La ingeniería que nació para integrar tecnologías dispares
AWGE aporta dispositivos a las grandes infraestructuras científicas europeas
Con sus dispositivos, la empresa cántabra AWGE Technologies se ha hecho un hueco en los grandes proyectos científicos europeos, como el acelerador de partículas de Lund o el ITER. AWGE se ha especializado en integrar tecnologías dispares, desde la radiofrecuencia y las microondas a la criogenia o el ultra alto vacío. Incluso ha diseñado un sistema para combatir la plaga de la avispa asiática con radiofrecuencias que se propone patentar.
El desarrollo de proyectos complejos, que requieren expertos de campos científicos muy distintos, suele abordarse a través de la colaboración entre varias empresas. Casi resulta insólito que una sola firma, como AWGE, sea capaz de integrar todos esos recursos.
La ingeniería cántabra nació hace año y medio combinando la mecánica convencional con la radiofrecuencia y las microondas, además de la criogenia y el ultra alto vacío (UHV). Una polivalencia que le ha permitido encontrar hueco en el selectivo club de proveedores de las grandes infraestructuras científicas que se están construyendo en Europa, como el acelerador de partículas de Lund (Suecia) o el reactor de fusión nuclear (ITER) de Cadarache (Francia).
La versatilidad de la empresa cántabra también le permite ocuparse de cuestiones tan aparentemente ajenas a su trabajo como la invasión de la avispa asiática o la prestación de servicios de consultoría y certificación de calidad a industrias de mecanizado y calderería.
Esta combinación de prestaciones es tan poco habitual que AWGE es la única ingeniería que lo hace en Cantabria y en España hay pocas empresas más con un abanico tecnológico semejante.
La iniciativa para crear la empresa surgió de un grupo de ingenieros y físicos de distintas procedencias que observaron la existencia de una demanda desatendida, por la resistencia de las ingenierías a abordar nuevos retos o por la falta de recursos, explica su director general, Fernando Mirapeix.
El proyecto se concretó cuando los impulsores de AWGE encontraron los apoyos que precisaban. Entre ellos el de IMEM, el constructor cántabro de ascensores, que se convirtió en socio mayoritario de la empresa, y en cuyas instalaciones de Peñacastillo se fabrican los componentes que la firma de ingeniería produce para sus clientes. Al proyecto se han sumado también la consultora Noray y LPS Abogados.
Dada la diversidad de campos de los que proceden los diez técnicos que integran esta nueva empresa tecnológica, sus objetivos estratégicos van desde las telecomunicaciones y la industria a la defensa, el espacio o la salud, a los que AWGE puede ofrecer desde el diseño de productos innovadores a la fabricación de dispositivos, pasando por la consultoría o el testeo de procesos industriales.
Criogenia y ultravacío
Una de las especialidades en las que destaca es la criogenia, la tecnología que permite enfriar materiales hasta temperaturas cercanas al cero absoluto. De hecho, está fabricando para la Universidad de Cantabria un criostato que podrá reducir la temperatura a cuatro kelvin, es decir, a –269 grados centígrados (el cero absoluto equivale a –273 grados). Este criostato se empleará para estudiar cómo se comporta la materia a esa temperatura, algo que resulta de especial interés para la fabricación de superconductores y para probar algunos dispositivos, como los amplificadores criogénicos. Una de las ventajas de su criostato es que permitirá manipular las muestras introducidas para su estudio, algo novedoso en este tipo de aparatos.
AWGE está patentando un sistema de radiofrecuencia para acabar con la avispa asiática
Otro de los proyectos que pretende desarrollar en este campo es un criostato ligero, que apenas pesará diez kilos, frente a los ochenta que suelen pesar los convencionales. Aplicado a la refrigeración de amplificadores de señales, aumentando su sensibilidad y aislando el ruido, este aparato podrá ser empleado en los aviones no tripulados para el control de comunicaciones y en el campo de la astronomía.
La empresa cántabra también se mueve con soltura en otra tecnología de vanguardia, el ultra alto vacío. Ya ha concluido la fase de diseño de un sello para alto vacío en entornos radioactivos destinado al Centro de Tecnologías Neutrónicas del Consorcio ESS Bilbao, aunque su destinatario último es el acelerador de partículas que se está construyendo en Lund (Suecia), en el que colabora el consorcio vasco. El sistema ideado por AWGE asegurará el sellado y control remoto de las condiciones de estanqueidad que se requieren en ese entorno.
Proyectos europeos
Su participación en los grandes proyectos científicos europeos podría extenderse al ITER, el reactor de fusión que se construye en Cadarache, de la mano de otra empresa cántabra que tiene adjudicado varios contratos para esa gran obra. “A nosotros, lo que realmente nos gustaría –subraya Mirapeix– es tratar de desarrollar aquí en Cantabria colaboraciones con empresas locales y depender menos de los suministradores de otros países”.
Un ejemplo de ello es el proyecto, actualmente en fase de evaluación, que desarrolla con el Grupo de Altas Presiones de la Universidad de Cantabria. El objetivo es que se diseñen y fabriquen en Cantabria celdas de alta presión de mayor tamaño de las que ofrece el mercado, que resultarían especialmente útiles para los aceleradores de neutrones. Si ese proyecto se concreta, Cantabria podría tener una línea de fabricación vinculada a una tecnología tan vanguardista como es la física de partículas, con aplicaciones múltiples, especialmente en el campo de la medicina y los radiofármacos.
Una solución para la avispa asiática
Una prueba de la versatilidad que tiene la suma de tecnologías para encontrar usos sorprendentes, es el proyecto de esta ingeniería en otro campo muy distinto, el control de plagas y, más en concreto, sobre la avispa asiática.
La irrupción de este insecto se ha convertido en un serio peligro para la población de abejas, de las que se alimentan, y, en consecuencia para los apicultores. Pero la amenaza es aún mayor, porque eso pone en riesgo la polinización de plantas y el rendimiento de cultivos vitales para el consumo humano.
Hasta ahora se han ensayado remedios parciales para erradicar esa plaga, como la captura de las reinas o la eliminación de nidos, quemándolos o utilizando venenos, lo que puede provocar daños ambientales y plantea dificultades prácticas, ya que en ocasiones los nidos se encuentran en lugares de difícil acceso. Era necesario aproximarse al problema con otro enfoque, y esto es lo que ha hecho AWGE, que ha desarrollado dos métodos para eliminar las avispas a distancia, empleando en ambos casos la radiofrecuencia. El sistema tiene un alcance de hasta cuarenta metros y puede destruir nidos situados a diez metros. Basta unas décimas de segundo y tiene la ventaja de no producir daños colaterales en las colonias de abejas.
El sistema, que ha sido probado con éxito, está en fase de patente y podría ser la respuesta contundente y sin efectos secundarios para solucionar el grave problema que está planteando este depredador de insectos autóctonos (mariposas, moscas, avispones y, sobre todo, abejas).
Una ‘sala blanca’
Las instalaciones de AWGE están repartidas entre el CDTUC y la sede de IMEM, en la que llevan a cabo los procesos de fabricación de algunos de sus productos.
Recientemente, ha construido una ‘sala blanca’, un espacio libre de partículas de polvo y de cualquier otro elemento contaminante, en el que se realizan los procesos de ensamblaje de sus dispositivos más delicados. Además de la limpieza con ultrasonidos y con nitrógeno seco, que aplican en el proceso de fabricación, hay piezas que provienen de otros suministradores y que llegan envasadas el vacío. Su apertura y manipulación requiere unas condiciones controladas que solo puede ofrecer una sala blanca, como la construida en su oficina del CDTUC.
La previsión de los creadores de AWGE es incrementar su plantilla, formada por ingenieros, físicos y técnicos de formación profesional, hasta llegar a las 16 personas, pero ese cálculo podría acelerarse si sus tecnologías también logran hacerse un hueco en el tejido industrial cántabro.
Jesús Polvorinos