La recogida de vidrio crece menos que los iglús
Ecovidrio, la empresa que organiza la recogida del vidrio usado, recupera al año 33 botellas por cada ciudadano cántabro, una cifra que está ligeramente por encima de la media nacional y que demuestra hasta qué punto puede resultar interesante organizar la recogida de las botellas usados. Cada una que se lleva a la vidriera de Llodio, para volver a fundir, aporta la materia prima suficiente para fabricar otra pero, sobre todo, ahorra la energía equivalente al consumo de una bombilla de 100 vatios durante cuatro horas.
A estos beneficios económicos se une la normativa ambiental. Y es que hace más de seis años que su recogida y reciclaje –voluntarias hasta la entrada en vigor de la Ley de Envases– comenzó a ser obligatoria para las empresas envasadoras y para los ayuntamientos. Éstos dejaron en manos de Ecovidrio la recogida selectiva y el transporte hasta los centros de tratamiento y Ecovidrio, por su parte, se comprometió a extender por toda Cantabria los contenedores verdes –actualmente hay uno por cada 504 habitantes– para cumplir los objetivos que fijaba el Plan Nacional de Residuos para el 2006. Una obligación que ha provocado un importante aumento en el número de iglús callejeros –375 nuevos en el 2003– pero que por el momento no se ha traducido en un aumento de las recogidas, ya que apenas han crecido un 3%.
Era previsible que cuando este sistema de recuperación de los envases de vidrio se generalizase en el medio rural, se produciría una disminución en las recogidas medias por iglú, que ahora se han quedado en 5,27 toneladas. Pero el descenso ha sido más importante de lo esperado, ya que en municipios como Alfoz de Lloredo, San Felices de Buelna o Liérganes las primeras recogidas apenas superan el kilo y medio de vidrio por habitante, quizá porque en el vecindario aún no se ha creado la costumbre de separar los envases.
En realidad, desde que se instalan los iglúes hasta que comienzan a “generar kilos” –como dicen en el sector– pasa un tiempo razonable. Además, como los puntos de recogida aumentan, el vidrio se reparte más y disminuye la cantidad unitaria que se recupera en cada contenedor.
En el fondo, un mayor número de contenedores suele generar más problemas que ventajas, porque Ecovidrio debe equilibrar el servicio que presta a los ciudadanos con su propia rentabilidad económica y no es fácil rentabilizar la recogida en el medio rural. Por eso, en esta organización son perfectamente conscientes de la existencia de dos tipos de contenedores, los que simplemente responden a intereses sociales y los rentables, que fundamentalmente se encuentran en Santander y en los pueblos de la zona costera de Cantabria.
Un esfuerzo superior a la media
A pesar de los 1.100 iglús que ya se han repartido por toda la región, Cantabria sigue sin figurar entre las comunidades con mayor tasa de recogida por habitante. Eso sí, hace años que mantiene una línea ascendente en el reciclaje de todo tipo de envases, incluido el vidrio. Con una media de 10,5 kilos por habitante, ocupa la octava posición en el ranking nacional, muy lejos del País Vasco, donde existe más tradición y sensibilidad medioambiental, pero en bastante mejor lugar que Extremadura o Melilla, los últimos de la lista, donde cada habitante recicló poco más de dos kilos de vidrio el año pasado.
Para el gerente de Ecovidrio, Cantabria está realizando un gran esfuerzo para cambiar las costumbres de la gente y la mejora de los ratios es cuestión de tiempo, ya que la respuesta ciudadana suele ser tardía y está demostrado que la extensión de los contenedores acaba por tener efecto sobre las recogidas.
Las cifras del reciclaje de vidrio no pueden tomarse a broma. Actualmente se recupera cerca del 40% de lo que se produce en España, lo que supone que vuelven a las fábricas casi 1.800 millones de envases que, puestos en fila, recorrerían cuatro veces la distancia que hay entre la Tierra y la Luna. No obstante, nos queda mucho para equipararnos a otros países europeos, que reciclan el 60% de lo producido.
Las cifras de envases parecen desmesuradas, hasta que se comprueban las ingentes necesidades que genera el consumo. Cada español se beberá este año una media de 128 litros de cervezas, vino, licores y sidra, bebidas alcohólicas que casi siempre se presentan en envases de vidrio. Por tanto, el que en Cantabria se recojan y reciclen 33 por habitante, no deja de ser un resultado modesto.
Ahorro energético
El vidrio es el material que más se recicla. Quizá la razón es que es uno de los más agradecidos ya que puede reutilizarse al 100%. A partir de un envase ya usado, podría fabricarse uno nuevo con las mismas características del primero. Las pérdidas son mínimas y se puede reciclar tantas veces como sea necesario. De hecho, los programas de recogida prácticamente se autofinancian ya que los costes de la recuperación de un casco de vidrio cubren con holgura los de la materia prima necesaria para fabricar ese mismo envase.
Además, con las botellas, tarros o frascos que van a los iglúes verdes también se reduce el consumo de energía y la contaminación del aire que generaría su producción. Para poder ser reutilizado, el vidrio recogido se fragmenta, depura y limpia de restos metálicos. La molienda, o calcín, se convierte sin más requerimientos en la materia prima que se funde en los hornos.
Muchas empresas vidrieras utilizan altos porcentajes de vidrio reciclado en la producción de vidrio nuevo. Otras, como la fábrica de Saint-Gobain Glass en Vioño, sólo emplean entre un 15% y un 40%. Un calcín que en este caso procede de empresas externas, como la planta de Recuperación de Vidrios Madrileña, de Parbayón, o de rechazos de producto propio o de otras empresas del grupo.
La razón para no poder utilizar los envases recogidos en los iglús callejeros es evidente. Al dedicarse a la producción de vidrio plano trasparente, el calcín que utiliza la fábrica de Vioño no puede estar mezclado con otros materiales (aluminio, cerámica, etc) o con otros colores ya que, en ese caso, no podría obtenerse el vidrio incoloro.