¿De dónde es Telefónica?

¿De qué país es Telefónica? Aparentemente, es una empresa española porque tiene la sede social en Madrid aunque Villalonga estuvo a punto de trasladarla a Miami. Semejante herejía, que cortó el Gobierno y los bancos representados en el capital, probablemente tenía más sentido del que podemos suponer porque, en estos momentos, los principales propietarios son norteamericanos y el colectivo de viudas escocesas, un fondo de pensiones que está al frente de muchas multinacionales a pesar de que las tales viudas lo probable es que no hayan estado nunca en un consejo de administración.
El ya habitual pago de las opas con acciones propias es una fórmula muy rápida de crecimiento, pero también de dilución del capital. Llegan nuevos accionistas en tropel y el barco en que navegan todos juntos se hace cada vez más anónimo. Hasta ahora, en Telefónica había más capital español que extranjero, pero con el plan de integración de la productora holandesa Endemol, por la que pagará casi un billón de pesetas en acciones propias, y las opas sobre las filiales de telefonía iberoamericanas, los inversores estadounidenses están a punto de convertirse en los primeros accionistas de Telefónica, con casi un 32% del capital, a sólo dos puntos de los españoles, de los cuales el BBVA y La Caixa suman el 15%. A continuación figuran los inversores europeos no españoles, con un 26,8% del capital y los iberoamericanos, con un 6,4%.
En estas condiciones no será fácil mantener por mucho tiempo la composición de un consejo de administración donde sólo se sientan dos extranjeros y, en cambio, diez personas representan al BBVA y La Caixa, el hasta ahora núcleo duro de una compañía que a medida que se ha hecho más grande, tiene una titularidad más difusa y una nacionalidad menos definida. El resultado ha sido una compañía diseñada a la medida de su primer ejecutivo, lo que demuestra que, incluso en el caso de no poseer inicialmente acciones de la empresa en la que uno llega al poder se puede acabar convirtiendo en el auténtico nucleo duro, por grande que sea la sociedad. Basta con multiplicar los intereses hasta el punto que se neutralicen entre sí y eso, probablemente hubiese permitido a Villalonga permanecer indefinidamente de no haberse enfrentado al Gobierno, el único y auténtico poder fáctico.

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