Highview Power quiere construir en Cantabria un almacén de energía basado en el aire comprimido
La compañía que preside el cántabro Javier Cavada invertirá más de 100 millones de euros en esta tecnología limpia innovadora
Uno de los proyectos más ambiciosos presentados en Cantabria para obtener financiación de los fondos europeos procede de la multinacional británica Highview Power, que preside el cántabro Javier Cavada. Si obtiene ese respaldo financiero, construirá una planta de almacenamiento de energía mediante compresión del aire, capaz de aportar 50 Mw durante unas seis horas. Es un procedimiento limpio e innovador, que permite utilizar emplazamientos muy cercanos a los centros de producción o de consumo en los que no tendría cabida ninguna otra tecnología de almacenamiento.
La multinacional británica Highview Power está dispuesta a invertir más de 100 millones de euros en Cantabria, con la construcción de una planta de almacenamiento de energía basada en un innovador sistema criogénico idéntica a la que levanta en estos momentos en Carrington (Gran Bretaña). Los emplazamientos que está barajando se encuentran en Torrelavega, Guarnizo (Astillero) y Castro Urdiales, muy cerca en todos los casos de centros de gran consumo eléctrico.
La electricidad no es almacenable en grandes cantidades, por lo que se ha de buscar un método alternativo que permita guardar esa energía cuando se genera más de la que se consume, como ocurre durante la noche. El sistema empleado habitualmente es el de las centrales reversibles, que utilizan dos embalses, pero no siempre hay espacio físico para construirlos ni la posibilidad de disponer de tanto agua con este fin exclusivo.
Se han ensayado otros métodos pero suelen ser caros, poco eficientes o peligrosos. Ninguno de ellos ha demostrado ser una alternativa aceptable, hasta que ha llegado el procedimiento criogénico de Highview Power. La empresa británica se propone utilizar algo tan sencillo como la compresión del aire para guardar esta energía, un procedimiento limpio, inocuo para el medio ambiente y que permite instalar las centrales allí donde es necesaria la energía, porque sus afecciones son mínimas.
El ingeniero cántabro Javier Cavada, que ha tenido una carrera meteórica en la compañía finlandesa Wartsila, de la que llegó a ser vicepresidente mundial con menos de 40 años, ha estado profesionalmente vinculado al sector naval, porque Wartsila es el mayor fabricante del mundo de motores de barcos y de otros componentes, pero su última responsabilidad en la empresa nórdica, la presidencia de la división de plantas de energía, en la que consiguió incrustarla entre los mayores fabricantes mundiales, le llevó a conocer el proyecto de una joven empresa británica, que pretendía crear un nuevo sistema de almacenamiento de energía, basada en la física de gases.
Como cualquiera puede comprobar al apretar el émbolo de una jeringuilla taponando el orificio de salida, el aire se puede comprimir aplicándole una fuerza que, cuando se deja de ejercer vuelve a mover el émbolo hacia la posición de origen. En un proceso industrial, esa compresión llega mucho más allá, hasta convertir el aire en un líquido. Conservado en un recipiente adecuado a -196ºC (para que mantenga ese estado) puede conservarse así por tiempo indefinido hasta que se necesite recuperar esa energía. Al proceder a la descompresión y retornar al estado gaseoso, la energía liberada mueve una turbina y se reconvierte en electricidad.
Las ventajas del aire comprimido
El sistema criogénico tiene muchas ventajas con respecto a todo lo que se ha ensayado hasta ahora. La primera es la de emplear el aire como materia prima, lo que supone que no hay contaminantes y la planta puede ser compatible con cualquier entorno. Otra ventaja es que puede almacenar esta energía a gran escala y durante un tiempo indefinido, para recuperarla en momentos de gran demanda eléctrica. Se puede utilizar para la compresión la electricidad barata de la noche, cuando apenas hay demanda y los aerogeneradores han de ser desconectados de la red, y recuperar de día esa energía e inyectarla en el sistema eléctrico cuando el consumo es muy alto y el precio de la electricidad también.
Como ocurre con las centrales reversibles, estas plantas se convierten en un recurso estratégico para el sistema eléctrico, porque lo racionalizan y mejoran su eficacia, atenuando las fuertes oscilaciones de la curva de demanda que se producen a lo largo del día. Esa utilidad será aún mayor a medida que vayan entrando en servicio todos parques de aerogeneradores y huertos solares que se proyectan y que necesitan almacenar su producción cuando no hay demanda suficiente de electricidad (no tendría sentido desconectarlos). Esa superbaterías darán continuidad unas horas a ese aporte de las renovables cuando no hay viento o no hay sol.
Highview le ofreció a Cavada la presidencia y la dirección ejecutiva de su proyecto y el ingeniero cántabro, convencido de estar ante un avance decisivo en el terreno del almacenamiento de energía, se lo tomó como un reto personal. En dos años ha multiplicado el valor de la compañía británica y ha puesto en marcha proyectos en varios continentes. En España, en concreto, ha presentado nueve plantas a los fondos europeos de recuperación. Una de ellas en Cantabria, su región de origen, y en la que ya estuvo a punto de adquirir la planta reinosana de forja de Sidenor, que finalmente fue vendida a otra candidatura.
El método criogénico es especialmente idóneo para potencias superiores a los 25 MW y con aportes a la red superiores a 5 horas. No presenta degradación y tiene una vida útil superior a 30 años, lo que depara bajos costes en su ciclo de vida. Además, es perfectamente compatible con el medio ambiente; la energía se almacena en tanques de baja presión, que no tienen riesgo de explotar, y no requiere gestionar recursos hídricos.
Dado que las baterías electroquímicas están muy lejos de ser una alternativa para almacenar grandes cantidades de energía eléctrica, los acumuladores criogénicos se perfilan, junto a los sistemas de bombeo, como la mejor herramienta para conseguirlo, por su complementariedad con otras fuentes renovables y por la flexibilidad que le dan al mercado eléctrico diario para responder rápidamente a las fluctuaciones inesperadas de la demanda eléctrica.
La planta cántabra
Para reducir la huella de CO2, los países occidentales están reemplazando muy deprisa la generación térmica por energía limpia 100% renovable, pero eso no será del todo posible sin la ayuda de un almacenamiento de larga duración que resuelva los problemas de gestión planteados por la intermitencia que tienen las renovables en su aportación a la red.
El proyecto que Highview Power ha presentado en alianza con la ingeniería asturiana TSK para Cantabria consiste en una planta de almacenamiento energético con aire licuado de gran capacidad, larga duración (6 horas) y elevada potencia (50 MW), que se construiría entre 2021 y 2023.
La iniciativa ya cuenta con el apoyo del Gobierno cántabro y coincide con los objetivos de la Unión Europea y de la Ley del Cambio Climático recién aprobada: la descarbonización de la economía y un cambio de modelo económico, basado en la innovación y en las actividades sostenibles.
La denominada CRYO Battery se puede ubicar allí donde el valor de dicho almacenamiento es mayor, por ejemplo, cerca de un parque eólico, en un punto de congestión de la red o junto a un centro de elevado consumo. Por este motivo, Highview ha seleccionado tres municipios con fuerte demanda industrial para su primera planta cántabra (aunque no descarta hacer dos más, en función de las circunstancias), sin que por el momento esté decidido el emplazamiento definitivo. La central necesitará unos 15.000 m2 de suelo, por lo que es probable que se instale en uno de los polígonos industriales de esos municipios, con cuyos alcaldes se está reuniendo ya la compañía.
Cada planta supondrá una inversión de 105 millones de euros y en los trabajos participan unas 200 personas. Una vez operativa, estará gestionada por unos 20 empleados.
El aliado perfecto de las renovables
La descompresión del aire permite recuperar alrededor de un 60% de la energía empleada al comprimirlo, pero hay que tener en cuenta que la diferencia de precio de la electricidad entre las horas valle (cuando las plantas la tomarían) y las horas punta (cuando realizarían su aporte a la red) permite rentabilizarlas.
Lo que este margen no permite es amortizar la inversión inicial, y por ese motivo los promotores insisten en la necesidad de contar con fondos europeos para llevar a cabo el proyecto, o de que España establezca un canon que premie el funcionamiento de estas plantas, en la medida que van a contribuir a racionalizar y abaratar la operativa de todo el sistema eléctrico nacional. Su papel serán aún más importante cuando entren en servicio los nuevos parques de aerogeneradores previstos (50 Gw hasta 2030) y los huertos solares (39 Gw).