La calderería Atecsol duplica su tamaño en Trascueto
La compañía fabrica equipos para sectores como el eléctrico, químico, petroquímico y farmacéutico
La calderería cántabra Atecsol comenzó su andadura en 2002 en una nave de Gamazo donde fabricaba piezas destinadas al sector nuclear. Dos décadas después, esta línea de negocio es prácticamente irrelevante en comparación con las de recargue por soldadura y los equipos para plantas químicas, petroquímicas y energéticas. Después de trasladarse en 2016 al polígono de Trascueto, acaba de reinstalarse en unas naves próxima de 4.000 m2, una importante ampliación que coincide con su vigésimo aniversario.
La compañía dirigida por Enrique Abad ha aumentado su tamaño sin moverse del lugar donde echó sus raíces, el polígono de Trascueto. En 2016, dejó la nave de 1.500 metros cuadrados que tenía en Gamazo para trasladarse a Trascueto, donde podía disponer de casi el doble de espacio y ahora se ha reubicado, a pocos metros, en la sede del desaparecido fabricante de intercambiadores de calor Kelvion, lo que le permite disponer de 4.000 metros cuadrados, esta vez en propiedad, e incorporar a su cartera de servicios la fabricación de intercambiadores de calor, por los que ha apostado decididamente. “Era una casa para entrar a vivir. Hemos tardado dos meses para completar el traslado, con el condicionante de que no hemos parado de producir en ningún momento”, explica el responsable de Atecsol.
Ampliación
La ampliación coincide con su vigésimo aniversario. Hace dos décadas, José Luis Abad, padre del actual gerente, fundó la compañía junto a varios socios tras la disolución de la empresa de calderería en la que trabajaban.
Abad hijo destaca que la clave de su éxito está en el crecimiento sostenido. Así ha pasado de los 12 trabajadores que tenía en sus inicios a los 32 actuales. En esta última ampliación se han incorporado ingenieros industriales, técnicos de calidad, soldadores, montadores y jefes de equipo.
El gerente de Atecsol se muestra orgulloso de la estabilidad del empleo que genera la empresa. “Muchos de nuestros trabajadores llevan con nosotros los 20 años que tiene la compañía, y el staff de oficina lleva cinco, seis u ocho años aquí”, subraya.
En las nuevas naves se han diferenciado tres áreas de actividad, la calderería ligera y pesada (que sigue siendo la producción principal), el recargue por soldadura y las fabricaciones en acero inoxidable y aleaciones especiales. Las instalaciones se completan con almacenes y las oficinas, que se encuentran en la segunda planta.
Diversificar mercados
Atecsol nació con la intención de continuar el modelo de negocio de su predecesora, subcontratista para sectores con grandes exigencias de calidad, como el nuclear. Sus principales clientes por entonces eran ENSA y las centrales nucleares españolas.
Entre 2005 y 2008, la empresa se adentró en otros ámbitos que tienen parecidas exigencias, como el químico y el petroquímico. En ese periodo incorporó el recargue por soldadura a su gama de servicios, un proceso que consiste en aplicar una película de material fundido a las piezas para reforzarlas ante condiciones extremas y para evitar su corrosión. Es un procedimiento muy demandado por las refinerías y supone un importante valor añadido con respecto a la fabricación estándar de equipos.
Abad destaca que los proyectos más interesantes son aquellos que combinan fabricación y recargue. “A nivel nacional, solo hay dos o tres empresas que hagan recargue con estos requisitos y de esta calidad. Y eso también nos proyecta fuera de España, aportándonos clientes en Bélgica, Francia, Reino Unido o Alemania”, explica. De hecho, ha habido años en que el 90% de su facturación procedía de proyectos que se desarrollaban en el extranjero.
Viraje del negocio
La compañía tiene 35 proyectos en cartera, en distintas fases de ejecución. Solo dos son para productos en serie. “que nos proporcionan una facturación constante y nos ayudan a mantener el empleo, pero suponen una parte pequeña de nuestros ingresos”·, explica Abad, que lo justifica: “En las líneas seriadas no encajamos. Nosotros preferimos trabajar bajo demanda del cliente”. Se muestra convencido de que el valor de la empresa es precisamente la capacidad para adaptarse a las necesidades del mercado y entrar en nuevos ámbitos. En sus primeros años, la mayor parte de sus encargos iban destinados al sector nuclear que ahora apenas aporta una parte marginal de los ingresos.
En esa permanente estrategia de diversificación, Atecsol ha llegado a introducirse en el sector farmacéutico con la fabricación de cámaras de esterilización y liofilización que acaban en países como Estados Unidos y Costa Rica.
La calderería de Trascueto fabrica piezas de todos los tamaños, desde pequeños conjuntos recargados hasta equipos de 80 toneladas, aunque la mayoría se mueven entre las cinco y las 40 toneladas.
La última apuesta es la fabricación de intercambiadores de calor para los sectores químicos y petroquímicos, unas estructuras metálicas que transfieren calor de un medio a otro continuamente para elevar la temperatura de un fluido gracias a otro más caliente, refrescar un líquido utilizando otro de menor temperatura, llevar a punto de ebullición un fluido con la ayuda de otro e incluso condensar gases, empleando líquidos fríos.
Aunque buena parte de los intercambiadores de calor que fabrica son para la gran industria química o energética, también pueden utilizarse en lavanderías industriales, destilerías, azucareras y para el tratamiento de fluidos en plataformas marítimas y buques.
Incertidumbre en los suministros
Enrique Abad se siente afortunado porque su compañía está consiguiendo salir intacta de la pandemia. Asegura que “no nos ha afectado nada desde el punto de vista económico”, pero reconoce que “han sido años malos para la labor comercial”, en parte por haberse perdido interacción social y personal entre las empresas.
La crisis que más teme es la provocada por el conflicto entre Rusia y Ucrania. No solo porque el precio de las materias primas y de las energías se hayan disparado o por la escasez de suministros, sino por el impasse que está provocando en las cotizaciones de metales que necesita, como el níquel. “La mayoría de proveedores no están ofertando porque no saben qué va a pasar mañana”, dice.
Si es impredecible la evolución de los precios de los materiales de un día para otro, todavía lo es más para quien ha de hacer presupuestos sin tener una idea exacta de lo que costará la materia prima dentro de ocho o diez semanas, cuando ese trabajo esté en plena ejecución. “Tienes que tomar medidas y anticiparte, pero esta situación sobrepasa a las organizaciones”, lamenta.
Abad indica que no mantiene relaciones comerciales con Rusia desde finales del año pasado debido a “distintas circunstancias” y porque “no se presentan las condiciones para propiciarlas”
Las cautelas son imprescindibles para que Atecsol mantenga la misma tendencia creciente en los próximos veinte años y Abad mira con orgullo lo conseguido: “Tenemos un equipo de trabajo muy sólido y profesional. Somos una pequeña familia, aunque ya no tan pequeña”, sentencia.
David Pérez