La ciencia al día

Luz a baja velocidad

Científicos de Berkeley han ralentizado la luz a través de semiconductores, en un esfuerzo por hacer más rápidas las comunicaciones en las redes de transmisión ópticas, lo cual puede parecer contradictorio.
Los investigadores han disminuido hasta 10 km/s la velocidad a la que un pulso láser viaja a lo largo de una onda lumínica. Esta velocidad no es precisamente lenta, pero sí lo es comparándola con la que experimenta la luz al viajar por el vacío (300.000 km/s).
Experimentos anteriores habían demostrado que los rayos de luz pueden ser ralentizados o acelerados al hacerlos pasar a través de vapor atómico o cristal de estado sólido. En la UC Berkeley se ha intentado algo semejante pero utilizando finas capas de semiconductores, que ofrecen una notable ventaja en cuanto a ancho de banda respecto al cristal de estado sólido o el vapor atómico.
Actualmente, las señales ópticas se mueven a lo largo de la fibra óptica a más de 100.000 km/s, hasta que alcanzan algunos de los muchos “cruces de carreteras” que se hallan en el camino. En esos puntos, las señales de luz son transformadas en datos electrónicos más lentos, que puedan ser leídos por los routers, encargados de corregir el camino antes de convertir las señales de nuevo a luz, una conversión increíblemente lenta y cara, lo que crea cuellos de botella que hacen lenta la red. De lo contrario, los 20 teraherzios de ancho de banda disponibles en la fibra óptica nos permitirían transmitir 600 películas de dos horas en apenas un segundo.
Los experimentos no violan ninguna ley física, en especial la que dice que la velocidad de la luz es una constante física que no puede ser cambiada. Lo que se puede variar es la velocidad con la que la amplitud de la onda de la luz es transmitida.

Detección de los cánceres de piel

Un grupo científico anglofrancés ha descubierto que el 90% de las células de melanoma malignas producen niveles anormales de una proteína llamada BRN-2 y que esa proteína es necesaria para que las células sigan dividiéndose y, por lo tanto, para que el cáncer se desarrolle.
Este descubrimiento hará más fácil el distinguir entre los melanomas y otros tipos de decoloración de la piel, como las pecas o los lunares, y hay que recordar que cada año se detectan en el mundo entre 2 y 3 millones de cánceres de piel que están relacionados, sobre todo, con actividades que se hacen al sol.
Según la OMS, la exposición regular a los rayos UV, a la radiación y tomar el sol durante la infancia son las bases para las altas tasas de melanoma en los años maduros, y el problema se exacerba ahora, debido al adelgazamiento de la capa de ozono.

Islandia, sin hielo

Que el país del hielo no tenga hielo, aparte de ser una contradicción en los términos, es para preocupar, aunque, si se cumplen las predicciones, eso ocurrirá dentro de mil años.
Según publica la revista Nature, dos científicos europeos dicen que la capa de hielo de Islandia desaparecerá en su totalidad para entonces a consecuencia del ritmo de calentamiento que se está produciendo en esta región del mundo y de la reducción de las precipitaciones de nieve.
Eso no es ninguna minucia porque allí la capa de hielo alcanza el apreciable volumen de 2,85 millones de kilómetros cúbicos y, si se deshiciera, la catástrofe no tendría nada que envidiar a las películas de ciencia-ficción. También hay quien opina que la mezcla de tanto agua dulce con la salada del Atlántico daría lugar a un colapso de la Corriente del Golfo.
Al margen de predicciones catastróficas, la verdad es que los icebergs se están deshaciendo desde hace ya varias décadas y que las dimensiones del Océano Ártico se han estrechado en más del 30%.

Un universo más viejo

El Universo es más viejo de lo que veníamos pensando hasta ahora, ya que según un grupo de astrofísicos tiene un billón de años más de lo que se suponía, lo cual comparado con la eternidad no es nada, dicho sea por otra parte.
El caso es que las reacciones de fusión nuclear dentro de las estrellas suceden más despacio de lo que se pensaba. La mayor parte de la energía que emiten las estrellas –entre ellas, el Sol– es producto de la fusión de cuatro núcleos de hidrógeno que llevan directamente a la formación de un núcleo de helio, pero hay otras reacciones paralelas en menor escala que producen el ciclo del carbono-nitrógeno-oxígeno, lo que acaba retrasando el proceso general.

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