La Surfería, un nuevo concepto en el turismo de olas
Alejo Solar: ‘El surf ya genera muchos puestos de trabajo’
La crisis de 2008 golpeó de lleno a Alejo Solar (Torrelavega, 1973), que diez años más tarde, se vio obligado a cerrar su tienda de surf, Los Locos. Haciendo gala de un darwiniano poder de adaptación, supo ver en aquella debacle una oportunidad para reinventarse, cambiando de sector, y junto a otros dos socios decidió montar La Surfería en Suances, un establecimiento 4 en 1, pues es restaurante, escuela, tienda de surf y hotel. Su negocio podría parecer uno más en la creciente oferta turística enfocada a los surfistas pero tiene la peculiaridad de dirigirse a un público con un nivel adquisitivo más elevado, al que ofrece habitaciones de lujo con vistas al mar y gastronomía de calidad. La fórmula de este empresario que comenzó de botones y ayudando en los restaurantes familiares ha tenido éxito. Desde su inauguración, en julio de 2017, La Surfería se ha convertido en una referencia en la zona.
En 2017 cerraste una tienda de ropa de surf en Torrelavega con más de quince años de historia para abrir un negocio de hostelería en Suances. ¿Preveías la crisis del pequeño comercio que se avecinaba?
-Alejo Solar. No es que la previera, es que la crisis la llevaba sufriendo desde 2007-2008. Por entonces, la tienda llevaba una línea ascendente buenísima, pero, de repente, nos llegó la crisis, coincidiendo justo con un cambio de local y más inversión, y comenzamos a decrecer. Los últimos años de la tienda fueron críticos.
¿Fue duro poner punto y final a una etapa después de tantos años?
-El cierre en sí no. Fueron duros los últimos años. Cuando un negocio no avanza lo pasas muy mal. Intentábamos de todo, hacíamos conciertos, fiestas… y la tienda no tiraba. También ayudó a que no fuera duro que inmediatamente abriésemos La Surfería, al lado de la playa. Era una nueva ilusión y una transición a mejor.
¿A qué se debe esta crisis que experimenta el pequeño comercio textil en general y el relacionado con el surf en particular?
-No hay un único motivo, sino varios. Internet, los cambios de hábitos de compra de la gente. A las tiendas, la gente va a probarse ropa que luego compran por el móvil. Yo mismo era anti-internet, pero sopesando que te lo llevan a casa, pierdes menos tiempo… Los centros comerciales también han hecho daño.
La Surfería es bar, restaurante, hotel, escuela de surf, tienda de ropa… Dicen que quien mucha abarca, poco aprieta.
-Nuestro gran motor es el restaurante-bar. Luego están las habitaciones. La tienda ha crecido mucho este año y, aunque resulte increíble, está vendiendo más que la gran tienda de surf que tuvimos en Torrelavega. Lo que tenemos un poco todavía sin explotar son las clases de surf y de stand up paddle. Normalmente, si no podemos darlas, se las pasamos a mis sobrinas, a Solar Surf, o alguna de las escuelas de la zona.
‘Cantabria es un paraíso del surf. Yo me he movido por todo el mundo y no hay un sitio como éste’
Por la afluencia que tiene, La Surfería parece que es el local de moda. ¿Existe una fórmula que garantice el éxito?
-No lo sé. También parece que tienes éxito sin tener en cuenta los muchos gastos. Creo que la fórmula, aunque suene tópico, es el trabajo, hacer las cosas lo mejor posible, estar muy encima del negocio y tener un buen equipo.
Una de las novedades que aporta La Surfería es que se dirige a un surfista con un nivel adquisitivo más elevado. ¿Hay amantes de las olas que buscan habitaciones de lujo con vistas a la playa o comidas más elaboradas?
-Somos tres socios y detrás de cada decisión hay un equipo. Cuando hicimos las habitaciones nos surgió la duda sobre si hacerlas con literas o hacerlas de lujo, con unas vistas a la playa de La Concha espectaculares y que las puedas cobrar bien. Sopesamos y nos enfocamos a un surfista de más edad, con hijos, con pareja, y que quiere comer bogavante, tomarse una buena botellita de blanco o un Moët&Chandon. Aquí puedes tomarte desde una hamburguesa hasta un plato que este verano ha pegado mucho, el Bogavante Surfería. La línea de negocio ha sido un poquitín diferente a la del típico surfcamp que ofrece hamburguesa y cerveza. Aquí puedes encontrar eso, pero también puedes tener una oferta de más calidad.
Antes había guías culinarias, o las críticas gastronómicas de los periódicos, pero hoy en día son páginas de internet como Tripadvisor las que auditan el trabajo de los bares y restaurantes. ¿Crees que la información que os trasladan es valiosa para conocer vuestros puntos fuertes o en qué podéis mejorar?
-Sin quererlo, estás ahí y al final influyen. En nuestro caso generalmente son críticas buenas, pero también las hay malas y las hay dañinas. No te puedes fiar de ellas al cien por cien, te pueden servir para hacerte una idea de lo que te puedes encontrar. Hay críticas que no tienen nada de verdad, son cosas inventadas, lo que no quita que a veces digan verdades como una casa.
Suances tiene un turismo muy estacional, vinculado a dos meses en verano y la Semana Santa. ¿Cómo influye esto a la hora de mantener un negocio todo el año?
-Este año con la pandemia ha sido un verano muy atípico. En mayo, durante la cuarentena, no sabíamos qué iba a pasar y si íbamos a poder abrir. Estábamos haciendo previsiones de un verano light, con poca gente y bastante peor que el pasado, y resulta que ha sido todo lo contrario. Ha habido una marabunta de gente, ha sido salvaje, brutal. Hemos crecido un montón. Ha habido más turismo en Cantabria que en Canarias, que se dice pronto.
En septiembre baja, pero continúa algo de turismo. Pienso que habría que luchar por alargar un poco el verano. Desde luego, en los inviernos no te va a venir turismo de playa y la estacionalidad va a seguir siendo la nota dominante, pero habría que alargar un poco la estación buena. Yo creo que nos puede ayudar el cambio climático, dentro de lo malo que es, por el aumento de incendios, las sequías…
Suances y Somo han sido dos grandes motores económicos de Cantabria este verano de Covid. Se da la circunstancia de que ambas son villas con tradición surfera. ¿Realmente el surf genera muchos ingresos?
-Habrá gente que se piensa que no, que son cuatro hippies que no dejan nada; pero ahora mismo no sé cuántos negocios hay en Somo y Suances relacionados con el surf, pero muchos. Hay un fuerte movimiento de dinero y se generan muchos puestos de trabajo alrededor de las olas. Cantabria es un paraíso del surf. Las playas, las olas que tenemos aquí son envidiadas. Yo me he movido por todo el mundo y no hay un sitio como éste en ninguna parte.
La ropa de diseño propio se está convirtiendo en un negocio complementario para los negocios dedicados al surf
¿Y cómo te las ingenias para tener una plantilla estable de un verano a otro, o haces como otros negocios que cada temporada estrena personal nuevo?
-Es muy complicado. Tienes que tirar de lo que has ganado en verano para continuar el resto del año, así consigues mantener un equipo. En invierno somos diez personas, el núcleo fuerte, el equipo de La Surfería. Luego, en verano, llegamos a 27. Si pierdes ese núcleo estás perdido porque es como volver a empezar de cero.
La ropa de diseño propio se ha convertido en una importante fuente de ingresos para las escuelas de surf. ¿Es el fin de las grandes marcas?
-Las grandes marcas te tienen agarrado. Compras las prendas con un año de antelación, te llega la mercancía y la tienes que pagar a los 30 días. La ventaja que tienes con tu propia marca es que ahora se lleva mucho el kilómetro cero. La gente quiere lo de aquí, los tomates de Tagle, la camiseta de La Surfería de Suances… Ya no mira tanto las grandes marcas, aunque siguen ahí y seguirán. Apostar por tu propia marca es un acierto y nosotros hemos crecido en ese aspecto muchísimo. Estamos haciendo gorras, camisetas, sudaderas…
Empezaste trabajando de muy joven en un hotel en Suances y ahora tienes tu propio negocio hotelero. ¿Esto es el sueño americano en versión de la tierruca?
-(Risas) Empecé de botones. En el hotel donde trabajaba, el director también había empezado de botones. Yo creo que pasa bastante en este gremio, porque empezar de cero es importante para conocer lo que es un hotel, la hostelería en general. También me ha ayudado que en mi familia ha habido hosteleros, tanto en Torrelavega como en Suances, con restaurantes de gran prestigio. En Suances, el Sito; y en Torrelavega, el Bar Gimnástica. Eso lo he vivido desde pequeño, el estar al otro lado de la barra, y me ha marcado para decantarme por esta línea de negocio.
Eduardo Illarregui Gárate