La CEOE se lía de nuevo
Las elecciones del pasado enero en la CEOE, que no llegaron a celebrarse porque ninguno de los rivales de Vidal de la Peña consiguió los avales necesarios, parecieron un paseo triunfal, pero no lo era. Buena parte de los que habían sustentado a Gema Díaz-Real la dejaron caer y, a falta de otro candidato propio, optaron por respaldar a Vidal, dentro de la ola de cambios que empezaba a desatarse en la sociedad española. Pero esos apoyos eran simplemente prestados y no han durado mucho. Exactamente, hasta que el actual presidente ha demostrado la misma vocación por hacer las cosas por su cuenta que tuvo su antecesora.
La CEOE que dejó Mirones en plena agitación empieza a ser ingobernable, como él mismo comprobó en sus carnes. Una Junta Directiva desmesurada, donde están representadas todas las asociaciones sectoriales, que tradicionalmente se limitaba a santificar los presupuestos sin siquiera haberlos podido echar un vistazo, se ha convertido ahora en un contrapoder insalvable. Mucho más en estos tiempos de precariedad, en los que el presidente no tiene nada material con lo que transaccionar.
Tampoco el Comité Ejecutivo es una balsa de aceite, aunque sea el equipo elegido por el propio presidente. Vidal cometió un error inicial, el no haber incluido a ninguna mujer. Sin embargo, cuando ha incorporado a dos, para sustituir a Miguel Ángel Patiño, director jubilado de El Corte Inglés, y al presidente de la Cámara de Torrelavega, Antonio Fernández-Rincón, con el que no tiene ningún feeling, el asunto ha empeorado. Rincón se ha resistido con todas sus fuerzas, armado con el reglamento interno, que impide al presidente tomar una decisión de este tenor (lo puede nombrar pero el cese ha de pasar por la Junta) y su disposición a agitar la Junta Directiva y llegar a los tribunales ha obligado a Vidal a ceder.
El conflicto ha servido para aflorar otros descontentos, y tres pesos pesados de la patronal han dado un paso al frente para quejarse del personalismo de Vidal de la Peña. Una situación que repite milimétricamente lo vivido hace poco más de un año con Díaz Real, a la que reprochaban no contar en sus decisiones con el resto de la dirección.
Vidal de la Peña tiene por delante varios años de mandato pero la experiencia demuestra que no es fácil agotarlos cuando el interior de la patronal se revuelve. Y los conflictos suelen tener un efecto contagio. La Asociación de Mujeres Empresarias, que ha vuelto a la CEOE recientemente ya se ha quejado de que su papel hasta el momento se ha limitado a pagar las cuotas adeudadas, pero no ha conseguido ningún puesto en el Comité Ejecutivo, como pretendía, donde Vidal ha preferido otra representación femenina.
La CEOE cántabra requiere unas habilidades de diplomacia vaticana, como pudo apreciar el actual presidente nada más ser nombrado. Bastó con introducir en el Comité al representante de El Corte Inglés para que se le rebelase el de los pequeños comerciantes, Miguel Rincón, que ahora vuelve a la carga. A los pocos meses dimitió el tesorero que había nombrado con el encargo de poner orden en las cuentas y se creó un notorio malestar interno al saberse que, por una puerta lateral, volvía a la casa Elena Palacio, que había sido despedida e indemnizada por la propia CEOE muy poco antes. Ahora las Mujeres Empresarias no dudan en considerarse injustamente tratadas y dos hombres cuya opinión no pasa desapercibida por el resto de asociaciones, el presidente de los constructores, Justo Cobo, y el de las estaciones de servicio, Jorge de Benito, salen a la opinión pública para quejarse de la forma de manejar la patronal del presidente. Una disconformidad a la que también se ha sumado públicamente la Hostelería y que en privado comparten otras sectoriales con menos fuerza.
Vidal ha preferido dar marcha atrás en el cese y evitar que el cese de Fernández-Rincón llegase a la Junta Directiva, donde las asociaciones sectoriales podían llegar a dejarle en minoría. A pesar de la gran cosecha de avales que consiguió hace once meses entre estas patronales para poder acceder a la presidencia, los apoyos son muy volátiles y a veces muy interesados. Tanto que la Junta vuelve a convertirse en un contrapoder.
La heterogénea coalición que consiguió desbancar a Gema Díaz y reemplazarla por Vidal era muy difícil de mantener en el tiempo y empieza a hacerse patente.