El Grupo Sardinero da una nueva vida a los bajos del Casino
Burger King y el Grupo Quirónsalud se asentarán en dos de los locales recién rehabilitados
Si por algo se ha caracterizado la Plaza de Italia de Santander en los últimos dos años es por las obras. En enero del año pasado se conectó la zona con los Jardines de San Roque para dotar a los vecinos de más espacio con 2.000 metros cuadrados nuevos.
Ahora, se acaba de concluir la rehabilitación de los bajos del Casino, una iniciativa que el Grupo Sardinero encargó a la constructora SIEC con el objetivo de hacer desaparecer las típicas ‘peceras’ y reacondicionar la zona, un proyecto que ha contado con una inversión de 1,2 millones de euros.
La constructora se ha dedicado estos últimos doce meses a reconstruir la terraza oeste del Casino, demoler los bajos –de más de 2.400 metros cuadrados–, abrir acceso en los muros interiores y reestructurar el forjado para recuperar el nivel original. “Ahora los locales son más grandes”, explica Luis Belmonte, jefe de obra de SIEC.
El resultado es un espacio mucho más diáfano dividido en cinco locales. Desde un principio muchos han sido los interesados en ocuparlos, aunque por el momento se han cerrado contratos con solo dos inquilinos.
Uno de ellos es la cadena de restauración Burger King, que bajo la sociedad Restaurantes Brands Iberia, se instalará en la parte baja del Casino y el otro es el Grupo Quirónsalud, que cuenta con una red de 58 hospitales y otros 131 centros hospitalarios repartidos por toda la península.
El Grupo Sardinero también ha llegado a un acuerdo con una farmacia, que antes se ubicaba en la zona contigua y ahora pasará a ubicarse en los bajos. Aún se desconocen cuáles serán los siguientes negocios en incorporarse a los espacios rehabilitados, pero ya se sabe que pertenecerán al sector de la hostelería.
Tras la reforma, se han liberado 250 metros, que estaban ocupados por las terrazas acristaladas, pero ese terreno no es propiedad del Grupo Sardinero, sino del Ayuntamiento de Santander, y ya se han urbanizado con las mismas losas de granito que tiene el resto de la Plaza de Italia.
La mayor parte de los establecimientos lleva en desuso desde hace ocho años, al igual que la zona interior, que se utilizaba como almacenes. Algunos de los locales ampliaron sus instalaciones hace más de cuatro décadas con terrazas cubiertas. Sin embargo, en 2014 se produjo un punto de inflexión con el anuncio de Grupo Sardinero de que no renovaría los contratos de alquiler. Así fue cómo establecimientos como Erikka, Rocamar, Lisboa o La Góndola se despidieron de los bajos del Casino.
Todos ellos dieron por finalizada su trayectoria en sus emplazamiento entre sensaciones de sorpresa y angustia. La cafetería Lisboa llevaba ahí desde 1952, Rocamar tenía más de 40 años a sus espaldas y Pepe Vallejo Martínez regentó Oh¡ durante cuatro décadas también.
La misma suerte corrió la farmacia de Santiago Somacarrera y la heladería La Italiana, propiedad de la familia Rodríguez, que abrió por primera vez sus puertas el mismo año de la inauguración del casino, cuando el italiano Pietro Pellegrini decidió montar allí su negocio.
Entre sus clientes habituales destacaban el golfista cántabro Seve Ballesteros, el futbolista Marcos Alonso y algunos indianos que pasan en Santander el periodo estival. En la parte baja hubo comercios de todo tipo, incluso una peletería que frecuentaba la Reina Victoria Eugenia durante sus veraneos.
La imagen que proyecta ahora el Casino es muy distinta a la que lucía antes de esta obra, cuando, para evitar la sensación de abandono, se cubrieron los bajos con vallas decoradas.
Estética original
El jefe de obra destaca que el principal objetivo de la reforma siempre ha sido mantener la estética original del edificio, proyectada por el arquitecto Eloy Martínez del Valle allá por 1915 y muy similar a los palacetes de otras ciudades-balneario del norte del país y sur de Francia (San Sebastián, Biarritz, la Costa Azul…). “Se ha renovado todo, pero se ha vuelto a los mismos arcos y los mismos rosetones”, asegura.
Después de tomar medidas, se encargaron de hacer moldes y reproducir fielmente estructuras como los rosetones ubicados en la zona del Banco Santander y las balaustradas.
Luis Belmonte revela que para llevar a cabo este trabajo, la constructora ha contado con el respaldo de subcontratas, que les han apoyado en tareas de acondicionamiento de instalaciones y refuerzos metálicos. Además, en estos momentos se está acometiendo la fase 2 del proyecto. “Estamos haciendo los mismos trabajos que ya se han ejecutado en la fase 1, pero en otra zona de los bajos. Eso sí, primero hace falta que se traslade uno de los locales para poder continuar porque es una obra que afecta directamente a ese negocio”, concluye.
Historia del Casino
El Gran Casino Sardinero surgió de las ruinas del antiguo casino de la ciudad. La dictadura de Primo de Rivera prohibió el juego terminantemente pero una década más tarde, se volvió a permitir y se convirtió en un importante reclamo turístico no solo para la aristocracia, como ocurría anteriormente. Del Valle intentó replicar el estilo de otro arquitecto, Charles Garnier, en el Casino de Montecarlo, que está coronado por dos cúpulas señoriales. Al principio, el casino santanderino contaba con entrada para carruajes, salones de espectáculos, un gran café, un bar, un restaurante, una biblioteca e incluso un teatro.
Quizá por ese motivo, entre otros, el Grupo municipal regionalista del Ayuntamiento de Santander propuso en 2019 que el edificio albergase actividades alejadas del juego, como por ejemplo, un teatro municipal.
La fachada del Casino guarda cierta relación con el cine, pues algunas escenas de la película ‘Airbag’, obra del director Juanma Bajo Ulloa y rodada en 1997, se tomaron en los exteriores de este icónico edificio. Se trataba de una ‘road movie’ en la que tres hombres iban en busca de un anillo perdido durante una despedida de soltero. Los más cinéfilos sabrán que las escenas del interior no se corresponden con el Casino, pues se rodaron en un plató.