Videojuegos a la carta

La empresa cántabra Binary Box Studios crea una plataforma que permite a los usuarios diseñar sus propios videojuegos

La industria del videojuego va sumando fuerzas en Cantabria y no solo por la creación de nuevas producciones. Binary Box, un pequeño estudio fundado por Francisco Calatayud, ha creado un editor de videojuegos que permite que cualquier usuario diseñe su propia aventura. Arch, que es el nombre de esta plataforma, fue premiada el pasado año en Cantabria por el Programa Yuzz, Jóvenes con Ideas.


Consolas cada vez más  potentes, imágenes que se aproximan asombrosamente a la realidad y una narrativa casi cinematográfica. El mundo de los videojuegos parece capaz de suministrar a sus seguidores todo lo que esperan de esta modalidad de ocio. Pero cabe todavía otra forma de disfrute, la de construir uno mismo su propio videojuego. Y para ello no hace falta dominar las complejas herramientas informáticas que utilizan sus diseñadores. Bastará con manejar una aplicación como la creada por una empresa cántabra, Binary Box Studios, un editor de videojuegos que, por su sencillez de uso, permite a cualquier aficionado diseñar y dar forma a su propia historia, y con la complejidad que él mismo desee para cada nivel de juego.

Con este editor de videojuegos, su autor, Francisco Calatayud, obtuvo el pasado año en Cantabria el primer premio en el programa Yuzz, Jóvenes con Ideas, organizado por el Banco de Santander, CISE y Ejecant. Un reconocimiento que le sirvió de impulso para crear su propia empresa de videojuegos y cumplir el sueño que perseguía desde que concluyó en Cesine sus estudios de Ingeniería en Diseño Industrial y Multimedia.

Una plataforma y red social de videojuegos

Mientras trabajaba en un estudio de Bilbao creando videojuegos, Calatayud se preguntaba si el complejo trabajo de edición que va desde la programación a los gráficos, el diseño de los distintos niveles o la inclusión de la música podía hacerse accesible a alguien que no tuviese una formación especializada. Y él mismo ofreció la respuesta, Arch, un editor de videojuegos con módulos en 3D, que no requiere conocimientos específicos. “El usuario solo tiene que arrastrar y colocar los módulos”, explica Calatayud. “Las herramientas ya están configuradas y no hay que tocar ninguna línea de código”.

Arch no es solo un editor de videojuegos, también es una plataforma que permite compartir los juegos que se crean con otros usuarios, igual que se pueden compartir los videos en Youtube; una forma de interactuar similar a una red social y en la que cada usuario tiene su propio perfil. Arch contará también con una tienda de contenidos en la que los usuarios podrán poner a la venta los gráficos que hayan diseñado.

El acceso a la plataforma será gratuito y el retorno económico para Binary Box vendrá de la venta de los módulos en 3D escogidos por el usuario, es decir de los recursos que se emplean en la creación de los videojuegos.

El proyecto impulsado por Calatayud se caracteriza por la novedad de su enfoque. En el mercado ya existe algún precedente, como el de Nintendo y su ‘Mario Maker’, pero solo permite construir diferentes niveles dentro del mismo juego. “Con mi plataforma se puede crear cualquier historia”, subraya el ingeniero cántabro.

La versatilidad de su herramienta tecnológica hace que también resulte útil como apoyo a otros profesionales, como pueden ser los diseñadores que no saben programar pero que pueden utilizarla para crear gráficos, o profesores interesados en hacer un vídeo interactivo como material didáctico para sus alumnos.

Binary Box trabaja actualmente en la configuración de la tienda virtual y en los aspectos que como red social tendrá la plataforma, y confía en lanzarla para final de año.

Videojuegos ‘indi’

El usuario tiene la posibilidad de ir colocando los módulos 3D que darán forma y contenido al videojuego.

Aunque aspire a ser el motor de la empresa, el editor de videojuegos no es la única línea de negocio. Calatayud se ha lanzado también a explorar la aceptación que pueden tener sus creaciones en el competitivo mundo de los videojuegos. Hasta el momento, ha producido dos, una historia de terror, muy del gusto del público adolescente (‘Apartamento 327’), que fue presentada en el Festival Santander Alternativo, y una carrera de naves espaciales (‘Mercury Race’), desarrollado con otro estudio cántabro, Herrero Games.

Ambos videojuegos están pensados para consolas y ordenadores, un mercado mucho menos saturado que el de los dispositivos móviles, pero que tiene mayor complejidad de creación. Los títulos se distribuyen a través de un portal de videojuegos online, en el que son los usuarios quienes deciden con sus votos si un videojuego, que previamente se ha mostrado en el escaparate de ese portal, debe ser publicado o no.

Para los pequeños estudios, como Binary Box o cualquiera de los que existen en Cantabria, no es un camino fácil, ya que en el mercado deben competir con grandes producciones. Pero en el mundo de los videojuegos también hay un lugar para las creaciones indi, que es la imagen con la que se identifican estos profesionales.

Al contrario de lo que ocurre en el País Vasco o Asturias, la industria del videojuego es un sector pequeño en Cantabria, pero comienza a crecer. Actualmente hay cinco estudios, repartidos entre Santander y Camargo, a los que habría que añadir los desarrolladores que trabajan en solitario, porque una de las ventajas de esta actividad es que las herramientas son fácilmente asequibles. Mientras que hace diez años comprar un motor de videojuegos para empezar a programar y el software de los gráficos podía costar cerca de 9.000 euros, ahora se distribuyen prácticamente de forma gratuita, a cambio de un pequeño porcentaje sobre las ventas que hagan los desarrolladores con esas herramientas.

Además, el mercado al que se dirigen estas creaciones es global, por lo que no tiene sentido pensar en términos de competencia local entre empresas. Esta circunstancia facilita la colaboración entre los pequeños estudios cántabros, que los promotores de Binary Box y Herrero Games quieren potenciar con la creación de un lugar de encuentro (‘Game Hub’) con otros creadores de videojuegos con los que comparten instalaciones.

Charlas, talleres y pruebas de juegos serán los contenidos de una iniciativa que quiere potenciar esta incipiente industria en Cantabria. Un crecimiento que se verá favorecido por la puesta en marcha de un título de FP en animación 3D que se impartirá en Viérnoles, y con el curso de experto en diseño y programación de videojuegos que se puede seguir desde el pasado año en la Universidad de Cantabria. Sobre esos nuevos profesionales descansará el futuro de la industria del videojuego en Cantabria.

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