Incentro: La empresa que valora tanto la felicidad como los beneficios
La poco convencional compañía holandesa de software demuestra en Santander que se puede ser rentable y un buen lugar para trabajar
Es muy improbable encontrar una empresa que tenga entre sus fines la felicidad de sus trabajadores, pero las hay. Es el caso de la holandesa Incentro, que tiene una oficina en Cantabria donde 37 personas crean software o dan soporte a los clientes de esta multinacional, nacida en 1997 de la mano de tres amigos que, después de montar una consultoría informática convencional, decidieron que podían hacer las cosas de un modo distinto. Una vez surgidos Facebook y Google, su informalidad ya no parece tan rompedora, pero lo cierto es que la forma de trabajar tiene poco de corriente.
Videojuegos, un columpio, pistolas de juguete que lanzan flechas… Esto es lo que se puede encontrar cualquiera que abra la puerta de las oficinas de Incentro, en un edificio empresarial a la entrada de Santander. Quizá crea haberse topado con la oveja fuera de control de un grupo multinacional que no se entera de lo que ocurre en su filial española, pero se equivoca.
Es la filosofía de la empresa, un modelo disruptivo que aglutinó ideas rompedoras de distintas procedencias y que funciona, porque cumple escrupulosamente los objetivos que se establecen para cada unidad: una rentabilidad de al menos el 10% y que el índice de felicidad de los trabajadores sobrepase los 7,5 puntos sobre 10, después de pasarles un cuestionario anónimo, realizado y valorado por la certificadora independiente Great Place to Work, que el año pasado les declaró como la mejor pyme de España para trabajar. Si durante tres meses seguidos no se alcanza alguno de estos dos objetivos, uno de los fundadores acude a la célula local para tratar de ayudar con su experiencia, algo que hasta ahora no ha ocurrido nunca con la de Cantabria.
“En las demás empresas, todo está enfocado al cliente”, explica su director, Alejandro Tezanos. “En la nuestra todo está enfocado a los empleados, esa es la diferencia. Queremos ser una empresa que mira por sus empleados, porque sabemos que así el cliente estará mejor atendido”.
La compañía obtuvo en 2017 el galardón como mejor lugar de España para trabajar
Los trabajadores tienen horario flexible, que organizan en función de sus circunstancias personales. Ni siquiera hay un reloj en la puerta para indicar cuando entran y cuando salen, pero Tezanos, que con camisa de cuadros y pendiente no recuerda precisamente a un ejecutivo convencional, asegura que nunca hay necesidad de recordarle a nadie que debe cumplir sus horas de trabajo. Y sostiene que la productividad que se consigue en el centro está por encima de la media del sector.
“No queremos grandes beneficios, pero no somos una ONG. Somos una empresa rentable y que también quiere producir felicidad”, explica.
Incentro tiene otras ocho células parecidas, la mayoría de ellas ubicadas en los Países Bajos. A nuestro país llegó como consecuencia de que el responsable de una de sus oficinas holandesas se emparejó con una santanderina y decidió trasladar su domicilio a la capital cántabra. La compañía le ofreció abrir aquí un nuevo centro de trabajo, que ha crecido hasta llegar a casi 40 empleados. Si alcanza los 50 ya no podrá crecer más, sino que deberá dividirse en dos, porque la empresa no quiere estructuras piramidales y eso resultaría muy difícil de evitar en un centro de grandes dimensiones. Tampoco han creado un cuartel general en Holanda. Ni siquiera hay un departamento financiero central o de recursos humanos y los fundadores-propietarios no tienen despacho; en su día a día acuden indistintamente a alguna de las oficinas abiertas en su país.
Cada una de ellas es autónoma para decidir en qué campo de la consultoría informática quiere centrar su actividad. La de Cantabria ha estado muy orientada, desde su nacimiento, a dar apoyo a las holandesas, y casi todo su trabajo iba dirigido a clientes de otros países, pero su intención ahora es explorar el mercado nacional.
Las células suelen estar especializadas, por lo que tampoco hay posibilidad de competir entre ellas. La relación que mantienen es de cooperación, ofreciendo servicios conjuntos. La empresa fomenta ese espíritu de equipo entre las distintas unidades de esta pequeña multinacional, que tiene en total 310 empleados, a través de la formación y, sobre todo, con la motivación.
La plantilla se organiza para hacer actividades conjuntas (viajes, excursiones, trabajos en equipo, sesiones de coaching…) y acciones solidarias, como unas colectas que han realizado para la Fundación Teodora –unos payasos que visitan a los niños con cáncer–, para una protectora canina y en favor de la Cocina Económica, en la que, además de dinero, se recogieron 800 kilos de comida.
“Detrás de cada trabajador no hay nadie empujándole. Todo el mundo genera su trabajo y es responsable de él”, asegura el director. Una fórmula que podría parecer idílica pero a la que no todo el mundo se adapta, porque no es la que mejor encaja con la personalidad reconcentrada que tienen muchos informáticos. En Incentro se ven obligados a gerenciar su proyecto y a defender su trabajo ante el cliente, lo que echa para atrás a algunos, que prefieren refugiarse en el backstage. Tampoco es fácil, frente a lo que podría suponerse, encontrar nuevos trabajadores, según confiesa Alejandro Tezanos, porque además de buenos informáticos necesitan que hablen inglés, dado que casi todo el trabajo va dirigido a clientes extranjeros (casi siempre holandeses) y a menudo han de viajar a esas empresas.
El trabajo de la oficina cántabra esta especialmente centrado en la gestión y digitalización documental, automatizando los procesos. Son el principal partner europeo de la plataforma de gestión de contenidos en software libre Alfresco, que utilizan desde la Nasa y el Banco Santander al Gobierno de Cantabria. También trabajan en herramientas de e-comerce y en aplicaciones para móviles, los dos campos en los que tienen más contactos con las pymes, al ser los que requieren menos inversión.
Unas actividades que quizá no difieran mucho de las que se realizan en otros centros informáticos, pero que se afrontar de una forma bien distinta.