Full&Cas: Más de tres décadas fabricando tablas de surf

En 1988 Hugo López-Asiaín abandonó Madrid para cumplir su sueño y actualmente fabrica 4.000 tablas anuales

Hugo López-Asiaín nació en Madrid, pero hace más de 30 años que se mudó a Santander, donde veraneaba desde niño, para cumplir su sueño: dedicarse a la fabricación de tablas de surf, el deporte que le robó el corazón. Hace ya mucho tiempo que se considera 100% cántabro, al igual que su marca Full&Cas, un referente a nivel nacional. En sus instalaciones del polígono de Cros se fabrican 4.000 tablas al año que utilizan surfers de varias nacionalidades. La personalización es uno de los sellos de la enseña cántabra.


La de López-Asiaín era una de las tantas familias madrileñas que en los 80 veraneaba cada año en Santander. Hugo y algunos de sus hermanos y primos aprovechaban las olas del Cantábrico para hacer windsurf.

A mediados de los 80, un tío de uno de sus primos le trajo una tabla de surf de Puerto Rico y, según asegura, les “cambió la vida”, ya que suscitó en todos ellos el gusanillo de practicar este novedoso deporte.

Desde entonces, “los inviernos en Madrid parecían más largos”, ya que no podían surfear. Por eso, al cumplir los 18 años, Hugo les propuso a sus padres venir a realizar sus estudios universitarios a Santander para poder compaginarlos con el surf. Ante la negativa, el joven empezó a trabajar en la capital y a surfear en Cantabria todos los fines de semana: “venía el viernes por la noche en un tren que llegaba a las 8 de la mañana del sábado. Un amigo me recogía y nos metíamos al agua todo el sábado y el domingo, que me tocaba volver a coger un tren nocturno para llegar directo a trabajar el lunes por la mañana”, relata.

Un trabajador colocando uno de los foams en la máquina de mecanizado industrial de Full&Cas.

Así pasó un año, hasta que en 1988 decidió trasladarse a Santander junto con su hermano Gabi y empezó a hacer realidad su sueño: fabricar y vender sus propias tablas de surf.

Los hermanos bautizaron su marca como Full&Cas, combinando el nombre del gran danés de Gabi (Full) y el del amor platónico de Hugo en la adolescencia (Casilda).

Mientras Gabi trabajaba en un empresa de publicidad y era el encargado de la parte creativa de Full&Cas, Hugo dedicaba todo su tiempo a fabricar las tablas en su pequeño taller del barrio de Cajo.

El proceso era totalmente manual y encontrar los materiales no era tan fácil como ahora, por lo que el primer año apenas fabricaron unas 30 tablas. “También reparábamos otras de nuestros clientes e incluso fabricábamos y arreglábamos depósitos de fibra o carenados de motos para salir adelante”, confiesa.

Cumpliendo un sueño

Dos años más tarde se trasladaron a una nave mayor ubicada en el barrio de Monte. Pero no era fácil. “Todo lo que venía de fuera –de California y Australia, principalmente– parecía lo mejor del mundo, así que costó que la gente confiara en mis modelos. Además, en aquel momento había la mitad de la mitad de surfers que hay ahora”, recuerda el empresario.

De hecho, en España apenas existían fabricantes de tablas de surf. La empresa vasca Pukas, considerada “la número uno en Europa”; un fabricante australiano que se estableció en Mundaka “y alguno pequeño más”.

El crecimiento llegó en la siguiente década y permitió a Full&Cas trasladarse a un espacio mayor en el año 2000. López-Asiaín adquirió la nave del polígono industrial de Maliaño que siguen ocupando actualmente.

Ya en estas instalaciones incorporaron una máquina de mecanizado industrial de los preshapes (la forma inicial de la tabla de surf), que fue la primera de España que permitía diseñar tablas por ordenador y la segunda de Europa. Esta adquisición supuso un salto en la producción de la empresa cántabra.

Pero Full&Cas también se ha encontrado con piedras en el camino. La mayor tuvo lugar en noviembre de 2013, cuando un incendio redujo la factoría a cenizas. A pesar del varapalo que supuso este accidente, López-Asiaín apostó por reconstruir su nave y su empresa e introdujo importantes medidas de seguridad que la han convertido en una de las fábricas de tablas más modernas de Europa.

Desde entonces cuenta con sistemas de ventilación en suelos y techos y controles de temperatura para mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y el proceso de fabricación.

Crecimiento del surf

López-Asiaín explica que, con el tiempo, el surfing se fue adaptando a todos. Por eso, las tablas estrechas y cortas de los expertos dieron paso a otros modelos más anchos y gruesos que permiten disfrutar de este deporte a quien está aprendiendo. “Antes, solo los buenos surfistas disfrutaban de coger olas. Ahora hay un abanico muy amplio, que va desde tablas de iniciación hasta otras muy exigentes, que permite acceder a todo tipo de público”, confirma el empresario.

También ha cambiado el perfil de los aficionados. “Si antes eran de entre 18 y 25 años, ahora surfea gente de cualquier edad”, dice. “Mis tres hijos han empezado a coger olas con 8 años y ahora surfeamos los cinco en familia”.

Incluso el covid le ha beneficiado a este deporte. “Durante el confinamiento fue muy llamativo la cantidad de tablas que enviábamos a Madrid, a través de la tienda online. Yo me preguntaba: ¿para qué las quieren ahora que no pueden usarlas?”, relata el shaper, divertido.

El proceso de fabricación de una tabla es totalmente artesanal y requiere de profesionales con una gran precisión. En estas imágenes se puede apreciar el lijado del foam (arriba a la izquierda), la colocación de la fibra de vidrio (arriba a la derecha) y el vertido de la resina con la espátula (izquierda).

Tanto es así que en los últimos ejercicios han estado produciendo unas 4.000 tablas anuales, aunque este año prevé que sean menos, ya que “mucha gente ha cambiado los deportes al aire libre por volver a viajar”.

Aunque la mayoría de ventas a clientes de la región se siguen realizando en la tienda que tienen en la nave, donde el comprador puede ser asesorado en persona, las tablas Full&Cas también pueden encontrarse en medio centenar de tiendas de surf de España, Francia, Italia, Portugal y Dinamarca, ya que, aunque parezca poco propicio, el mar del Norte también es un lugar para surfear. “Europa entera está loca con el surfing”, asegura López-Asiaín.

La tienda online, por su parte, canaliza en torno al 10% de su producción. “En estas compras también asesoramos al cliente. Muchas veces hay intercambios de diez mensajes antes del envío de la tabla”, recalca el empresario.

Incluso a día de hoy, el surfer considera que el boca a boca sigue siendo una de sus mejores herramientas de marketing. “Notamos que tras una venta online en un lugar concreto, poco después se focalizan allí una serie de ventas. Eso nos indica que ese cliente, tras recibir nuestra tabla y probarla, se la ha recomendado a otros amigos”.

Proceso de fabricación

El trabajo de fabricación de tablas de surf es muy artesanal. Tanto que López-Asiaín asegura que “todas las tablas son únicas”, ya que siempre habrá pequeñas variaciones.

En Full&Cas, el proceso dura unos cuatro días y cada uno de los pasos de fabricación los realiza un profesional  especializado. Se trata de un trabajo que requiere mucha precisión y que solamente se puede aprender in situ, ya que no existe ninguna formación o escuela que lo imparta. Precisamente por ese motivo, el shaper presume del equipo que tiene, doce trabajadores a los que define como “los mejores”.

De hecho, a lo largo de los años, han sido muchos los míticos del surf cántabro que han aprendido a fabricar tablas con López-Asiaín y varios de ellos se han independizado y creado su propio taller.

Se trata de un proceso muy estructurado y estandarizado. Los dos tipos principales de espuma para fabricar tablas de surf son poliuretano y poliestireno, que implican distintos sistemas de fabricación. El primero es el que se usa en el 90% de las tablas de Full&Cas y en la mayoría de fabricantes.

La fábrica cántabra compra este material (el llamado foam) preformado a una empresa de Sudáfrica. Es la única parte de la tabla que no se fabrica aquí.

Ese foam es el núcleo de la tabla, por lo que vienen en distintas longitudes, anchuras y curvaturas, que después variarán conformando la versión definitiva de la tabla.

Todos los foam tienen una  madera que los atraviesa longitudinalmente, para aumentar su rigidez y evitar que se partan. Es lo que se denomina alma, nervio o stringer.

El primer paso es el pre-shape. El foam se ingresa en la máquina de control numérico computarizado (CNC), que funciona como una fresadora, tallándolo según el diseño que le llega del ordenador.

Es el único paso de todo el proceso que no es manual. A partir de ahí entra en juego la mano directa del shaper o artesano del surf, que con una lijadora refina y perfecciona las formas.

Full&Cas es famosa por la personalización de sus tablas.

Después se hacen los orificios donde se colocarán las quillas, de uno a cinco dependiendo del tipo de tabla.

A continuación llega el laminado, un proceso importante y complicado. Para que el foam, que es un material ligero y flexible, gane dureza y resistencia frente al agua, se reviste de fibra de vidrio, una especie de sábana entretejida de pequeños hilos endurecida con resina de poliéster.

Una vez colocados los logos, la tabla se cubre con la fibra de vidrio, extendida con sumo cuidado para evitar que puedan quedar espacios irregulares o burbujas. Después, se vierte la resina y, con la ayuda de una espátula, se extiende por toda la tabla. Una vez seco, el conjunto se endurece y queda aislado y casi listo para ir al agua.

Las tablas vuelven a pasar por una fase de lijado, en la que se eliminan todos los sobrantes de la resina y se unifica su grosor por toda la tabla.

Finalmente, se aplica una laca de protección transparente y puede pasar a la fase de pintado.

“Una tabla bien cuidada puede durar toda la vida”, asegura el shaper, que recalca que solamente hay que tener unos cuidados mínimos, entre ellos, no exponerlas al sol durante largos periodos de tiempo, evitar que sufran grandes cambios de temperatura y arreglarlas lo antes posible por pequeño que sea el golpe, ya que les puede entrar agua.

Un amplísimo catálogo

A pesar de la fama de su marca, López-Asiaín considera que todos los fabricantes de tablas de surf hacen productos de calidad similar. “A diferencia de otros artículos, todas las tablas se fabrican con los mismos materiales”, por lo que la elección de una marca u otra muchas veces solo se debe a una cuestión estética, al marketing o al hecho de que la use un surfero muy conocido.

Ellos pueden presumir de haber sido la marca elegida por surfers famosos, como el santanderino Pablo Gutiérrez, que estuvo en el top 5 europeo durante varios años, o actualmente por el laredano Mario Rasines, una promesa júnior del surf.

El éxito de Full&Cas es producto de varios factores: la fabricación de tablas para todos los públicos, de buena calidad y a unos precios muy ajustados. Las tablas de iniciación cuestan poco más de 300 euros. Otros modelos rondan los 420 euros y los longboards los 750 euros.

La personalización de tablas es otro de los valores añadidos de la marca: depende del nivel del surfer, las olas que pretenda coger, su peso y sus gustos, será de una forma u otra. “A diferencia de lo que ocurre con otros deportes, como pueden ser esquí o pádel, en los que compras el modelo existente que se adapte a ti, nosotros fabricamos una tabla especialmente para ti”, explica el empresario.

Precisamente por eso, todas llevan anotadas en el alma sus medidas en lápiz (alto, ancho, grosor y el volumen de la tabla en litros).

En el catálogo de la marca cántabra existen unos 35 modelos, que a su vez se puede fabricar en 10 tallas diferentes. “Cuanto más estrecha sea una tabla y más afilada sea su punta, es más rápida y aporta más sensaciones”, explica el experto.

Los clientes tienen a su disposición un catálogo con más de 160 tipos de decoraciones para personalizarlas aún más. “Muchas de las que fabricamos las dejamos blancas, para que los compradores decidan cómo quieren pintarlas”, explica.

Aunque la mayoría de shapers firman la parte trasera de sus tablas a lápiz, la firma de López-Asiaín no aparece en las de Full&Cas. Lo achaca a que nunca ha tenido una letra bonita, pero es evidente que se lo impide la humildad.

En el mundo de los negocios que giran en torno al surf (fábricas, escuelas y tiendas), sus dueños son apasionados de este deporte y muchas veces su principal objetivo es tener mucho tiempo para surfear. López-Asiaín no solo gerencia su empresa, sino que diseña las tablas, realiza la contabilidad, prepara los pedidos, atiende en la tienda y, en ocasiones, sigue realizando partes del proceso de fabricación. Por ello reconoce que, con el paso del tiempo, lo que le llevó a fundar su empresa –surfear– ha pasado a un segundo plano y hace años que no coge tantas olas como le gustaría. “Tengo una familia y un equipo de doce personas por las que responder”. Pero no cabe duda de que el surf sigue siendo su pasión y por eso no sorprende escucharle decir que todavía le quedan muchos años al frente de Full&Cas.

María Quintana

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