2020, el año en que los ERTEs evitaron la catástrofe
En la comunidad hubo más empresas en pérdidas que con ganancias y solo 40 superaron el millón de beneficio
Después del fuerte aumento de los beneficios que habían tenido las empresas cántabras el año anterior, 2020 se presumía de record, pero la pandemia lo trastocó todo. No obstante, a pesar de que las cifras del Registro indican que dominaron los números rojos, las pérdidas no fueron catastróficas gracias a los ERTEs, que redujeron sensiblemente los costes y las empresas pudieron encajar mejor la fuerte reducción de ingresos. Solo 40 superaron ese año el millón de euros de beneficio en Cantabria.
En los dos primeros meses de 2020 había varios sectores económicos de la región que batían récords. La larga crisis financiera parecía que por fin había quedado atrás después de una década larga cuando se produjo una circunstancia absolutamente inesperada. Un virus muy contagioso y con graves efectos sobre los humanos ponía en peligro la economía china y empezaba a causar preocupación en Occidente, a pesar de que no parecía probable que se extendiese más allá de Asia. Sin embargo, en solo unas semanas saltó a Europa y el 14 de marzo el Gobierno español ya decretó el confinamiento de toda la población en sus domicilios.
En unas horas, el horizonte había cambiado radicalmente. Apenas se mantenían más actividades que aquellas que se podían desarrollar por teletrabajo o las vinculadas a las necesidades más perentorias y durante 100 días nadie pudo salir de su casa salvo excepciones contadas. En esas circunstancias, las más anómalas desde la Guerra, cabía esperar una auténtica catástrofe económica. Los datos del PIB español lo confirman, con una caída del 10%, sin precedentes en tiempos de paz. Aunque en Cantabria fue del 8%, la menor del país, también resultó dramática. Quedaba por saber cómo había afectado esa anomalía a cada empresa individual.
Fuerte caída de los beneficios
Los resultados que aquí se publican han sido recopilados por Iberinform del Registro Mercantil e indican una fuerte y generalizada caída de beneficios, pero, a la vez, muestran la resistencia de las empresas, ya que la mayoría aguantó el tipo. El descenso de la facturación afectó a casi todos los sectores, si bien no causó unas pérdidas tan generalizadas como cabía esperar. Se redujeron los beneficios muy considerablemente pero los balances no se llenaron de números rojos.
La razón está en los ERTEs. El Estado se hizo cargo del pago de las nóminas de muchas empresas privadas y esos 600 millones de euros que ha empleado en pagar nóminas ajenas en nuestra comunidad autónoma durante 2020 y 2021 redujeron bruscamente los costes de las empresas afectadas, por lo que muchas pudieron salvar el ejercicio sin grandes pérdidas, a pesar del brusco descenso de su facturación.
Sin esta ayuda pública, los efectos económicos de la pandemia hubiesen sido superiores incluso a los que tuvo la crisis financiera de 2008 en los peores ejercicios.
Resultados destacados
Si en 2019 hubo 92 empresas en la comunidad autónoma que superaron el millón de euros de beneficio, en 2020 la cifra cayó a menos de la mitad. Solo 40 ganaron más de un millón de euros. Se mantuvieron razonablemente bien las constructoras, las grandes compañías de transportes y parte de las industriales. Algunas tuvieron un ejercicio realmente brillante. La empresa de gestión de residuos Lunagua multiplicó por seis sus beneficios, que superaron los cinco millones de euros, y la fábrica de envases de plástico Formaspack bordeó los 7 millones, después de mejorarlos en un 46%
En cambio, fue un año realmente malo para los distribuidores de combustible, para los vendedores de coches y para los medios de comunicación.
En el ámbito alimentario, frente al crecimiento de Quesería Lafuente, que se acercó a los 6,7 millones de euros de beneficio, con un nuevo salto del 34%, la producción artesanal sufrió más de lo que cabía esperar, si se tiene en cuenta que a nivel nacional crecieron bastante las ventas de supermercados e hipermercados, y el grupo local Semark (Lupa) duplicó los beneficios. La razón puede encontrarse en lo ocurrido con la hostelería, a través de la cual canalizan parte de su producción muchos de estos pequeños productores. Si la hostelería vende menos, ellos también.
Aunque estuvo en el ojo del huracán, no todo el sector hostelero tuvo pérdidas, ni mucho menos. A pesar de los cierres del primer semestre del año y del descenso de facturación general, hubo hoteles que mejoraron sus resultados anteriores, dado que en ese tiempo tuvieron las plantillas en ERTE y a partir de junio la temporada fue buena, incluso a falta de los turistas extranjeros. Les fue peor a los restaurantes, que no consiguieron recuperar lo perdido, así como al ocio nocturno.
Otro sector en circunstancias dramáticas fue el de las residencias de la tercera edad. Aunque la oleada de muertes –sobre todo en el primer semestre del año– redujo su ocupación, las compensaciones económicas del Gobierno regional hicieron que algunas de ellas mejoraran los resultados del año anterior.
Un año de pérdidas
Cuando se pasa de lo particular a lo general, el balance general del año 2020 es malo sin paliativos. De las 1.432 mayores empresas de la región que habían presentado sus cuentas anuales en el Registro Mercantil hasta el pasado diciembre, la tendencia general era de números rojos, aunque la cifra intermedia (-19.000 euros) no resulte tan elevada como para poner en peligro su continuidad. Estamos hablando de la mediana (el valor que se encuentra en la mitad de la tabla). El promedio estadístico es bastante peor ya que arroja unas pérdidas medias de 76.100 euros, pero esa cifra no resulta tan representativa de la evolución del conjunto de empresas porque está muy influida por lo que ha pasado en algunas de las grandes, que por sí solas desequilibran cualquier cálculo. No obstante, en ninguno de estos ratios hemos tenido en cuenta las cifras del Banco Santander, cuya enorme dimensión dibujaría un escenario regional totalmente distorsionado.
Los algo más de 5.000 millones de euros de beneficio neto del Banco en ese ejercicio cuadruplican los que suman todas las demás empresas cántabras. Por este motivo, cualquier cálculo que incluya a la entidad no resulta representativo.
Hay más factores que distorsionan lo ocurrido en la empresa promedio. Por ejemplo, la distribución de las pérdidas, que son mucho más habituales de mitad de la tabla para abajo, lo que indica que la pequeña empresa regional está mucho más condicionada por la coyuntura y podría llegar a desaparecer si las consecuencias de la pandemia son persistentes en el tiempo.