Un consultor cántabro para el sector nuclear
David Garrido asesora a empresas y organismos internacionales en la gestión de los residuos nucleares
La gestión de los residuos radiactivos es uno de los problemas más acuciantes para las centrales nucleares. Un ingeniero cántabro, David Garrido, ha creado una consultora para asesorar al respecto tanto a las operadoras como a los organismos reguladores. Garrido ha trabajado durante 19 años en ENSA y ha sido el responsable del diseño del primer modelo de contenedor certificado por esta empresa.
Uno de los hitos más llamativos de la industria cántabra es el haber formado el único cluster nuclear que existe en España. No es extraño, pues, que en este entorno haya surgido una iniciativa como la de David Garrido, la de convertirse en consultor para asesorar a las propietarias de las centrales nucleares, a fabricantes de componentes y a organismos reguladores de todo el mundo. Y lo hace, además, en un campo en el que existe una gran demanda, como es el de la gestión de los residuos radioactivos porque, más allá de las estrategias de cada país sobre la construcción o no de nuevas centrales nucleares, la gestión y el almacenamiento de los residuos forman es uno de los problemas más acuciantes que deben resolver estas instalaciones.
Pocos especialistas
La especialización de Garrido en este campo tiene que ver con su larga experiencia en la fabricación de contenedores para el almacenamiento y transporte del combustible irradiado, el que sale de los reactores una vez usado. Él era el técnico responsable del diseño de estos componentes en Equipos Nucleares (ENSA), que fabrica contenedores para muchas centrales y hará los que se utilicen para el desmantelamiento de Garoña, si consigue el contrato.
Tras 19 años en ENSA, y con un paso previo por la industria de la automoción, como calculista y analista de componentes, este ingeniero industrial ha decidido orientar su trabajo hacia el asesoramiento externo en la gestión de los residuos nucleares.
La figura del consultor es poco habitual en España pero bastante frecuente en países con más tradición en el campo de la energía nuclear, como Estados Unidos, aunque no son muchos los jóvenes ingenieros que optan por esta especialización. La polémica sobre los riesgos que implica este tipo de energía y el rechazo social que genera en parte de la población han limitado la llegada de nuevos profesionales, hasta el punto de que puede hablarse de un gap generacional. Una razón más para garantizar el recorrido que tiene por delante la iniciativa de David Garrido.
Previamente, este ingeniero había tenido ofertas de trabajo de compañías como EDF, la principal empresa de generación y distribución eléctrica de Francia, que proyecta construir nuevas centrales nucleares en Gran Bretaña, en consorcio con otras empresas chinas. También tuvo la ocasión de convertirse en técnico de la Organización Internacional de la Energía Atómica, con sede en Viena. Finalmente, en enero de 2017, la empresa norteamericana NAC international le dio la oportunidad de compaginar el trabajo para esta compañía con el asesoramiento de otros clientes, y hacerlo además sin tener que abandonar Cantabria.
Qué hacer con los residuos nucleares
La gestión de los residuos de alta actividad es uno de los aspectos críticos en las centrales nucleares. La solución que se ha venido aplicando es almacenarlos, una tarea que debe ejecutarse con los estándares de seguridad más extremos, habida cuenta de su peligrosidad y de la larguísima vida radiactiva de muchos isótopos.
En una primera fase, ese almacenamiento se produce en piscinas, dentro de las propias centrales que los generan. Cuando estas piscinas se saturan, los residuos se encapsulan en contenedores metálicos o de hormigón para ser llevados a un almacén temporal en tierra. El último paso es su almacenamiento definitivo en túneles situados en lugares geológicamente estables, como lo han hecho ya países como Finlandia o Suecia.
En el caso español, ese almacén temporal centralizado para residuos de alta actividad ni siquiera se ha construido, porque el proyecto de Villar de Cañas (Cuenca) viene chocando desde 2015 con la oposición de la Comunidad de Castilla-La Mancha. Este bloqueo ha obligado a las centrales nucleares a dotarse de su propio almacén temporal individualizado (ATI) dentro del recinto de la instalación.
De las ocho centrales nucleares que existen en España (en Francia hay 58), solo dos (Ascó y Trillo) tienen resuelto el problema; Almaraz y Cofrentes estan en vías de hacerlo; Garoña lo va a necesitar, aunque se haya acordado su desmantelamiento, y alguna más, como Vandellós, cuenta aún con capacidad en sus piscinas para alojar el combustible gastado.
El papel de Garrido está en el asesoramiento sobre la mejor forma de afrontar los almacenamientos y sobre las características de los contenedores a emplear. Con los diseños actuales, la vida útil de un contenedor es de unos 50 años, pero ya se están haciendo pruebas que demuestran que esa duración prácticamente se podría duplicar. También se están explorado otras vías para evitar o minimizar el almacenamiento de residuos, como su reprocesamiento para hacer nuevo combustible o su transmutación en isótopos con una vida radiactiva mucho más corta.
Son algunos de los retos que plantea la energía nuclear, que sigue siendo una apuesta no solo de países como China, India o Emiratos Árabes, sino también de la vieja Europa, ya que Gran Bretaña y Finlandia tienen prevista la construcción de nuevas centrales.
Jesús Polvorinos