Nada es como parece
EL PETROLEO, UNA EXCUSA A MEDIAS.- La fuerte e inesperada subida del IPC se ha achacado en España al alza de los combustibles, lo cual no es incierto. Sin embargo, la elevación del precio del petróleo es un mal que aqueja a todas las economías y nuestros socios europeos han encajado la ola inflacionaria con incrementos mucho más modestos –aproximadamente la mitad que España– lo cual indica que hay otros motivos añadidos.
EL EQUIVOCO DE LOS PEAJES.- El descenso de hasta un 40% en el precio de los peajes de las autovías es realmente curioso. Como ya hizo Pujol antes de las elecciones catalanas –con gran enfado de su oposición–, el Gobierno ha rebajado las tarifas, algo muy popular, pero se ha cuidado bastante de explicar que a cambio, las empresas concesionarias podrán seguir cobrando veinte años más, de forma que autopistas que ya estaban en trance de agotar su concesión y, por tanto, de ser de uso gratuito, seguirán siendo de pago hasta que los coches anden sin ruedas. El Gobierno vasco no se ha recatado de decir lo que piensa y ha asegurado públicamente que “el acuerdo es abusivamente rentable para una empresa privada y lesivo, por tanto, para los intereses ciudadanos vascos”, por lo que está dispuesto a recurrirlo. Y es que en el País Vasco hay una especial sensibilidad hacia los peajes, dado que tanto las autopistas Bilbao-Vitoria como Bilbao-San Sebastián son de pago.
BODAS RAPIDAS.- En un mundo económico tan acelerado basta que alguien dé la señal para que todos corran detrás. El acuerdo Telefónica- BBVA ha levantado ampollas y no sólo entre los políticos de oposición. Tres días más tarde, el BSCH llegaba a un acuerdo con Airtel para el negocio de móviles en Iberoamérica y antes de concluir la semana, el Commerzbank alemán hacía lo propio con Deutsche Telekom. Las utilidades se verán con el tiempo, pero lo que es sorprendente es la rapidez con que se establecen casamientos que en otras épocas hubiesen requerido muchos meses de estudios sobre todo cuando tienen tantas implicaciones difíciles de valorar, como el hecho de que los bancos y cajas españoles vean ahora a Telefónica como el aliado de su principal rival.
COMPRAMOS EMPRESAS.- España ha comprado más empresas extranjeras de las que ha vendido a cmultinacionales foráneas, lo cual casi es inédito. La razón está en la fuerza con que las compañías de nuestro país han entrado en el mercado Iberoamericano pero, también, los muchos frentes que se han abierto en el mercado internacional. Por ejemplo, Alemania, que hasta ahora ha sido el principal inversor en España, ha estado más atenta a hacer adquisiciones en los países del Este europeo, donde se siguen haciendo privatizaciones.
UNA CAJA POCO CONFORMISTA.- Uno de los mayores negocios de la década está a expensas de lo que decida una pequeña caja de ahorros, la asturiana. Cuando ya se daba por hecho el acuerdo entre la multinacional Vodafone y el BSCH para hacerse con la mayoría de Airtel a través de un intercambio accionarial, Caja Astur lo ha impedido, reclamando su derecho de tanteo, como accionista de Airtel. Vodafone ha intentado comprar una sola acción para tener el mismo derecho, pero la Caja ha vuelto a repetir su jugada y a paralizar la venta de una empresa que ya vale en Bolsa cuatro billones de pesetas. De aceptar la venta al precio ofrecido por Vodafone, la Caja Asturiana obtendría por su 2,18% de Airtel unas plusvalías de nada menos que 86.500 millones de pesetas, equivalentes a su beneficio de diez años. A la vista de estas circunstancias, no es fácil suponer a qué más puede aspirar la entidad.
LA GRUA TAMBIEN ES DENUNCIABLE.- En Asturias, la Universidad de Oviedo hizo un estudio sobre el servicio de grúa y, para sorpresa de todos, descubrió que abundantísima normativa legal del Ministerio de Industria hace imposible los arrastres, ya que los modelos de grúa que se usan en aquella ciudad –y en muchas otras– sólo pueden remolcar un máximo de 750 kilos y es bien sabido que prácticamente todos los automóviles que circulan hoy por las carreteras superan este peso. En el Ayuntamiento ha cundido el nerviosismo y más cuando un agente, libreta en mano, ha optado por denunciar directamente a la grúa. Por el momento, el Ayuntamiento ha decidido no despejar las incertidumbres y lo que ha hecho ha sido retirar al guardia la libreta de multas.