Teka pasa a manos chinas cuando cumple cien años de su fundación en Alemania

La marca cántabra atravesaba serios problemas de liquidez desde hace tiempo

Gota a gota, sigue la penetración de las empresas chinas en Cantabria. A la compra de SEG Automotive, EDP o Noatum le sigue ahora la de Teka, adquirida por el gigante Midea, que ya está detrás de varias de las marcas de electrodomésticos más vendidas en España, algunas de ellas europeas. Teka, que dejó de estar bajo el control de la familia Graf, pasaba por dificultades de tesorería.


Cualquiera que intente comprar un frigorífico en Europa puede elegir entre un puñado de marcas pero detrás de casi todas ellas hay un fabricante chino o coreano. Parte de ellas son marcas europeas tradicionales que han adquirido; otras las han creado por sí mismos, pero lo cierto es que muy pocos fabricantes occidentales pueden competir con ellos en precios y la mayoría han acabado por abandonar.

Muchas marcas de electrodomésticos, entre ellas la cántabra Teka, se han concentrado en la fabricación de aquellos en los que están más especializados y compran (casi siempre en China) aquellos otros que les permiten ofrecer al cliente una gama completa, a los que únicamente ponen su marca.

Parece un modelo racional, en el que cada uno hace aquello en lo que es más eficiente pero no deja de sorprender que lleguen de China productos tan voluminosos como los frigoríficos y a un precio competitivo. Los propios chinos han buscado la manera de fabricar en Europa, para no tener que transportar tanto aire y desde tan lejos. La llegada del pedido que hace un distribuidor europeo tarda ahora cinco meses, mientras que con una fábrica en el continente tarda solo uno.

Esta es una de las razones que lleva a los fabricantes chinos a adquirir marcas europeas y no solo a suministrarles. Es lo que ha ocurrido con Teka, que ha pasado a manos del gigante chino Midea, con todas sus filiales.

Problemas de liquidez

El pasado mes de diciembre, el Banco Santander y el BBVA tenían que acudir al rescate de Teka con dos créditos por importe de 20 millones de euros. Desde hacía tiempo, los rumores del mercado habían provocado que los proveedores exigiesen la venta al contado y eso generaba serios problemas de liquidez en la compañía cántabra, especializada en campanas y en fregaderos de acero inoxidable.

La empresa había nacido en Alemania en 1924, en uno de los momentos más complejos que haya vivido nunca ese país, poco después de perder la Primera Guerra Mundial y en mitad de un absoluto caos de hiperinflación. El taller de maquinaria agrícola que había fundado Karl Thielmann en una pequeña ciudad industrial de la cuenca del Ruhr no pudo soslayar estos problemas pero descubrió las posibilidades del acero inoxidable que producían algunas acerías de la zona.

Interior de la planta Teka. FOTOS: MARÍA CASUSO

En 1957 se incorporó como socio Helmut Klein, y juntos decidieron especializarse en la producción de fregaderos de acero inoxidable, un formato sencillo de producir, más fácil de limpiar y más estético que todos los anteriores, ya fuesen de metal o de materiales de construcción. Las amas de casa alemanas recibieron encantadas la novedad, que ya se presentaba bajo la marca Teka, las dos iniciales de los socios.

La popularidad de los fregaderos les llevó a ampliar el catálogo con placas, estufas, hornos y campanas extractoras. A comienzos de los 60, sus productos ya están presentes en otros países europeos, entre ellos, en España, un mercado en el que vieron enormes oportunidades, por el volumen de población del país y por el hecho de que se estaba produciendo un auténtico trasvase desde el campo a las ciudades, que requería la construcción y el consiguiente equipamiento de millones de viviendas.

En ese momento, Alemania atravesaba una crisis económica y los propietarios de Teka decidieron trasladar su sede a España y, en concreto, a Santander, al llegar a un acuerdo con los hermanos Gómez Casuso, que poseían una fábrica de fundición en Cajo. Uno de ellos, José, continuó con sus socios alemanes, y el otro decidió emprender un nuevo rumbo, con la creación de una planta de estufas de hierro fundido en Soto de la Marina, que bautizó con el nombre de Hergom (Hermanos Gómez).

Teka fichó por entonces a un director financiero llamado Klaus Graf, que en los años 70 adquirió la mayoría del capital. Graf impulsó la compañía por todo el mundo y se convirtió en un empresario de éxito en otros campos, al fundar el puerto deportivo de Puerto Portals, en Mallorca, donde residió hasta su fallecimiento.

En el medio siglo que gobernó Teka, Graf llevó la marca a los cinco continentes, casi siempre a través de la compra de otras empresas. Llegó a tener fábricas en China y en Oceanía, y consiguió que el 80% de sus ventas procedieran del exterior. Entre sus compras estaba la prestigiosa marca escandinava Intra, especializada en cocina y baño, y la centenaria compañía centroeuropea de electrodomésticos Küupperbusch. El grupo absorbió también el fabricante mallorquín de griferías Buades y la portuguesa Strohm.

Una exposición de los electrodomésticos que fabrica en otros lugares o comercializa.

En productos de gran consumo, la marca es fundamental, y Teka utilizó el deporte para darse a conocer, revolucionando el balonmano en Cantabria, al impulsar uno de los equipos más laureados del mundo en esa época, el Club Deportivo Teka. También se significó con un equipo ciclista que corrió las principales pruebas internacionales y llegó a ganar una Vuelta a España. Pero nada le dio tanta popularidad como el fútbol. Teka protagonizó la primera inserción de publicidad en una camiseta de todo el fútbol español, la que llevó el Racing de Santander en 1981 con motivo de un encuentro con el Real Madrid. Fue precisamente su posterior patrocinio del Madrid el que llevó su imagen a todo el planeta, con numerosos triunfos tanto del equipo de fútbol como de la sección de baloncesto.

Teka se defendía así, pero el mundo de los electrodomésticos pasaba a estar en manos de conglomerados cada vez más grandes y con más marcas que operaban a nivel mundial. Esta concentración del sector obligaba a encontrar los nichos de mercado y hacía cada vez más difícil la supervivencia de una marca independiente.

Al morir Klaus Graf hace ahora diez años, el grupo (Teka Industrial), pasó a estar controlado por una comisión ejecutiva formada por su hija, Corina Graf, el presidente Arturo Baldasano, el exministro José María López de Letona, Diego Recio y Maximilian Brönner, hijo de uno de los principales accionistas.

Las pugnas internas no tardaron en aparecer y Brönner consiguió apartar a la hija de Graft, con la que estaba enfrentado, comprándole sus acciones. El grupo pasó a denominarse Heritage B, y la sede se trasladó a Suiza, donde se encuentra en la actualidad.

Pero los conflictos internos no se acabaron y las pérdidas de acumulaban. Eso no impedía que el conglomerado resultase atractivo para potenciales compradores, tanto en conjunto como por unidades de negocio: Teka, centrada en las cocinas; Strohm, en los baños y Thielmann en los contenedores industriales y en los barriles de cerveza, de los que ha sido el mayor fabricante mundial.

Al final, ha caído en manos de un gigante chino, Midea, con sede en la provincia de Shunde y una capitalización de 63.000 millones de dólares que así sigue ampliando su gama de productos (frigoríficos, lavavajillas, lavadoras, aires acondicionados…). Con Teka, además del 15% del mercado nacional de electrodomésticos, adquiere sus marcas Kuka, Clivet, Intra, Tecna, Termovent, más presentes en el exterior.

La venta ha sido una solución bien acogida por las plantillas, unos 4.000 trabajadores en España, que temían por su futuro.

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