Las nuevas inversiones de Alfredo Pérez le orientan al campo de las tecnologías

El cofundador de PITMA crea Kai Capital, que participa directamente en tres iniciativas de gran recorrido y en unas 200 empresas a través de capital riesgo

Alfredo Pérez se ha pasado la vida imaginando nuevos negocios, y su estadística de éxitos está muy por encima de cualquier media. El empresario de Torrelavega, que fundó Pitma con su socio Pedro Ortiz, siempre tuvo inversiones fuera del grupo, pero tras la venta de la comercializadora de energía Aldro por más más 200 millones de euros, ha creado una plataforma de inversión denominada Kai Capital, “para seguir moviendo el dinero y que genere riqueza”. En esa aventura no le secunda Pedro, aunque siguen generando iniciativas conjuntas dentro del grupo que copresiden, como la plataforma hipotecaria Wypo, cuyo potencial probablemente sea tan alto como fue el de Aldro. Pérez no teme la sobreexposición que le puede suponer convertirse en el Juan Roig local de las startups, cuando además preside el Racing. Asegura que su papel en estas empresas en las que participa será ayudarles a abrir puertas. Algo más que poner dinero, porque a los 53 años, no parece dispuesto a un retiro dorado.


La presentación en sociedad de la plataforma de inversión Kai Capital que ha creado Alfredo Pérez, copresidente de Pitma, se hizo en la Cámara de Comercio de Torrelavega y no por casualidad. “Aquí empezamos”, dijo. Ahora, tras la venta de Aldro a la multinacional italiana Eni, que ha supuesto un importantísimo ingreso patrimonial para él y para su socio Pedro Ortiz, ha decidido convertir la parte que le ha correspondido en una herramienta de dinamización empresarial, apostando por iniciativas de corte tecnológico con grandes perspectivas de desarrollo.

Además de mantener la copropiedad de Pitma, en la que no dejan de surgir iniciativas, como la plataforma hipotecaria Wypo, Pérez ha creado una family office, un fondo familiar de inversión, con el que está tomando posiciones en varias startups locales, como el fabricante de cosmética natural Banbú, la financiadora de robots industriales RAAS o la ingeniería Bound4Blue, que está montando velas metálicas en buques mercantes para reducir su consumo de combustibles. Además, a través de sociedades de capital riesgo, Pérez está presente en unas 200 empresas nacionales de todo tipo y alguna internacional, aunque aclara que en muchas de ellas su participación no llega al 1%.

‘Cuando yo tenía 17 años, la situación de Torrelavega sí que era complicada’

Su identificación con Torrelavega le sigue haciendo saltar: “Hace unos días, en unas jornadas en las que participé en Santander, alguien dijo que la situación de Torrelavega es complicada. Tú no conoces lo que es una Torrelavega complicada, le dije. Cuando yo tenía 17 años, sí que era complicada”, defendió. Pérez recordaba, sin citarlo, aquellos momentos de la década de los ochenta, cuando cuatro de las cinco grandes industrias de la comarca estaban en una situación crítica. Por eso, defiende rotundo que “Torrelavega tiene mucho más futuro que pasado”.

Sin desentenderse del todo de la gestión de Pitma, donde la responsabilidad ejecutiva ha quedado en manos de un consejero delegado, los dos fundadores y copropietarios, Pedro Ortiz y él han pasado a un segundo plano. Pero Alfredo Pérez parece dispuesto a librar nuevas batallas.

PREGUNTA: No sé si un empresario que partiendo de cero ha alcanzado un éxito tan notorio a los 53 años se siente un poco como el jugador de fútbol que cuelga las botas pero es joven para dar por cerrada su vida laboral y ha acumulado unos conocimientos y unos contactos que desea aprovechar. Y el símil del fútbol quizá resulta aquí más apropiado porque usted es, además, el presidente del Racing.

Alfredo Pérez. ­–Pues sí, yo quiero aprovechar eso. Habrá otro que diga, yo no quiero saber nada más, y lo entiendo. No me planteo que así voy a hacer mucho más dinero, no es ese el objetivo. Es la necesidad personal de compartir mi experiencia.

‘Entiendo que la gente que ha hecho un capital lo meta en el banco, porque compromete menos’

Yo creo que nosotros hemos tenido la suerte de tener una trayectoria empresarial desde cero muy exitosa. Aprendes muchísimo en un mercado nacional y en sectores tan diversos como formación, energía, telecomunicaciones o la seguridad. Eso ahora mismo creo que tiene un valor muy grande, tanto el tuyo como el de tu equipo, porque me parece que podemos ahorrar muchos tiempos y muchas vueltas.

Tienes esa necesidad de compartir este conocimiento. No sé, otro igual podría estar dando charlas en la Universidad o sesiones de formación, pero yo me veo acompañando a las empresas, egoístamente, porque me divierto mucho más acompañando a los gerentes, a los directores comerciales que con un powerpoint.


Robots prestados que solo se cobran por los rendimientos

La compañía de Torrelavega instala los robots en las empresas clientes, que pagan una cuota mensual en función de los resultados.

Pocas empresas se sienten con capacidad para robotizar sus líneas de producción, por falta de capacidad financiera o por dudar de que los resultados compensen la inversión. Pero, ¿y si los robots se los facilita un tercero que solo cobra en caso de éxito? La idea no es nueva en EE UU pero sí en Europa y en ese terreno es pionera la compañía cántabra RAAS Fintech Solutions, dirigida por Ricardo Vela.

Esta fintech creada por un grupo de industriales de Torrelavega, entre ellos la compañía de robótica Ingemotions y Kai Capital, asume los riesgos tecnológicos y financieros para que sus clientes, que solo pagan por uso, puedan centrarse en su negocio.

La iniciativa, según Vela, surgió en una comida de amigos. Dado que estamos en la era de los servicios de pago, pensaron que esa fórmula podía extenderse a la robótica industrial y a la robótica móvil, incrementando la productividad.

En un ámbito en el que faltan trabajadores y las empresas necesitan competir en un mercado cada vez más global y digitalizado, se muestran convencidos de que su propuesta cubre las tres necesidades.

“China ya no compite por precio, sino por servicios”, sostuvo Vela en su presentación. “Si antes era su mano de obra barata la que la hacía atractiva para producir allí, ahora es la productividad, con un 45% de crecimiento anual de los robots. Están generando una clase media, necesitan ganar en competitividad y la robótica es el camino. Por tanto, si Europa quiere posicionarse, tiene que pensar en la robótica”.

Compara la situación de la robótica en Europa a la de la informática en los finales de los 80: “No hay robots en las empresas, como no había por entonces ordenadores personales” e identifica dos problemas por los que no acaban de llegar a las pymes: “Hay un círculo vicioso: me parece importante la inversión y, al tiempo, no estoy seguro de si esa solución va a funcionar”.

A su vez, las grandes corporaciones, que son las que más robots tienen, se encuentran con otro problema. Cuentan con varias plantas para hacer el mismo producto e invierten en la que tiene menores costes. “La empresa matriz no le da a tu planta la inversión o te la reduce y demora. Ese tiempo que transcurre sin invertir en robótica es competitividad perdida. La solución que proponemos reduce el tiempo, porque la inversión la hacemos nosotros y entramos a formar parte de su línea de producción”.

El nicho de mercado que detectan es extraordinariamente grande en Europa. “Desde que hemos salido en junio del año pasado, las propias empresas españolas nos llevan al mercado europeo”. También han tenido ofertas de Marruecos o Perú, pero han decidido centrarse en España y Europa, al menos por el momento.

La mecánica del negocio es sencilla: el empresario solo paga por uso “y nosotros nos encargamos de todo. Evaluamos el proyecto, si es tecnológica y económicamente viable y si la empresa es solvente, nosotros vamos a ser su partner, sin pedir avales o garantías. Es un arrendamiento de servicios. Nuestras cuotas no son fijas, sino que van ligadas a la producción de cliente. Si el sistema no funciona, no percibimos. Al final conseguimos un modelo en el que todos ganamos”.


¿Tanto le tienta volver a empezar?

A.P. ­–Tenemos la suerte de que nuestras empresas siguen funcionando casi sin nosotros y qué mejor cosa que seguir haciendo lo que te gusta, que es empujar proyectos. Recoger ideas y buscar socios para hacer cosas.

El mundo financiero era un auténtico desconocido para los empresarios, también para nosotros. Aquí todo el mundo da charlas de capital semilla, de inversiones, de IA, pero cuando tienes que a ir a una ronda de inversión a buscar dinero fuera del entorno bancario, no es fácil, ni siquiera para las grandes empresas. El acceso a ese mercado financiero a mí me parece imprescindible. Nosotros no lo hemos necesitado, de momento, pero lo hemos conocido y debemos sacar partido a ese conocimiento y abrirlo a otras empresas.

Su plataforma financiera Kai Capital acaba de empezar, pero ya participa en tres empresas cántabras muy singulares, y a través del Grupo Pitma, usted también está desarrollando Wypo, una iniciativa para contratar hipotecas a través de internet que puede resultar muy novedosa. Se le va a acumular el trabajo.

A.P. ­–Wypo es un ejemplo de lo que digo. Yo, personalmente, me recorrí todas las oficinas de hipotecas de los principales bancos nacionales. Por cierto, que se ofrecieron a participar a través de sus fondos de capital en la idea y eso nos da mucha tranquilidad a los que estamos empujando.

Los responsables de Banbú (Rodrigo Folgueira); Wypo (Elena Ansótegui); el presidente de la Cámara de Torrelavega, Carlos Augusto Carrasco; Alfredo Pérez (Kai Capital) y el director de RAAS, Alfredo Vela.

En el caso de RAAS (la empresa de arrendamiento financiero de robots) se juntan cinco empresarios de Torrelavega que comparten una idea y me dicen, oye, si te parece interesante y tú aportas algo, nos metemos. Y es un proyecto espectacular.

A los de Bambú (cosmética natural) que ya llevaban años en Tanos, a 500 metros de mi casa, me los encuentro en una ronda de financiación en Bilbao. Y acabamos de entrar en su ronda de financiación, con otros inversores de Valencia y de Málaga.

Y también en la quinta ronda de capital de Bound4Blue,  (la ingeniería de Bezana que diseña e instala velas metálicas para mercantes) que ya ha conseguido en ellas 15 millones de euros, siete del Fondo Europeo de Inversiones, tres millones y medio del CDTI y tres millones y pico de capital privado, entre ellos varios extranjeros, porque la empresa necesita alcanzar esa dimensión internacional. Ya tienen pedidos en firme de tres o cuatro navieras mundiales.

Son ejemplos de dónde nos podemos posicionar, pero también nos veréis apoyando proyectos inmobiliarios y sociales, siempre lógicamente buscando esa efectividad y esa rentabilidad, que es la que va a asegurar que tengan futuro.

También nos enfocamos mucho a la sostenibilidad ambiental y a lo social. Estamos haciendo proyectos de digitalización, de robótica, productos ecológicos y que van directamente contra la huella de carbono, como el de las velas…


Banbú, la cosmética natural que triunfa en internet

Rodrigo Folgueira y Verónica Díez con productos cosméticos de su marca, Banbú.

Verónica Diez y Rodrigo Folgueira crearon la empresa de cosmética natural Banbú para vender por internet y hace cuatro años se instalaron en una nave de Tanos que está a cuatrocientos metros de la casa de Alfredo Pérez, aunque no supo de ellos hasta que sus caminos se cruzaron en Bilbao, donde Banbú acudió a una ronda de inversores a la que Pérez estaba invitado.

Verónica y Rodrigo han conseguido asentar su marca de cosmética, hasta el punto que ya tienen diez empleados. Se trata de productos waterfree, es decir, que se fabrican sin agua, lo que no solo evita derrochar millones de litros sino que también permite prescindir del plástico en los envases, algo importante para los clientes con más sensibilidad ambiental. “Ahí está nuestra parte de innovación. Hacemos algo diferente, y un startup es una idea innovadora, con carácter tecnológico y escalable”, explicaba Rodrigo durante la presentación de la plataforma inversora de Alfredo Pérez.

El propio Rodrigo Folgueira reconoce que no parece fácil convencer a alguien para que compre cremas o jabones por internet, donde ni siquiera puede percibir su olor, pero lo cierto es que han establecido unos canales de comunicación muy fluidos con sus clientes a través de las redes sociales y en el último año han facturado más de 1,7 millones de euros, un 40% más que en el anterior.

Folgueira explica que una startup no puede permitirse el lujo de crecer un 2% o un 3%. Estan en un mercado mundial que suma unas ventas de 1.400 millones de euros (30 millones de unidades en España) y su foco está puesto en crecer aprovechando lo que les diferencia: “Nosotros somos cien por cien orgánicos y cien por cien simples y no hay ninguna otra marca que reúna esas dos características”.

Hasta ahora lo han conseguido con financiación propia, de los bancos y la familia. Creen que ahora que han llegado inversores externos, como Alfredo Pérez, su obligación es duplicar o triplicar las cifras de negocio.

En la ronda  de inversión que hicieron el pasado año captaron un millón y medio de euros, que les ha permitido tener como aliados “a un equipo de inversores muy potente”, sin perder la mayoría en el capital de la empresa.

“Nosotros lo que buscábamos era un inversor que no sólo nos aporte dinero, sino que nos acompañe durante el proceso. Un inversor que en una semana te abre una puerta contra la que llevas cuatro años dándote cabezazos.  Esa idea de que los inversores entran en tu empresa para robarte… Es verdad que no son tus amigos, pero en una empresa el 70% de los momentos son malos y si en esos momentos el inversor te da ese coraje para afrontarlos…”


 

¿Cuántas patas tiene, entonces, Kai Capital?

A.P. ­–Nuestra family office es como un peine del cual cuelgan la inversión en empresas, la de capital riesgo, la de fondos, la de renta variable y la inversión inmobiliaria, en edificios para alquiler y ayuda a promotores.

Eso significa  que se apuesta por iniciativas de muy amplio espectro y no solo tecnológicas…

A.P. ­–Y tampoco descartamos cualquier otro proyecto que sea interesante, aunque creemos que lo primero es ser sincero con la gente que nos trae proyectos. Si lo que presentan es interesante, adelante. Les abrimos nuestras puertas y las de muchos fondos con los que colaboramos. Hoy participamos en más de 125 empresas a través de fondos primarios, fondos secundarios o por inversión directa, lo que es para nosotros una fuente de información espectacular, y esa información queremos y podemos compartirla.

Al margen de esto, podemos acompañar a compañías cántabras en su crecimiento y no solo a startups. A empresas maduras que quieren abrir una línea nueva, atacar un mercado y la financiación bancaria no le llega y necesita financiación privada. Nosotros ya éramos grandes y atacar a la financiación privada no es tan fácil.

Llevamos año y medio metidos dentro de ese mundo y ahora puedes ayudar a cualquiera que necesite inversores serios, como algunos con los que ya estamos invertidos en una fábrica de limpiaparabrisas.

¿La mayoría de sus proyectos de inversión van a estar localizados en la zona de Torrelavega?

A.P. ­–No, no todas van a estar aquí, claro. Aunque tres de las que hemos presentado sean de aquí, estamos invertidos en la maderera guipuzcoana Surco, o en la ingeniería de las velas de Bezana, por ejemplo.

¿Se puede crear aquí una lanzadera de startups como la que ha hecho Juan Roig, presidente de Mercadona, en Valencia?

A.P. ­–Sí. Yo me enteré de la existencia de Banbú cuando se presentaron a una ronda de inversión en Bilbao y pensé: ¿Cuántas otras iniciativas estarán buscando en Madrid o en la lanzadera de Roig cuando pudieran haberse juntado con otras tres empresas o con dos socios de aquí?

Lo que les den en la lanzadera de Roig lo tiene en Cantabria, pero, claro, la gente tiene que conocerlo.

Quizá piensen que, dada la dimensión de Cantabria y el reducido número de inversores o de proyectos que puede generar, no va a encontrar aquí una estructura de apoyo.

A.P. ­–Proyectos hay muchos y proyectos solventes también, aunque no siempre son escalables.

Con respecto a los inversores, en Cantabria hay unos cuantos, pero son inversores que invierten por debajo de la mesa, que no se les vea.

La gente a la que le ha ido bien y ha hecho capital tiene dos opciones, meterlo al Banco o reinvertir para seguir generando negocio y generando bienestar. Yo creo que lo ideal es seguir generando bienestar, pero la gente prefiere una inversión financiera que no le comprometa, porque comporta un riesgo personal.

Entiendo que haya personas y empresarios que no hablen de sus inversiones o prefieran dejar el capital en un banco donde nadie se entera de lo que tienen, o comprar acciones.

La venta de Aldro fue una gran oportunidad. Ahora la empresa es una gran energética de nuestro país y este hecho hace posible que acometamos nuevas inversiones estratégicas y sostenibles.

Yo he tomado la decisión de que ese dinero gire, que genere riqueza, pero entiendo perfectamente al que no quiere, porque, entre otras cosas,  esto conlleva un riesgo, y un riesgo relativamente elevado.

¿Cree, entonces, que hay poca capacidad de arriesgar en el capital local o que la gente prefiere invertir en algo que le dé un rendimiento seguro?

A.P. ­–Creo que aquí tenemos mucha cultura bancaria gracias a Caja Cantabria y al Banco Santander, pero no cultura financiera. En el País Vasco tienen diez agencias de valores; en Asturias, dos; en Cantabria no hay ninguna porque, desde mi punto de vista, el Banco Santander tenía mucho peso y ha hecho esa labor. Pero no ha habido esas iniciativas privadas a las que la gente podía darle sus 50.000 para que los invirtiera.


Wypo: La plataforma online para contratar hipotecas

Elena Ansótegui, directora general de Wypo.

Elena Ansótegui ya trabajaba en Pitma y relata que cuando le presentó a Alfredo Pérez el proyecto de crear una plataforma de internet para que cualquiera que busque una hipoteca consiga simultáneamente las ofertas de todos los bancos sin tener que ir oficina por oficina, tenía la idea muy madurada “pero no dejaba de ser un papel con un estudio de mercado”. La iniciativa surgió de su propia experiencia, cuando buscaba financiación para comprar un terreno en la pospandemia y se vio obligada a pedir días de vacaciones para recorrer los bancos, después de intentarlo por internet con una experiencia poco satisfactoria.

Elena comprobó la opacidad de los procesos online, pero también fue consciente de que los bancos están perdiendo capacidad de captación entre quienes debían ser sus nuevos clientes, los jóvenes que quieren acceder a una vivienda y que apenas han tenido contacto en su vida con una oficina bancaria. Dos motivos para pensar que podía tener éxito una plataforma que conectase directamente bancos y clientes, que unificará los trámites reduciendo los tiempos y sin costes para ambas partes.

Pitma aceptó el reto de su trabajadora y se pusieron a desarrollar una plataforma que proporciona al usuario información cualificada sobre hipotecas por vía digital para compararlas y contratar una o mejorar la que ya tiene. Todo ello, calcula Elena, en apenas seis minutos, y sin coste para los usuarios, ya que este servicio, al que han denominado Wypo, se financia con las comisiones que les pagan los bancos por operación.

La contratación de hipotecas en España apenas está digitalizada y se trata de un mercado importantísimo para quien ofrezca un sistema sencillo para hacerlo. De los 95.000 millones que mueve el mercado hipotecario nacional, apenas el 7% lo hace por vía digital y la promotora de Wypo cree que su solución es muy diferente a las que ya existen: “somos los únicos que conectamos de manera real el Banco y el cliente, porque somos los únicos con una tecnología propia, que hace muy fluida la experiencia de usuario, muy intuitiva y nada inclusiva”.


 

Entre los proyectos en los que ha invertido hay uno industrial, algo que quizá no elegiría un inversor que no provenga de una zona tan vinculada a la industria. ¿Piensa que tiene el mismo futuro que cualquier otro sector?

A.P. ­–En Corrales, Torrelavega o Reinosa, tenemos la cultura industrial metida en vena. Me parece normal que esa iniciativa haya nacido aquí.

Los socios son de Torrelavega y del sector industrial. Son ellos los que ven la necesidad de robotizarnos mucho más, pero la gente no puede ir a buscar una solución que existe en EE UU pero que aquí puede tardar cinco años. Por eso pensaron en acelerar la llegada. Y estamos en el sitio perfecto para hacerlo.

¿De dónde saldrán tantos robots si la iniciativa tiene el éxito que presume?

A.P. ­–Nosotros le explicamos el proyecto a los principales fabricantes de robots que hay en España y todos estuvieron encantados en ir de nuestra mano.

Usted ya tenía una gran experiencia en empresas energéticas, de telefonía, de venta de servicios… Esta nueva fase ¿le ha dado una visión aún más amplia del mundo de los negocios?

A.P. ­–No solo más, sino mucho más. Incluso me he puesto a comprar jabones naturales en cinco páginas web para ver si lo de Banbú venía presentado diferente a su competencia. Siempre tengo esa inquietud de conocer nuevos mercados, nuevos sectores y trasladar las experiencias de unos a otros. Por ejemplo, en el caso de la plataforma hipotecaria podemos aplicar el conocimiento bestial de la gestión documental y de la tramitación administrativa que ya teníamos en Pitma. Ese conocimiento del mercado eléctrico es el que estamos trasladando al mercado financiero.

Las hipotecas son una herramienta de los bancos para atraer a nuevos clientes y vincularlos casi de por vida. También, para la venta cruzada de otros productos. ¿Está previsto que se haga en Wypo?

A.P. ­–Por supuesto. Es una herramienta para acercar bancos a clientes y clientes a bancos en hipotecas, pero mañana puede ser de créditos personales, pasado de tarjetas de crédito para seguros financieros… A lo largo de los años tendrán cabida todo tipo de servicios financieros, sin ninguna duda.

Usted es de Torrelavega y sigue viviendo en Torrelavega. ¿Cree que los mejores tiempos de la comarca ya pasaron?

A.P. ­–Yo creo que lo que necesita es un rumbo. No sé quién tiene que ser el capitán o el grupo de capitanes que lo lleven, pero creo que a la ciudad lo que le falta es tener claro qué futuro quiere; qué quiere ser en el futuro de Cantabria y en el futuro de España. Lo que podemos hacer desde nuestra pequeña perspectiva es ayudar y poner nuestro granito de arena. Que en Torrelavega se siga generando riqueza, que siga generando empleo. Si ese empleo es de valor mejor que mejor.

No creo que toda esa labor la podamos hacer nosotros, pero sí que volverán los buenos tiempos.

Desde los años 70, de Torrelavega se han marchado prácticamente dos generaciones completas. Sin embargo, Pitma ha sido capaz de atraer a mucha gente joven y generar desde dentro cuadros y directivos, algo que resulta tan difícil o más.

A.P. ­–Pero nosotros no hemos tenido una fórmula mágica. Hay que apostar por gente de aquí; hay que formarles y darles un proyecto, tanto empresarial como de vida. Hay que ayudarles a desarrollarse y, una vez que se desarrollan, están contigo o en la empresa de al lado, porque han crecido, montan una empresa de no sé qué. Pues maravilloso. Puede haber veinte empresas en Cantabria que han salido de Pitma y para nosotros eso también es un orgullo.

Es verdad que nosotros apostamos por esa gente joven. La edad media de nuestra plantilla debe estar por debajo de 30 años. Eso supone una locura de funcionamiento, pero nos da una potencia de crecimiento, de ilusión y de trabajo enorme, y se ha demostrado. Por eso también soy un enamorado de estos proyectos de inversión, porque veo esa misma alegría.

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