleta, permiten realizar un estudio tan completo que es posible adaptar toda la máquina a la morfología del usuario.
El primer paso consiste en descartar que, por ejemplo, una molestia en las cervicales pueda deberse a una mala postura en el trabajo y no a una posición incorrecta sobre la bicicleta. El tiempo y la intensidad con que se practica este deporte ayuda a esa primera evaluación.
El análisis técnico comienza con un banco antropométrico en el que se obtienen hasta diez medidas corporales diferentes. A partir de ellas, un programa informático traza un cuadro completo de las características anatómicas del usuario e indica los ajustes convenientes sobre la bicicleta en alturas, longitudes y ángulos del sillín o del manillar. Incluso propone el modelo de bicicleta más conveniente, si aún no se ha comprado, o el tipo de zapatillas, porque no todas tienen el mismo grosor de suela.
El estudio se completa con una exploración física, para evaluar los niveles de flexibilidad, fuerza y potencia muscular.
Tras ajustar la bicicleta, el usuario se coloca con ella sobre un rodillo, con el fin de hacer un análisis de la pedalada. Para evitar cualquier margen de error, Zero Grados aplica un sistema de grabación en 3D de los movimientos. Mediante marcadores luminosos que han sido colocados en diferentes partes del cuerpo, un programa de una empresa bilbaína especializada en software clínico permite ver en pantalla todos los movimientos y posturas que pueden restar eficiencia al pedaleo, como la incorrecta flexión de hombros y codos, la inclinación del tronco o la oscilación de la cadera. “Intervienen muchos factores –explica Gonzalo Montoya–. Es una ciencia, pura y dura, de rangos, angulaciones y anatomía”. Un mundo que le resulta tan apasionante, según sus propias palabras, que lo ha convertido en su proyecto empresarial.
Su contacto con la biomecánica se remonta a hace bastantes años cuando, como gran aficionado al ciclismo, se desplazó hasta Elgóibar para que le hicieran un estudio biomecánico. En aquella época, su pasión por este deporte le llevó a competir en carreras combinadas en campeonatos de Europa. Un consejo médico sobre la inconveniencia de que lo siguiera practicando le llevó a explorar otro modo de continuar con el ciclismo, y de ahí surgió la apertura de este centro de alto rendimiento en Cabezón de la Sal.
Cabezón, centro neurálgico del ciclismo
La elección de este lugar no se debe solo a que esté cercano a su casa. Cabezón de la Sal es también un lugar de paso para muchos aficionados al ciclismo de Santander y de Torrelavega que realizan la Ruta de los Foramontanos, hacia Cabuérniga y Palombera. A eso se añaden competiciones con tanto atractivo como los ‘Diez mil del Soplao’, que han convertido esta localidad en un centro neurálgico del ciclismo en Cantabria.
El 90% de los clientes que acuden a Zero Grados son simples aficionados que aspiran a disfrutar más sobre la bicicleta, mejorando sus prestaciones y buscando una mayor comodidad sobre la máquina, pero también acuden profesionales que necesitan realizar algún pequeño ajuste, como Ismael Esteban, campeón de España de ciclocross.
Para quien está dispuesto a pagar entre mil y seis mil euros por una buena bicicleta, los 150 euros que cuesta el estudio biomecánico de Zero Grados no deberían ser disuasorios. Además, este centro aplica una tarifa plana de 90 euros al año cuando el cliente es un niño o un adolescente y, por tanto, hay que hacerle sucesivos ajustes según va creciendo. También dispone de una tarifa plana, de 50 euros al año para adultos que, una vez hecho el estudio, quieran hacer una revisión anual, siempre que lo hagan con la misma bicicleta.
Entre los proyectos que sigue teniendo Gonzalo Montoya se encuentra el de ampliar los servicios de su centro con la incorporación de un fisio y un podólogo. Así podría llevar la biomecánica a otros deportes en auge, como las carreras pedestres, por las que también hay gran afición en Cantabria.
Jesús Polvorinos