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Bolotrack: un dispositivo para conocer el estado de las vacas desde su estómago

Permite saber a distancia la temperatura, ritmos cardíacos y localización de los animales que pastan en los montes

Los bolos ruminales son unas cápsulas que se depositan en el segundo estómago del ganado vacuno y se utilizan para administrar fármacos, pero varios estudiantes de la Universidad de Cantabria han querido ir más allá con el diseño de uno muy particular con el que pretenden dar una vuelta de tuerca a la forma en que se gestionan las explotaciones extensivas. Se trata de Bolotrack, un dispositivo que monitoriza la temperatura y el ritmo cardíaco de las reses en tiempo real, las geolocaliza y advierte al ganadero ante cualquier anomalía.


L a rutina diaria de los ganaderos ha cambiado sustancialmente en las últimas décadas con todo tipo de mejoras tecnológicas en sus estabulaciones y un grupo de estudiantes de la Universidad de Cantabria se acaba de poner manos a la obra para desarrollar una más, el Bolotrack. 

Melina Galarza, Nerea Etxebarría, Manuela Sánchez, Jose Ángel Ornella y José Luis Gallart trabajan para ultimar un bolo ruminal que permite conocer el estado de salud y la localización exacta de cada una de las reses. El dispositivo –de unos diez centímetros de longitud y cuatro de diámetro–  se coloca en el interior del rumen, uno de los cuatro estómagos de la vaca, y está dotado de sensores capaces de detectar alteraciones en su temperatura, pero también en su ritmo cardíaco, lo que brinda información muy valiosa para tomar decisiones ante, por ejemplo, la llegada de una enfermedad como la hemorrágica epizoótica, que solo en Cantabria provocó la muerte de 2.292 animales en cuatro meses de 2023. «Con este bolo, puedes saber si a una vaca le sube la temperatura y si fue la primera en contagiarse. Gracias a esos datos que recopila, se puede poner en cuarentena a los animales que hayan tenido contacto estrecho y evitar nuevas infecciones», explica Galarza, alumna de Economía de la UC.

Un ganadero cántabro comprueba que el dispositivo en su versión inicial, un collar externo, está correctamente colocado en una de sus vacas.

Sus creadores admiten que anteriormente habían estudiado otras alternativas, desde drones a collares y chips, pero ninguna resultaba tan eficaz y cómoda para el ganadero como el bolo. Al ofrecer la localización exacta de las vacas mediante GPS, el dispositivo le permite conocer en tiempo real si alguna se ha salido de su recinto sin tener que subir periódicamente al monte para cerciorarse de que todo está bajo control.

Para ello, el bolo –una vez introducido en el animal por la boca– se conecta a una red de triangulación formada por varios emisores colocados en lugares estratégicos de la parcela, que pueden cubrir superficies de varias hectáreas. 

La información recopilada por el bolo se transfiere a los receptores y estos se encargan de reenviarlos a una base de datos alojada en la nube. «Nuestra aplicación puede enviar datos y alertas al ganadero para indicarle que la vaca se ha fugado. Él solo tiene que acceder a una aplicación en el teléfono móvil para visualizar esos datos ya interpretados gracias a la Inteligencia Artificial», detallan.

Los impulsores de Bolotrack aseguran que el dispositivo no supone ningún riesgo para la salud del animal, aunque permanezca largo tiempo en el rumen, uno de sus estómagos, debido a que está recubierto de un material gastrorresistente. 

El mecanismo cuenta con una bateria que dura entre cuatro y cinco años y, si se agota antes de que la vaca vaya al matadero, basta con introducir otro. «En cambio, si la vaca va al matadero antes de que la batería se quede a cero, podría reutilizarse en otra. Solo habría que realizar el mantenimiento correspondiente y volverlo a implantar», exponen.

Buena parte de los ganaderos están familiarizados con los bolos, que ya se emplean para introducir localizadores o para administrar medicamentos de liberación lenta, vitaminas e incluso nutrientes.

Prototipos

Hasta el momento, los jóvenes han desarrollado dos prototipos. El primero fue un collar que funcionaba correctamente, pero la monitorización podría detenerse en caso de robo o de que una vaca lograse zafárselo, por lo que tuvieron que decantarse por una versión menos problemática, el bolo. 

En esta labor investigadora ha sido clave la contribución de Paco, un ganadero cántabro que se ha prestado a los análisis de Bolotrack. «Él nos comentó que el trabajo diario incluye subir al monte para comprobar, vaca por vaca, que todas están bien y esa dependencia es una de las razones de que sean pocos los que quieran dedicarse a ello y una de las causas de la falta de relevo generacional», argumenta Melina.

El bolo ruminal mide diez centímetros de largo y cuatro de diámetro.

Por ese motivo, confía en que la automatización de procesos gracias a herramientas tecnológicas como el Bolotrack mejorará la vida de los ganaderos y en el futuro más personas se mostrarán interesadas profesionalmente por esta actividad.

El objetivo final de su startup, aún en proceso de estructurarse, es comercializar el bolo ruminal en explotaciones extensivas de vacuno de carne y no descartan cruzar las fronteras regionales. «Un ganadero que tenga una explotación en otra comunidad podría controlarla desde Cantabria con nuestro dispositivo, algo que hasta ahora era impensable; no había otro remedio que delegar esa responsabilidad en terceras personas».

Pese a que todavía queda un largo recorrido antes de poner su producto en el mercado, el equipo de Bolotrack tiene muchas esperanzas depositadas en el proyecto, después de haber sido premiado como el mejor de la duodécima edición del programa ‘e2: Estudiante x Emprendedor’, del Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE). «Los bolos que existen ahora ofrecen la localización del animal, pero no su análisis y eso solo lo ofrece el nuestro», remarcan. Lo bastante para pasar de un simple control a distancia a una valoración completa de lo que está ocurriendo con ese animal.

David Pérez

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