Llega el bingo electrónico

El despliegue de casinos virtuales y de todo tipo de apuestas a través de Internet ha convertido las nuevas tecnologías en el gran enemigo de los juegos tradicionales, como el bingo o las máquinas tragaperras. Pero todo es susceptible de cambiar y hay quienes piensan que pueden pasar a ser su mejor aliado. Y es que algunos juegos, como el propio bingo, comienzan a perder interés popular y necesitan un revulsivo para recuperar el protagonismo que tuvieron. Es evidente que la única puerta que puede permitirles captar nueva clientela entre las generaciones jóvenes es la electrónica.
Claro que, para ello es preciso que quien tutela el juego, una responsabilidad transferida a las comunidades autónomas, autorice innovaciones como los bingos electrónicos, las tragaperras con sistema de video o las terminales multijuegos que permiten apostar desde un salón a la ruleta, a carreras virtuales de caballos, galgos, y a casi todo lo que se tercie.
Si no todas, algunas de estas modalidades van a ser posibles en Cantabria cuando en pocas semanas entre en vigor la nueva Ley del Juego, cuyo proyecto ya ha sido enviado por el Gobierno regional al Parlamento. En ella se admite, aunque de forma genérica, la utilización de redes electrónicas y telemáticas para la práctica de estas actividades lúdicas, aunque serán los reglamentos de máquinas recreativas y de bingo los encargados de concretar cuáles serán las innovaciones permitidas, que pueden servir de revulsivo para el sector del juego.

El bingo electrónico

Los empresarios de bingo son conscientes del declive que experimenta este tipo de juego, cuya facturación ha caído en los últimos quince años un 34%, en buena medida por su incapacidad para conectar con un público joven, que lo relaciona con generaciones pasadas. Para remediar esta situación, la asociación cántabra de empresarios de bingo (AEBINCA) ha pedido que se autorice en el reglamento de la Ley el uso de innovaciones que ya se aplican en otros países de nuestro entorno y en muchos casos con máquinas de fabricación española. Básicamente se trata de eliminar los cartones y sustituirlos por terminales situados en cada mesa. El cliente participaría en el juego a través de una pantalla táctil, en la que aparecería un cartón virtual, lo que agilizaría las partidas y permitiría celebrar más en cada sesión.
Para nadie es un secreto que la introducción del soporte electrónico supone la posibilidad de darle una extraordinaria gama de matices al juego. La más obvia es la modalidad conocida como ‘bingo electrónico’, donde los jugadores pueden apostar diferentes cantidades –que pueden ser inferiores al precio mínimo de dos euros por cartón que se aplica actualmente en la salas de bingo– y la sala puede aumentar la variedad de premios (líneas, cruces, esquinas, etc.). Los empresarios creen que esta modalidad de juego en red tendría un mayor tirón entre los jugadores, dado que hay más combinatorias con premio y pueden alcanzarse cantidades más elevadas.
Andalucía ha sido la primera autonomía en reglamentar las máquinas especiales para bingos, denominadas B4, como complemento para las salas tradicionales y su ejemplo ha estimulado a los propietarios de bingos de comunidades como Cantabria a solicitar su autorización. Pero el objetivo de todos ellos no sólo es renovar el juego, sino también reducir la fiscalidad. Hace tiempo que vienen reclamando la posibilidad de destinar a premios el 90% del monto jugado, en lugar del 70% actual, para aumentar el atractivo, lo que sólo podría conseguirse si las comunidades autónomas aceptan rebajar el tipo de gravamen que ahora aplican.

De Internet a bingos clandestinos

El sistema electrónico también permitiría sacar el juego de las salas, como ocurre con los casinos virtuales de Internet y multiplicar el número de jugadores, que ni siquiera se tendrían que desplazar de sus casas. Pero ni las autoridades ni los empresarios están demasiado convencidos de la conveniencia de abrir tanto la mano. Saben que el juego on line es, hoy por hoy, un territorio incontrolado donde los empresarios locales poco tendrían que hacer ante las grandes multinacionales del juego por Internet que empiezan a crearse y que eluden las reglas de cualquier país. En realidad, lo que pretenden es todo lo contrario, limitar la publicidad que estos casinos virtuales vienen haciendo en diversos medios de comunicación, al entender que se trata de una competencia totalmente ilícita.
El sector no se queja sólo de los competidores etéreos, también de los que son muy concretos y tradicionales. La patronal AEBINCA ha detectado la existencia de al menos tres salas clandestinas de bingo en localidades como Cabezón de la Sal o Los Corrales, en las que se celebran partidas en las que llegan a participar hasta 120 personas. “Lo que queremos”, explica el asesor legal de los empresarios, Ernesto Noval, “es que siempre que haya transferencia económica entre jugadores, eso se persiga”.
Para empujar a la Administración regional a tomar medidas, contraponen esa realidad ilícita al riguroso control que soportan las salas de bingo autorizadas y la elevada fiscalidad a la que están sometidas. De hecho, el bingo es un magnífico contribuyente ya que deja cada año en las arcas regionales cerca de diez millones y medio de euros en tasas. Si se suman las aportaciones de otros juegos de envite y azar, el erario público cántabro recibe cada año más de 4.000 millones de las antiguas pesetas por esta vía.

Un operador único

Los empresarios de máquinas recreativas también van a poder introducir, tras la aprobación de la nueva ley, modificaciones para hacer más atractiva su oferta. Básicamente, podrán sustituir las actuales máquinas de rodillos por otras más sofisticadas que utilizan pantallas de video y programas informáticos para el desarrollo del juego.
Otra novedad de gran calado será la exigencia de un operador único para las máquinas recreativas que se instalan en bares. Se trata de evitar que operadores de otras comunidades autónomas donde, al contrario de lo que ocurre en Cantabria, el número de máquinas está contingentado, acudan a nuestra región para ampliar su negocio, algo que no encuentra reciprocidad, ya que nuestros empresarios no pueden competir en su territorio.

“Despenalizar” el juego

Muchas de las novedades de la nueva ley tienen que ver con la reorientación de la normativa que regula el juego para darle un enfoque menos punitivo que el que ha arrastrado desde su despenalización en 1977, cuando todavía se suscitaban numerosas incertidumbres sobre su efecto social. Un ejemplo de este nuevo espíritu es la traslación a la Consejería de Presidencia de los controles que hasta ahora venía realizando el Ministerio del Interior a través de la Brigada del Juego. La Consejería creará con este fin un cuerpo de inspectores que se encargará del control de las salas de bingo en todos aquellos aspectos que no tengan que ver con el orden público.
También se abre la mano en lo referente a la publicidad. Aunque se prohíbe, con carácter general, los anuncios que inciten o estimulen al juego, la nueva ley permite que las salas de bingo y salones de máquinas recreativas se publiciten con carácter meramente informativo, así como el patrocinio de actividades culturales, algo que hasta el momento sólo estaba autorizado al Casino.
Otra muestra del nuevo talante con que se regula el juego es la eliminación de la autorización administrativa que actualmente es imprescindible para cualquiera que pretenda transmitir acciones de las empresas que operan en este campo.
La modulación del régimen de sanciones para evitar la desproporción de algunas multas con la infracción realizada es otras de las novedades de la ley que marcará las reglas del sector del juego en Cantabria en los próximos años. Muchos cambios para un horizonte que poco se parece ya al de 1977.

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