Los Díaz Ortiz: Los fabricantes artesanos de guitarras en Cantabria

Emilio y César tenían un sueño poco habitual en el Norte de España: fabricar guitarras clásicas

En el siglo XVI, los fabricantes de laúdes comenzaron a llamarse luthiers. Más tarde, este nombre pasó a utilizarse para designar a los fabricantes de cualquier instrumento de cuerda. Dentro de esta familia, la guitarra es uno de los instrumentos musicales que más se tocan en todo el mundo. César y Emilio –o los Hermanos Díaz Ortiz, como son conocidos– no se consideran luthiers, ellos son guitarreros. Comenzaron esta andadura hace cinco años de forma autodidacta y ya han fabricado más de una treintena de guitarras en su pequeño taller.


César y Emilio son los hermanos Díaz Ortiz. En su casa siempre ha habido un taller y a ellos, desde niños, les encantaba pasar el rato en él: se hacían pistolas serrando palos, tallaban madera… Cuando cumplieron la mayoría de edad, César decidió estudiar Físicas y Emilio comenzó sus estudios de guitarra en el Conservatorio Ataúlfo Argenta, de Santander. Al finalizarlos comenzó a trabajar en la carpintería de un familiar, como ebanista. Fue entonces cuando decidieron aprovechar los recursos con los que contaban para llevar a cabo una idea que ambos tenían en mente: fabricar una guitarra con sus propias manos. De esto hace ya veinte años. Era una época ‘preinternet’ como ellos dicen. Aunque la red de redes ya existía, su uso no estaba muy extendido. Por aquel entonces, se hicieron con un libro en inglés que explicaba cómo construir una guitarra clásica y, como era bastante complicado de seguir, consiguieron fabricar poco más que el mástil.

En el 2014 decidieron retomar esta aventura. Gracias a Internet descubrieron que en España hay dos grandes empresas especializadas en la venta de madera para hacer guitarras y que vendían un kit con toda la madera que se necesita para construir una, un especie de paquete do it yourself. “Es complicado saber qué tipo de madera se necesita, de qué calibres, tamaños y dimensiones… por eso este kit facilita mucho ese primer acercamiento”, comentan. También Internet les allanó el camino: hoy en día favorece el acceso a libros, tutoriales en vídeo, blogs acerca de cualquier tema… Eso, unido al gusto de los dos por las guitarras y por el trabajo manual, les permitió hacer la primera. Una guitarra que, según ellos, es “tocable”, ya que suena bastante bien, pero no es “vendible”, ya que tiene algunos defectos, aunque solo un ojo experto los percibiría.

El proceso

Realizar una guitarra de manera artesanal les lleva dos o tres meses.

Desde que comenzaron a fabricar guitarras hasta ahora, su modo de trabajo y su técnica ha ido evolucionando. Van progresando según el modo de ensayo prueba-error y van incorporando diferentes técnicas. Ambos coinciden en que sus guitarras han evolucionado también en el sonido.

Uno de los problemas que existen a la hora de fabricar una guitarra es que no hay un camino fijo sino formas muy diversas de hacerla. Por eso, las soluciones van surgiendo en el día a día.

Desde que fabricaron su primer instrumento, el profesor de guitarra de César, Javier Candela, ha sido el encargado de comprobar si han realizado un buen trabajo. A día de hoy, sigue siendo el encargado de probar cada una de sus piezas. Los guitarreros indican que hay muchos problemas que pueden surgir tras la fabricación: que no sea cómoda, que una cuerda vibre y pegue contra un traste porque está algo levantado, que la altura de las cuerdas sea muy alta… La mejor forma de comprobar todas estas circunstancias es que un profesional la toque. Y por eso están tan agradecidos al profesor del conservatorio.

Trabajo artesano

El tiempo que tardan en fabricar una guitarra depende de cada encargo, pero estiman una media de dos o tres meses. Ya llevan fabricadas 35 y no hay dos iguales.

César explica que la diferencia entre una guitarra personalizada y una que no lo sea se asemeja a comprarse un guante hecho a medida o de tienda. “¿Cuál ajusta mejor?”, pregunta. En una guitarra artesana todo va a ir ajustado a quien la va a utilizar. El intérprete toca la guitarra y ellos eligen la altura de cuerda y la tensión que necesita.

En otros casos, son los dueños de una guitarra los que acuden a su taller con cualquier necesidad que les surja, desde reparar un rasguño hasta una rotura.

La elección de materiales es otro aspecto decisivo, ya que es una de las características que más influyen en el sonido de la guitarra, aunque reconocen que se elige sobre todo por estética.

El varetaje de las guitarras sirve para dar consistencia a la tapa y que no se rompa.

Existen varios tipos de madera que pueden usarse para la confección de una guitarra artesana. Las que más utilizan los torrelaveguenses son el arce flameado, el palosanto de india –el más habitual en guitarras clásicas– y la caoba americana flameada.

Una curiosidad es que realizan guitarras de cadete, con un mástil de unos 58 centímetros en lugar de los 65 habituales. No es muy común realizar guitarras artesanales pequeñas, ya que los niños, cuando crecen, las van dejando atrás, pero creen que es una oportunidad para iniciarlos en este instrumento. Además, consideran que aunque los intérpretes sean jóvenes necesitan una buena guitarra. “Si Paco de Lucía toca con una escoba seguirá siendo Paco de Lucía, pero una guitarra buena…”, comentan entre risas.

Ambos coinciden en que más difícil aún que fabricar estos instrumentos es venderlos. Sus clientes llegan a través del boca a boca, las redes sociales y de las ferias de guitarras artesanas a las que acuden (recientemente han estado en Valladolid y Valencia). Además, colaboran con el concurso de guitarra Juan Crisóstomo de Arriaga para jóvenes intérpretes que organiza el Conservatorio de Bilbao. Allí, los hermanos Díaz Ortiz exponen sus guitarras durante el certamen y regalan una a uno de los premiados.

Su sueño es simple: poder dedicarse a este negocio a tiempo completo y llegar a abrir un taller y una escuela de fabricación de guitarras, algo que no existe en el Norte de España. Si tuvieran que pedir algo más, les encantaría que el músico cántabro Miguel Trápaga, al que consideran un top mundial, tocara una de sus guitarras en cualquiera de los conciertos que ofrece por todo el mundo.

María Quintana

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