Yamaha music school: La innovadora formación musical traída de Japón

El músico santanderino Josías Rodríguez se ha convertido en hombre orquesta: concertista, profesor y emprendedor

La metodología musical Yamaha tiene su origen en 1954 en las escuelas de Japón y se basa en el lema ‘La música para todos’. Hoy en día, hay más de 6.000 escuelas que la imparten en Japón y otras 1.500 en 40 países de los cinco continentes. Una de ellas la ha abierto en Santander el músico y profesor Josías Rodríguez. Tras casi una década viviendo en Suiza, decidió iniciar su aventura empresarial en Cantabria. Una apuesta que le ha dado muchas más satisfacciones de las que esperaba.


En casa de Josías Rodríguez la música siempre ha estado presente. Sus padres son amantes de este arte y sus reuniones familiares siempre han estado amenizadas por cánticos y rasgueos de guitarra. Quizá por eso a Josías le interesó la música desde bien temprano. Su padre le enseñó a tocar la guitarra y poco después empezó a dar clases de piano, aunque decidió que ese no era su instrumento. A los trece años, formó una banda musical con unos amigos, en la que él tocaba la guitarra eléctrica.

Había iniciado sus estudios musicales de guitarra en el Conservatorio Ataúlfo Argenta y, más tarde, en el Jesús de Monasterio –ambos en Santander– pero, ante la ausencia de educación musical superior en Cantabria, se fue a Madrid a completar su formación. Si años atrás alguien le hubiera dicho que cambiaría la guitarra eléctrica por la clásica y el rock por la música barroca, se hubiera reído, pero así fue. En su etapa en Madrid, Josías comenzó a impartir clases y a dar conciertos de laúd, tiorba, vihuela y otros instrumentos barrocos por gran parte de la geografía europea. Después, su familia y él se instalaron en Zurich (Suiza), donde han residido nueve años. Allí, pudo dedicarse a la música por completo, tanto como intérprete como profesor, pero echaba de menos España.

En 2016, Josías y su familia decidieron volver a España. Aunque ya tenía idea de abrir una academia musical, no lo veía claro. Tras conocer el método de enseñanza musical Yamaha y comprobar el funcionamiento de una de sus escuelas en Madrid, el guitarrista decidió que era lo que andaba buscando e inició su aventura como empresario, aunque aún se ríe cuando le llaman así.

Un balance positivo

Aunque el método Yamaha apuesta por las clases en grupo, en la escuela también ofertan clases individuales.

El método Yamaha tiene como objetivo despertar la creatividad de los alumnos, el desarrollo de la sensibilidad musical y la ejercitación de unas habilidades musicales básicas. El aprendizaje está basado en cinco pasos: escuchar, cantar, tocar, leer y crear, lo que hace que se diferencie de los sistemas tradicionales, más enfocados a la técnica del instrumento y al estudio del lenguaje musical.

Los profesores tienen un alto nivel y deben estar en continuo reciclaje y, además, difiere de las enseñanzas más tradicionales en su apuesta por el trabajo en equipo y por la creación, lo que le llevó a decantarse por este tipo de escuela. También porque “es una marca reconocida que se vende a sí misma, a diferencia de una escuela bajo mi nombre que sería una más”, añade.

En cualquier caso, sus primeros pasos como emprendedor no fueron fáciles. “Los alquileres en la ciudad son muy caros y las gestiones se complicaban. Hubo momentos muy duros”, recuerda. Quizá por eso, durante los primeros seis meses mantuvo su trabajo de Suiza –a donde volaba todas las semanas–, por si las cosas no le iban bien.

Gracias al esfuerzo, al apoyo de su mujer y a la ayuda que recibió de la Cámara de Comercio de Santander pudo dedicarse por completo a la academia, que el pasado mes de febrero cumplió un año. El balance que hace es muy positivo. Él ejerce como director y profesor de guitarra (aunque también “chapurrea piano y batería”, como dice), y cuenta con otros cuatro docentes –de batería, de violín, de piano y de canto– pero las expectativas son que la plantilla se duplique pronto, ya que el número de alumnos ha crecido exponencialmente, hasta llegar a los 170. De ellos, unos 100 son niños y adolescentes y el resto, adultos.

La oferta de la escuela es enorme, ya que además de las clases con metodología Yamaha, imparte su propio método a ciertos alumnos. Además, realizan campus musicales para los periodos no lectivos, como Navidad o Semana Santa, y preparan las oposiciones de maestro con especialidad de música.

“Haber abierto la escuela me está dando unas satisfacciones personales increíbles”, expresa el santanderino, que pone de ejemplo el concierto que más de 60 de sus alumnos han ofrecido en el Ateneo por el primer aniversario de la academia, en el que se completó el aforo e incluso hubo gente que se quedó fuera. No puede ocultar su sonrisa al recordarlo.

Nuevos proyectos

La clase de piano de la escuela permite ofrecer clases grupales con la metodología japonesa.

En el último año, la vida de Josías Rodríguez ha cambiado mucho y sigue cambiando. Compagina su trabajo en la escuela con un nuevo puesto de profesor en el Conservatorio Jesús de Monasterio, sigue protagonizando conciertos de música barroca en diversos puntos de Europa y sus proyectos empresariales continúan creciendo. “Menos mal que a mis hijos, aunque son pequeños, les encanta la música y están siempre en la escuela”, dice entre risas, al comentar el escaso tiempo que le queda para su familia.

Este mismo mes de marzo abrirá una segunda escuela musical en la ciudad. Situada en la antigua Musical Cantabria, y bajo el nombre de My Music Box, tendrá dos campos de actuación: uno, destinado al aprendizaje musical infantil, con su metodología propia; y otro, con el objetivo de enseñar a tocar en grupos o bandas. Josías opina que lo más habitual entre los músicos no es ser solista sino formar parte de un conjunto y ve primordial ofrecer este tipo de enseñanza.

Al final, tendrá que reconocer que se ha convertido en emprendedor.

María Quintana

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