La reforma de la sede del Santander, el gran proyecto
El proyecto para convertir la sede del Banco Santander y el palacio que ocupaba Banesto en la calle Hernán Cortés en un complejo artístico-financiero está a punto de pasar a la fase de ejecución después de una compleja tramitación urbanística, porque se trata de edificios protegidos y ha sido necesario un plan parcial y una modificación del Plan General, respectivamente. Las obras costarán unos 60 millones de euros y van a dar trabajo a unos 150 operarios. Será el gran proyecto de la ciudad en los próximos años.
Uno de los arquitectos responsables de la reforma del edificio de Banesto, Antonio Ortiz, aventuró que esa obra podría realizarse en 18-20 meses, mientras que David Chipperfield, que firma la reforma de la sede del Paseo de Pereda prefirió no arriesgarse. El Banco, en cualquier caso, maneja un plazo de 36 meses.
El aspecto exterior de la sede no cambiará, excepto en dos detalles significativos: el arco y la terraza superior. Seguirán pasando los coches y los viandantes por debajo del enorme vano que forma el puente entre las dos patas del edificio pero alrededor de dos tercios de su superficie estarán acristalados para crear un nuevo volumen que permitirá que los visitantes deambulen entre las dos alas del edificio con facilidad (ahora solo se conectan por la última planta o por el sótano).
Ese nuevo espacio acristalado, que ha sido polémico en algunos ambientes, servirá también como galería de exposiciones y como mirador, además de aportar una importante fuente de luz al interior de un edificio en el que no cabe la posibilidad de rasgar las ventanas para ampliarlas.
Por su parte, el palacete del antiguo Banco Mercantil y Banesto quedará dividido horizontalmente en dos zonas: la planta baja y el semisótano que albergaba la enorme caja de seguridad del banco acogerán una oficina del Santander mientras que en las plantas superiores se reubicará la sede territorial de la entidad. En el ático habrá un espectacular mirador acristalado abierto al público.
Las seis plantas del edificio conservarán el patio octogonal, que se convertirá en un gran pozo de luz desde la coronación hasta el subsuelo. Ese enorme atrio vertical, rodeado de las columnas de fundición existentes desde su construcción en 1900, proporcionará una enorme transparencia a todo el inmueble y permitirá, según los arquitectos Cruz y Ortiz, comprender el edificio completo desde cada planta.