LA GRÚA: La apuesta por las cervezas artesanas
Con cerca de veinte tipos de cerveza, hay un sabor para cada tipo de consumidor
Las cervezas artesanas o craft beers están de moda. Tras triunfar en Estados Unidos, han llegado con fuerza a España y cada vez cuentan con más adeptos, que apuestan por los sabores naturales y originales. El santanderino Alejandro Vega decidió hacer de su hobby su modo de vida y así fundó La Grúa que, desde su fábrica en Pontejos, ya ha producido diecinueve tipos distintos de esta bebida.
La Grúa de Piedra es un monumento de Santander perfectamente reconocible para cualquier cántabro. Alejandro Vega ha convivido con este emblema de la ciudad toda su vida y, por ello, cuando se planteó abrir su propia industria artesana de cervezas decidió que era el nombre perfecto. Aunque había estudiado Químicas, siempre le había atraído la fabricación de esta bebida, que comenzó a realizar en su casa y tuvo que ir ampliando, ante las peticiones de amigos y familiares. Decidió entonces que era el momento de convertir su afición en su modo de vida. Así nació La Grúa, que ya ha cumplido seis años.
Con solo 26 años presentó su proyecto a Sodercan que, tras asignarle un técnico para ayudarle a elaborar un bussiness plan, le financió el 50% de la inversión. Esta aportación, junto a sus ahorros y un crédito bancario, le permitieron iniciar su andadura profesional en 2012, aunque los comienzos no fueron sencillos. “Las Administraciones fueron muy lentas. Mi proyecto tuvo que pasar por varias consejerías y por el Ayuntamiento. Esta tardanza hizo mucho daño porque en ese momento ya estaba pagando la nave y la cuota de autónomos y no generaba ingresos, ya que todavía no podía producir. Fue duro”, recuerda Alejandro.
Aprovechó este largo proceso para formarse más en este campo. Hizo varios viajes a Estados Unidos, la cuna de la craft beer, donde muchas cerveceras artesanales le abrieron sus puertas y le enseñaron sus procesos de fabricación. Después, completó estas experiencias con otros viajes a fábricas inglesas y españolas.
Este esfuerzo ha tenido su recompensa. A finales de 2013 ya había comercializado unos 9.000 litros de cerveza. Este año estima que lo cerrará con algo más de 50.000 litros fabricados y el año que viene espera llegar a los 70.000 o 75.000. Deja claro que no son grandes cantidades, si se comparan con las de las marcas comerciales, pero marcan una evolución que, en parte, se debe a la aceptación que empiezan a tener estas bebidas en el mercado español.
De hecho, aunque en sus instalaciones del polígono industrial de Pontejos trabajan tres personas, esperan ser pronto cuatro, ya que acaba de ampliar tanto la fábrica como su capacidad de producción.
Apuesta por el desarrollo
Durante estos años ha dedicado todos sus esfuerzos al desarrollo de producto, hasta el punto de haber fabricado 19 tipos de cerveza diferentes. Parte de ellas se producen de forma continua y otras son estacionales, las seasonal beers, ediciones limitadas que producen ocasionalmente.
Las cervezas La Grúa que se podían encontrar todo el año, hasta ahora, eran cinco: dos rubias (una estilo lager y otra más afrutada), una american pale ale –amarga, por la mayor cantidad de lúpulo–, una australian pale ale (como la american pero más suave) y una irish red (tostada de sabor fuerte). Desde este mes se suma una indian pale ale (IPA), variedad que se está poniendo de moda entre los amantes de la cerveza artesanal. Las IPAs son un tipo de cerveza de alta fermentación en las que las levaduras que participan en la transformación de los azúcares de las maltas en alcohol flotan en la superficie, en contraste con las cervezas lager, cuyo proceso de fermentación es bajo.
Además de estos seis tipos, cada poco tiempo lanzan alguna edición limitada. Ahora, ante la demanda que tienen de algunas de estas seasonal beers, han decidido repetir varias de ellas, como la Coffee Bomb, una cerveza negra con café, cacao y vainilla.
Junto a la variedad de sabores y graduaciones, con las que intentan adaptarse a cualquier paladar, en La Grúa hay una clara política de vinculación con el territorio. Una muestra de ello son los nombres de muchas de sus creaciones, reconocibles para cualquier santanderino: Viento Sur, Viento Norte, Nordeste, Viento Gallego, Machichako, Galerna…
Para acercarse a los consumidores, Vega realiza visitas a su fábrica, con cata de cervezas incluidas, el último sábado de cada mes en horario de mañana. También ha tenido abierto un bar con terraza en sus instalaciones, pero el crecimiento de la producción no le ha permitido continuar con la aventura. Su deseo es abrir un bar en Santander en el que además de servir varios tipos de cervezas propias daría cabida a cerveceras invitadas, tanto locales como foráneas.
Un mundo diferente
El negocio de la cerveza artesanal es diferente. “Es un mundo muy bueno, no competimos entre nosotros, sino que nos apoyamos”, explica el empresario santanderino, que añade que a todos los productores les une un deseo, “que la gente pase de beber cerveza industrial –que está hecha con atajos, conservantes e incluso colorantes– a beber cerveza de verdad, hecha de forma natural”.
Alejandro también sostiene que es un ámbito divertido, “al haber siempre cervezas de por medio”, y destaca lo comunes que son las colaboraciones entre productores. De hecho, este mes viajará a Boston, donde hará dos con fábricas de allí. Espera traer una buena experiencia, además de ideas y recetas que aplicará en sus próximos productos. “En estas colaboraciones hacemos una receta a medias, intercambiamos opiniones, formas de trabajar… Aprendemos mucho”, dice. Después, los americanos vendrán a Cantabria para hacer otro tanto en la fábrica de La Grúa.
Este tipo de acciones también se hacen a nivel nacional y sirven para dar a conocer a la marca partner en la región de su aliado, además de darle acceso a sus canales de la distribución. Un ejemplo de colaboración que no se ve en otros campos.
María Quintana