Hosca: Complementos y mobiliario hechos con piel recuperada de tudanca
La diseñadora Isabel Álvarez elabora todo tipo de productos artesanales en su taller de Mazcuerras
Antes del inicio de la pandemia, la cántabra Isabel Álvarez decidió cambiar por completo su vida profesional. Después de dos décadas como gerente de un hotel familiar en Carrejo, fundó Hosca, un pequeño taller ubicado en Mazcuerras donde elabora bolsos, cinturones, llaveros, alfombras, taburetes y todo tipo de complementos de moda y mobiliario doméstico a partir de piel de tudanca. Álvarez comercializa sus productos en varias tiendas de la región, a través de su web y en su taller.
Hasta la llegada de la mecanización, la vaca tudanca se empleó durante muchos años como animal de tiro, especialmente en sectores como la agricultura y el transporte. El abastecimiento de trigo a la provincia y el suministro de mercancías al Puerto de Santander no se entendía sin esta variedad autóctona de gran cornamenta y orejas pequeñas y blanquecinas.
Los tiempos han cambiado y también la forma en que se explotan. La diseñadora industrial Isabel Álvarez ha sabido encontrar en la tudanca recursos más allá de su leche y su carne. A la entrada de Hosca, su pequeño taller ubicado en Mazcuerras, ya se percibe un característico y cálido aroma a cuero curtido. En él, elabora, a partir de su piel y de manera artesanal, todo tipo de complementos de moda y mobiliario doméstico, desde bolsos, cinturones, estuches, monederos y fundas para cuadernos hasta llaveros, puffs, alfombras circulares, maceteros, taburetes, y cuévanos.
Álvarez comenzó a esta aventura después de media vida vinculada a la hostelería. Durante casi dos décadas fue responsable del espectacular hotel que abrió su madre en la zona, ‘El Jardín de Carrejo’ y justo antes de la pandemia quiso dar un nuevo rumbo a su trayectoria profesional con el lanzamiento de este proyecto artesanal. “A mí siempre me ha gustado trabajar con las manos. De hecho, algunos decorativos del hotel los hice yo misma”, confiesa la gerente de Hosca.
ArtesanalArtesanalEn sus ratos libres, elaboraba mobiliario doméstico con materiales reciclables, como el papel de periódico. Sin embargo, jamás había trabajado con piel de tudanca y para aprender a hacerlo se desplazó hasta Ubrique, un pueblo situado en la sierra de Cádiz que siempre se ha dedicado a la industria de la piel. “Allí confeccionan las mejores marcas del mundo como Loewe y Gucci. No solo trabajan en China”, explica Álvarez.
También allí vive su mentor, José Luis Bazán, un artesano afamado que ofrece cursos de formación y con el que adquirió los conocimientos que intenta rentabilizar.
La mayoría de las personas que trabajan con piel pocas veces qiuieren conservar el pelo del animal. “Yo no lo quito porque quiero que mi proyecto tenga identidad propia”, dice Isabel Álvarez.
Proceso de curtido
Tardó año y medio en dar con los verdaderos proveedores. Ella pensaba que debía recurrir directamente a los ganaderos, pero con el tiempo observó que a quiénes tenía que dirigirse era a los responsables de los mataderos. “Todo lo que entra ahí se convierte en subproducto. Las grasas pueden ir a empresas cosméticas y las pieles acaban en manos de comercializadoras que las venden a la industria de la piel”, señala.
A todas las personas que no comparten su política de emplear pieles de animales, Isabel Álvarez les recuerda que los mataderos las extraen siempre “y yo lo único que hago es sacarlas de ese circuito y utilizar algo que está ahí”.
Para obtener cualquier materia prima del matadero se necesita una licencia de subproductos no alimenticios y disponer de medios logísticos. “La primera vez compré ocho pieles. Me dejaron una furgoneta, compré un contenedor para meterlas allí y fui hasta Gerona”, relata.
Allí se encuentra el único curtidor que le ofrece la posibilidad de mantener el pelo de la vaca. “En las siguientes ocasiones, contraté un servicio de transporte, pero también cuesta una barbaridad”, opina.
La artesana subraya que durante el proceso de curtido se utilizan químicos contaminantes, como el cromo, y aunque a ella le encantaría que el proceso fuese completamente natural, por el momento no es posible. En cualquier caso, se muestra orgullosa de su proyecto porque está basado en economía circular y tiene un fuerte componente cántabro, incluso en los diseños. “He hecho lámparas con forma de campanos y ahora estoy intentando sacar una luminaria que combina piel de tudanca y bolos”
Isabel vende sus productos en un comercio de Cabezón de la Sal y a otro de Santander, además de su página web y el propio taller, que se beneficia de estar ubicado junto a Viveros Escalante “porque muchas de las personas que se dirigen allí acaban pasando por el taller”, concluye la artesana.
David Pérez