Panusa invierte nueve millones para ampliar su fábrica de pan de Morero
La empresa cántabra, reintegrada en el grupo nacional de la familia, pretende facturar 40 millones en 2023
Panusa acaba de concluir una nueva cámara de producto terminado con capacidad para 7.000 palets en sus instalaciones del polígono de Morero. La ampliación, que ha supuesto una inversión de nueve millones de euros y ha sido ejecutado por la constructora Siec, es la cuarta que realiza la panificadora de la familia Martínez en esta ubicación. Poco antes se ha producido un reajuste en la estructura societaria y Panusa se ha integrado en el grupo nacional Panstar, también perteneciente a la familia Martínez, que ha pasado a llamarse Panamar Bakery. El conglomerado elabora 319 millones de kilos al año, factura 350 millones de euros anuales y da trabajo a más de 2.300 empleados.
La pandemia del coronavirus no ha conseguido dejar aparcados los planes de expansión de Panusa, más bien al contrario. La empresa cántabra ha invertido alrededor de 15 millones de euros durante los últimos cinco años en la mejora de sus instalaciones y ahora, pese al impacto de la Covid-19, acaba de hacer un desembolso de nueve millones para llevar a cabo la cuarta ampliación de su fábrica de Morero, en la que ha puesto en marcha una cámara de producto terminado.
La anterior, hace tres años, instaló una línea de alta producción que permitió a la empresa realizar el proceso de fermentación artesanal más largo de Europa.
En esta última ampliación, los hermanos Martínez han levantado otra nave industrial de 1.000 metros cuadrados y 400 de entreplanta, que incluye un silo frigorífico de 70×23 metros y la urbanización de los viales perimetrales. En total, este proyecto ocupa una superficie de 5.081 metros cuadrados.
La nueva nave de producto terminado está dotada de la tecnología más avanzada y tiene capacidad para 7.000 palets, lo que permitirá, según la compañía, ganar en competitividad, seguridad laboral y capacidad para afrontar futuras ampliaciones.
Un crecimiento imparable
Panusa se encuentra entre las 60 empresas con mayor volumen de ingresos de Cantabria. El pasado ejercicio facturó 34 millones de euros y su objetivo es superar los 40 dentro de dos años y consolidar su crecimiento económico, ahora bajo el paraguas de Panamar Bakery Group, la nueva denominación del Grupo Panstar, que surgió en 1999 de la mano de Clemente Martínez, padre de los actuales responsables de Panusa.
No hay cambios accionariales y desde la compañía señalan que, al entrar en el grupo familiar, la única diferencia es que ahora estarán “avalados por una sociedad única que nos permite ser más eficientes en nuestras operaciones”.
Además de Panusa, Panamar engloba a otras dos sociedades. Una de ellas, Cobopa, está especializada en la fabricación y distribución de pan precocido y bollería congelada y fue fundada a finales de la década de los 80 en Valencia. La otra compañía que forma parte del entramado empresarial de los Martínez es Pacfren, una panificadora creada por la familia catalana Cullel a comienzos de la Transición y adquirida hace algún tiempo por la familia cántabra.
Tras el reajuste en la estructura societaria, el grupo cuenta con dos fábricas de pan, una de bollería y otra de masas congeladas en Valencia; una de pan y otra de panes bio y hogazas en Madrid; otra de dedicada a la bollería en Palencia, otra de pan en Girona y dos factorías en Cantabria.
Entre todas ellas suma una plantilla de 2.300 empleados, que fabrican más de mil referencias y producen 319 millones de kilos al año. Este pan, en todo tipo de variedades, llega al público a través de unos 10.000 distribuidores, a los que Panamar factura 350 millones de euros al año.
En Cantabria tiene 250 trabajadores, repartidos entre las instalaciones de Guarnizo y Santander. Si se incluyen los empleos indirectos que genera –personal de limpieza, mantenimiento, logística y cartonaje– alcanza los 400.
Capacidad exportadora
La vocación de crecimiento de Panusa se refleja en los esfuerzos que realiza para conseguir nuevos mercados. El 80% de su producción va destinada a otras regiones y a once países europeos y latinoamericanos. El grupo Panamar, en conjunto, llega mucho más lejos. Sus exportaciones están creciendo a un ritmo anual del 50% y ya está presente en 21 países, entre ellos Cuba, Colombia, Chile, Filipinas, El Salvador, Guatemala, México, Italia, Honduras, Estados Unidos, Holanda, Japón, Turquía, Portugal, Panamá, Perú, República Dominicana, Reino Unido, Bélgica, Rusia y Corea del Sur.
Uno de los motivos que explica la buena marcha del grupo es el empeño que ha puesto en la renovación de sus productos. Recientemente, Panamar Bakery ha inaugurado una planta piloto de I+D para buscar soluciones que optimicen los procesos de producción, ensayar nuevos envases o ingredientes, así como analizar las cualidades de aroma, sabor, color o textura de todo lo que produce.
Las nuevas instalaciones están equipadas con oficinas, salas de reuniones, otra de catas y un obrador a medida. Según Panamar, la intención es cubrir las necesidades de un cliente cada vez más exigente y preocupado por tener una alimentación sana –basada en azúcares bajos, sin alérgenos, dietas veganas y requerimientos sostenibles y ecológicos– sin renunciar al disfrute. Además, el año pasado las oficinas de su delegación de Barcelona se trasladaron al polígono Llevant.
Un siglo de historia
Hay quienes prefieren rodearse de personas ajenas a la familia para montar un negocio y quienes creen que recurrir a sus parientes es la mejor opción. Lo que nunca llegó a imaginar Isabel, la bisabuela de los actuales propietarios, fue que los panes que elaboraba en Villanueva de Rampalay (Burgos) para su marido y sus hijos a principios del siglo pasado fueran a dar lugar a uno de los mayores grupos panificadores del país.
En aquel entonces, la familia era propietaria de una diminuta tienda de telas y de alimentación y, con el tiempo, los panes pasaron de ser para el consumo familiar a venderse en ella a los vecinos.
Más tarde, una de sus hijas, Diana, y su esposo Epifanio se hicieron cargo del negocio, amasando pan en la Venta de Orbaneja, también en Burgos, con la ayuda de sus siete hijos, que desde temprana edad empezaron a adentrarse en el oficio.
En 1960, la familia se trasladó a un nuevo emplazamiento alquilado en San Roque de Riomiera para vender su producto a los ganaderos de la comarca y tras años de trabajo duro, el matrimonio tomó la determinación de emplear sus ahorros en una panadería que se traspasaba en Santander. El servicio de reparto a particulares, otras tiendas y panaderías impulsó a los Martínez. El establecimiento tenía dos líneas de producción independientes, por un lado la panificadora, que nació con vocación industrial y por otro, la pastelería.
Los propietarios de la compañía aseguran que, si la primera de ellas no pudo expandirse más, fue por los condicionantes tecnológicos y logísticos de la época, puesto que la corta vida útil del pan impedía preservar su calidad durante los recorridos. La segunda línea, a diferencia de la anterior, sí experimentó un rápido proceso de industrialización. En la década de los 70, se fundó Repostería Martínez, que fue famosa en todo el país por sus sobaos, y que los Martínez acabaron vendiendo a Bimbo. En los 80, parte de la familia, encabezada por Clemente Martínez, volvieron al negocio original, el del pan, con la creación de Panusa, una unión de varias empresas panificadoras.
En 1999, Clemente ofreció a sus hijos hacerse cargo de la panificadora mientras él y sus hermanos lanzaban a nivel nacional Panstar. Con la llegada del nuevo milenio, la nueva generación tomó el relevo. Carlos, uno de los descendientes de Clemente, se ocupó de la gestión y administración de la empresa; Fernando empezó a controlar la dirección industrial y Miriam pasó a dirigir el departamento de marketing.
Poco a poco fueron llegando nuevas empresas al grupo de los Martínez. Adquirieron, en distintas provincias, Panamar (antes Nudespa), Cobopa, Pacfren, Pan-Vi, Palpan y Horno de Pedro. Esta última compañía, especializada en masas batidas y productos salados, se sumó al proyecto en 2019, con el objetivo de ampliar la oferta de bollería.
Un futuro prometedor
Los propietarios del grupo Panamar Bakery pretenden seguir acometiendo inversiones para crecer aún más y consolidar su posición de liderazgo en el sector, sin olvidar sus humildes orígenes.
En estos momentos, el conglomerado cuenta con 44 líneas de producción, de las cuales 38 están dedicadas a la elaboración de pan y seis a la de bollería. Una cifra que irá en aumento, porque ya está trabajando en la incorporación de dos más. También se prevé incrementar próximamente la capacidad de almacenamiento de 41.000 palets a 47.650.
David Pérez