Cantabria Capital entra en Tinamenor para apoyar su plan de expansión

La primera inversión del fondo Cantabria Capital va a propiciar un salto cualitativo en la actividad de la empresa de acuicultura Tinamenor. Gracias a la entrada de la compañía de capital riesgo creada por el Banco Santander, Caja Cantabria y el Gobierno regional, la empresa de Pesués iniciará un proyecto de expansión que aprovechará el conocimiento del negocio que ha acumulado hasta ahora en el cultivo de nueve especies marinas y tratará de introducir dos más, el lenguado y el besugo.
El hecho de que la operación no se haya cerrado aún hace que las partes mantengan sigilo sobre sus términos, pero se puede dar por seguro que no cambiará la relación accionarial en la empresa, donde el fabricante de piensos Suministros Ganaderos seguirá siendo el accionista mayoritario, seguido por la sociedad de capital riesgo británica 3i, que acude a la ampliación de capital. La reducida participación de Sodercan se diluye aún más, dado que el sector público ha reorientado su actividad en el capital riesgo a través del nuevo fondo.
Tinamenor hace tiempo que tenía previsto un ambicioso plan de expansión para el que necesitaba un respaldo financiero. La aportación de capital va a ser la palanca que moverá una inversión de 16 millones de euros a lo largo del próximo cuatrienio. Una parte se empleará en hacer varias mejoras ambientales en la planta de Pesués y en la puesta en marcha de un sistema para estabilizar el agua que toma de la ría, cuyas condiciones son muy distintas según las mareas (más dulce o más salada) y según las épocas. Los técnicos de la planta estiman que una uniformidad en el ph, la temperatura y la carga biológica mejorará sensiblemente el porcentaje de éxito en la producción de alevinaje y, por tanto, en la productividad.
En Canarias, donde Tinamenor realiza ahora las fases de engorde, realizará inversiones para aumentar las jaulas fondeadas en mar abierto donde pastorea doradas y lubinas, y creará unas instalaciones de reproducción y cría semejantes a las que tiene en Pesués. La intención es abastecer con ellas sus viveros marinos del Atlántico y a sus clientes isleños, mientras que el criadero cántabro se especializará en el mercado nacional. De esta forma se reducen sensiblemente los costes de los envíos de alevinaje, que han de viajar en grandes contenedores de agua, con múltiples cautelas.
La planta cántabra no se verá afectada por este hecho, dado que la intención de la empresa es pasar de los 16 millones de alevines anuales que ahora produce a 45-50. Gustavo Larrazábal, consejero delegado de Tinamenor está convencido de que el mercado absorberá sin problemas este incremento, a tenor de los ratios de crecimiento que mantiene la demanda: “En España el mercado de pescado blanco está ampliamente desabastecido y si no se consume más es porque no se produce más”, dice.
La intención del grupo es tener también una sala de preparado de pescado e introducirse en la industrialización del producto para su venta en otros formatos y no sólo en fresco. Esta fase de evisceración y envasado sólo resultará económicamente viable con una producción de al menos 4.000 toneladas de pescado maduro, una cifra que la empresa cántabra se plantea alcanzar al finalizar este plan cuatrienal. En la actualidad, de sus viveros marinos salen unas 1.300 toneladas de lubinas y doradas para el consumo, que en algunos casos alcanzan el kilo de peso.

Más preengorde

Antes de la ampliación de capital, Tinamenor ha vuelto a recrecer sus instalaciones de Pesués para completar el proceso de alevinaje de los 16 millones de peces que nacen en la planta. De esta forma, todos los ejemplares salen de ella con un tamaño de 8 a 10 centímetros, lo que acorta sustancialmente la fase de engorde en los centros de acuicultura, por lo general situados en aguas más calientes, ya que en esas condiciones el crecimiento es más rápido y, por tanto, los costes de producción más baratos.
Antes de lanzarse a una aventura tan compleja y arriesgada como la introducción de dos nuevas especies –el lenguado y el besugo–, Tinamenor ha decidido incrementar el valor añadido de los alevines de dorada, rodaballo y lubina que produce, manteniéndolos en la planta ocho semanas más, hasta que alcanzan el tamaño de ocho o diez centímetros que ahora solicitan los centros de engorde. En realidad, esta es la segunda fase de un proceso que se inició hace dos años y que hasta ahora sólo permitía el preengorde de la mitad de la producción.
El criadero cántabro tradicionalmente se había centrado en la reproducción y la crianza de los recién nacidos hasta alcanzar los 2 gramos, un proceso que dura 120 días y que resulta crítico por las dificultades técnicas y la alta mortandad que presenta. No obstante, sobrevive un 15% de los nacidos, mientras que en el mar sólo llega a la edad adulta un pez de cada diez mil huevos de puesta, una razón que permite entender el hecho de que casi todas las especies marinas hagan desoves masivos.
Prácticamente todos las lubinas y doradas que se engordan en España nacen en las instalaciones de Tinamenor. Por lo general son adquiridos por centros de acuicultura situados en aguas más cálidas, y la propia Tinamenor cuenta con uno de ellos en Canarias. Allí permanecen un año hasta alcanzar los 400 o 500 gramos con que suelen salir al mercado.

Un visionario

Tinamenor nació hace algo más de 30 años, en unas circunstancias extrañas, dado que al tratarse del primer centro de acuicultura de España no existía un mercado interno para sus alevines. La aventura de Alfredo Valdés, un biólogo visionario que probablemente ha sido más conocido en la historia económica española como creador del Flan Chino Mandarín, era tan compleja desde el punto de vista económico como desde el técnico. Tinamenor fue durante muchos años poco más que un laboratorio, ya que estaba obligado a explorar un camino virgen, el de la adaptación a la cautividad de especies salvajes de las que no se sabía casi nada, y lo que resulta aún más difícil, industrializar el proceso. Pero ni siquiera bastaba con conseguir el éxito en este terreno, dado que no servía de nada producir las crías si no había centros de engorde que las comprasen. Durante años, casi toda la producción hubo de ser exportada, lo que planteaba problemas evidentes, ya que llegar con un camión-acuario hasta Grecia (uno de los destinos más habituales) y cambiar el agua por el camino sin que los peces se muriesen era toda una aventura.
Valdés perdió su patrimonio en el intento y ni siquiera la entrada en el capital de la multinacional alimentaria Kraft en 1980 permitió garantizar la subsistencia de la planta. Kraft acabó por venderla a un grupo encabezado por Bancaya, la noruega Sea Farm, Sodercan y el empresario catalán Bertrand de Caralt, uno de los mayores productores de pollos y huevos del país, cuyas orientaciones resultaron muy útiles para convertir Tinamenor en una auténtica empresa de producción de peces.
El funcionamiento del centro de Pesués mejoró sensiblemente, aunque Bertrand de Caralt tuvo que salir del accionariado en 1993 tras una grave crisis del sector del pollo que afectó notablemente a su grupo de empresas y que se juntó con un desdichado episodio, ya que fue encarcelado por el juez Pascual Estevill, que ahora ha sido juzgado por extorsionar a varios empresarios catalanes, que acababan en la cárcel si no accedían a sus pretensiones económicas.

El salto de los años 90

En el accionariado de Tinamenor entró entonces la empresa Suministros Ganaderos y, seis años más tarde, en 1999, la sociedad británica de capital riesgo 3i Group. De esta forma, el criadero obtenía recursos para aprovechar mejor el valor añadido de los peces, abriendo una planta de engorde en Canarias y renovando sus instalaciones de Pesués para atender a un sector, el de la acuicultura que, por fin, crecía con fuerza en España. Hasta comienzos de los años 90, las doradas y lubinas que se consumían en el país eran todas salvajes. Las pocas que se criaban en tierra se exportaban al Véneto italiano, donde eran muy apreciadas. Pero las cosas han cambiado mucho desde entonces. En 2003 se han consumido en el país nada menos que 35.000 toneladas y la demanda sigue creciendo a un ritmo anual del 35%, que no tiene parangón en otros sectores.
Tinamenor es el único criadero europeo que explota ocho especies diferentes (tres de peces y cinco de moluscos) pero eso no quiere decir que tenga intención de cerrar la lista. Tampoco tiene demasiada prisa por ampliarla, aunque pronto hará los primeros ensayos con el besugo y los lenguados.

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