Víctor Abascal: “Decidí volver al pueblo para mejorar la calidad de vida”
El abogado cántabro considera que el coronavirus marcará un antes y un después en el concepto que las compañías tienen del teletrabajo
El coronavirus ha cambiado por completo la forma de trabajar en las empresas cántabras y ha inducido a muchas de ellas a concebir el teletrabajo como una opción cada vez más viable. El cántabro Víctor Abascal, que pertenece a Calderón de La Barca Abogados, ha decidido afrontar el confinamiento en Ontaneda, su pueblo natal, y en compañía de sus padres. El uso del servicio Vereda, una plataforma para acceder a procesos judiciales informatizados, y el de bases de datos, para consultar los expedientes digitales de sus clientes, le permiten compaginar su vida profesional con la familiar.
Víctor Abascal, natural de Ontaneda, es uno de los abogados del despacho Calderón de La Barca situado en Santander y uno de los muchos que han tenido que llevarse el trabajo a casa por la entrada en vigor del estado de alarma el 15 de marzo.
Las restricciones de movilidad impuestas por el Gobierno central para afrontar la crisis sanitaria que ha provocado el coronavirus obligaban a Abascal, como al resto de los españoles, a permanecer confinado. Entre semana vivía junto a sus tíos en un piso ubicado en la ciudad, pero no tardó en tomar la determinación de pasar este periodo de aislamiento en el domicilio de sus padres y regresar a su localidad natal, a la que siempre se ha sentido muy vinculado. “Decidí volver al pueblo para mejorar la calidad de vida”, explica.
Nuevas prioridades
Aunque su despacho abarca todas las ramas del Derecho, Abascal se centra principalmente en el ámbito laboral y civil y se hace cargo de casos relacionados con la Seguridad Social, incapacidades laborales, despidos y reclamaciones de deudas, entre otros. Sin embargo, considera que, desde que comenzó la situación de excepcionalidad motivada por el Covid-19, los clientes han priorizado los asuntos relativos a la familia y el trabajo sobre otros que son “de menor urgencia”.
La mayoría de las consultas que recibe ahora versan sobre los ERTE, el cumplimiento de los regímenes de visitas de matrimonios divorciados, relaciones con el excónyuge o situaciones patrimoniales. En estos tiempos en que el contacto social se ha extralimitado, Abascal ha decido apostar por comunicarse frecuentemente con los clientes por vía telefónica para que tengan la sensación de sentirse arropados.
Recientemente recibió la llamada de una trabajadora que estaba de baja y en situación de incapacidad laboral. Su empresa le había notificado que se acogía a un ERTE por fuerza mayor y tenía la duda de cuál era el nuevo escenario al que se iba a enfrentar. “Yo le dije que no se preocupara porque las medidas del expediente de regulación temporal del empleo no le iban a afectar mientras estuviese de baja”, asevera.
Una forma nueva de trabajar
El abogado cántabro ha sustituido las reuniones con clientes y compañeros de trabajo por llamadas telefónicas y el traje y la corbata, por ropa cómoda. “No soy de los que no se quitan el pijama en todo el día, pero ya que estamos en casa podemos vestirnos con ropa confortable”, asegura y añade, “de alguna forma también repercute en el estado de ánimo”.
Víctor Abascal reconoce que “lo ideal” es disponer de un lugar físico en el que poder reunirse de forma más profesional con los clientes, pero augura que la obligatoriedad de quedarse en casa para reducir el riesgo de contagio por coronavirus está sacando a relucir el potencial que puede llegar a alcanzar el teletrabajo en algunas profesiones, como por ejemplo, la suya.
Las nuevas tecnologías llegaron hace tiempo al mundo de la abogacía. Desde hace varios años, Abascal emplea el sistema Vereda, una plataforma que le permite acceder a todos los procesos judiciales informatizados mediante una firma digital. Además, dispone de una base de datos gracias a la que consulta los expedientes digitales de sus clientes.
Víctor recuerda que los abogados tienen que gestionar una “elevada” carga de trabajo y hacer frente a jornadas laborales “extensas”. Por ello, aconseja a los profesionales de su sector establecerse unos horarios fijos. Durante esta fase de confinamiento, Abascal dedica las mañanas íntegramente al trabajo y aprovecha un pequeño descanso después de comer para sentarse frente al ordenador y leer noticias en Internet. Después, vuelve al trabajo y concluye la jornada sobre las 18:30 o 19:00 horas.
Para desconectar, después suele colaborar en las tareas domésticas o salir al jardín para hacer ejercicio y mantenerse en forma. “Hace poco, saqué del desván una bicicleta estática que tenía olvidada y ahora pedaleo a menudo”.
El abogado espera reincorporarse pronto a la actividad profesional, pero vaticina que, “siendo optimista”, la normalidad no se recuperará hasta mayo como mínimo. Mientras tanto, afronta el aislamiento lejos de la urbe con el calor de su familia. “Ahora valoro mucho más pasar tiempo con mis padres”.
David Pérez