El Grupo Alvarez reacciona a la guerra contra las bolsas de plástico
El mayor transformador del país defiende las ventajas de este material y pide un uso responsable
La guerra de la Unión Europea contra las bolsas de plástico, que España a tenido que secundar con la obligación de cobrarlas, ha obligado a reaccionar a los fabricantes, que temen una brusca reducción de la demanda, ya que varias cadenas comerciales importantes han anunciado que se pasarán al papel. El grupo cántabro Armando Álvarez pese a no resultar afectado, se ha sumado a una campaña en defensa de los plásticos y de su uso responsable. Álvarez es uno de los líderes europeos de la extrusión de plásticos, con casi 400.000 toneladas al año, pero ha preferido quedarse al margen del mercado de las bolsas, conquistado por los fabricantes asiáticos.
El mayor transformador español de films plásticos de polietileno ha incluido en la portada de su web un manifiesto en favor del uso responsable del plástico, que aparece en el centro de todas las dianas. Entre otras cosas, recuerda que en aquellos países en los que se usan los envases de plástico se reduce sustancialmente la comida desperdiciada (hasta 13 veces menos); debido a su ligereza apenas se necesitan la mitad de viajes para el transporte de las mercancías (por tanto, hay menos emisiones de CO2) y resultan imprescindibles para muchos usos médicos, como ocurre con las bolsas de plasma. El pequeño informe también intenta desmontar la idea de que el plástico sea el principal culpable de que se agoten los recursos petrolíferos, puesto que apenas supone un 6% del consumo mundial de crudo, mientras que el transporte y las calefacciones, sobre los que hay mucha menos presión de la opinión pública, absorben el 87% de la producción petrolera.
Los fabricantes también recuerdan que la creciente presencia de los plásticos en coches y aviones ha ido reduciendo sus necesidades de combustible, al aligerar el peso hasta en un 20%, en el caso de los aviones, y los plásticos duraderos empleados en la construcción de edificios han aumentado los aislamientos de confortabilidad que, a lo largo de la vida útil del inmueble, ahorran 250 veces más energía de la que se utiliza en su fabricación.
Organizar la recogida
Frente a todos estos argumentos en favor del plástico, los fabricantes no pueden dejar de reconocer que hay actividades en las que son imprescindibles los plásticos desechables y eso genera un importante volumen de residuos, algo muy habitual en los envases alimentarios o en los productos de higiene, donde su utilizan envoltorios de un solo uso. Aún en ese caso, advierte que prohibir los plásticos no es la solución para evitar la proliferación de basuras y los daños al medio ambiente, sino que apuesta por la concienciación ciudadana, para que estos productos acaben en un contenedor adecuado, donde será reciclados, y no abandonados por cualquier lugar
Puesto que todos los plásticos son perfectamente reciclables, desde la empresa se insiste en que con una recogida eficaz se resolverá gran parte de los problemas ambientales que origina este producto, cuyos residuos acaban muchas veces en los mares. Un ejemplo de cómo pueden mejorarse esas afecciones al medio ambiente es el acuerdo firmado por la empresa con el Gobierno de Cantabria para la recogida de los plásticos agrícolas, de los que Álvarez es el principal fabricante del país. De esta manera, se consigue que esos plásticos que envuelven las balas de hierba para su fermentación dejen de vagar abandonados por los campos y se cierra un círculo virtuoso, puesto que este sistema de embalado evita los antiguos silos, que desprenden un olor fuerte y desagradable además de resultar menos versátiles.
Casi 1.000 millones de euros en ventas
El Grupo Álvarez cerró el año pasado con unas ventas de 915 millones de euros, un 7,7% más que en el ejercicio anterior, de los que 313 provienen de las exportaciones, y tiene una plantilla de más de 2.000 empleados. Aunque el grueso de sus ventas (820 millones) proviene de los plásticos, su actividad se ha centrado en los de uso alimentario y en los agrícolas. Las bolsas, un mercado menor, a pesar de su omnipresencia, quedan para otros operadores, que sí se van a ver afectados por la nueva normativa. La mayoría de ellos no fabrica las bolsas, sino que las importa de China, y se limita a imprimirlas.
La nueva normativa, que sigue una directriz europea, implica la prohibición absoluta de las bolsas de plástico en 2021. Para que su uso se vaya reduciendo progresivamente, los comercios se han visto obligados a cobrar por ellas, salvo las muy ligeras destinadas a los alimentos, que se han excluido por razones de higiene y para fomentar el consumo a granel, ya que eso evita sobreenvases y reduce el desperdicio alimentario. En concreto, en el caso de las bolsas de espesor inferior a 15 micras el precio mínimo es de 5 céntimos de euro por unidad, y en las bolsas de entre 15 y 49 micras, de 15 céntimos de euro por bolsa.
Inicialmente, la eurodiputada sueca Margrete Aucker, artífice de la directiva europea aprobada hace algo más de tres años, pretendía que el precio mínimo fuese de un euro, para desanimar absolutamente a los clientes de las tiendas a pedir bolsas de plástico de un solo uso, pero el efecto conseguido ha sido muy parecido. La circulación de estas bolsas ha caído radicalmente y las cotizaciones de la mayoría de los fabricantes de papel, que serán los principales beneficiarios de la nueva normativa, han subido con mucha fuerza. Es su momento de gloria, aunque las papeleras tampoco pueden presumir de una producción ecológica.
Aspla compra otra fábrica competidora en Zaragoza
Algunos de los productos que se envasan con los plásticos de la empresa adquirida por Álvarez.Armando Álvarez no parece tener muchos temores sobre el futuro del plástico en los embalajes flexibles, hasta el punto que a comienzos de este verano acaba de cerrar la compra del 100% de Envaflex, un pequeño competidor en el negocio del plástico impreso ubicado en la localidad zaragozana de Utebo. Esta empresa fue fundada en 1984, tiene en unas instalaciones de 16.000 m2 y factura anualmente 25 millones de euros con sus trabajos de laminación de plásticos e impresión en flexografía y huecograbado. Sus envases van dirigidos a las industrias alimentaria, química, farmacéutica y de papel, a las que suministra bolsas y embalajes monocapa y multicapa, con tecnología de última generación.
Envaflex tiene 103 trabajadores y con su adquisición, Álvarez refuerza su liderazgo en el mercado del packaging flexible en el que están especializadas dos de las sociedades que conforman el grupo, la fábrica torrelaveguense Aspla (Plásticos Españoles SA) y la sociedad Silvalac, que tiene su factoría en Santa Margarida i els Monjos (Barcelona).
En las últimas décadas de la centuria pasada, Álvarez fue adquiriendo muchas factorías competidoras por todo el país, en su mayoría en la vertiente mediterránea, donde se concentran los grandes consumidores de plásticos agrícolas y buena parte de los fabricantes alimentarios. Sin embargo, desde comienzos de siglo no había comprado ninguna otra empresa en España. La única incorporación reciente al grupo se produjo hace cuatro años, al quedarse con la firma estadounidense SPR.