CEOE: Los retos a los que se enfrenta Vidal de la Peña
DESEQUILIBRIO ECONÓMICO.– La plantilla de la CEOE cántabra, que llegó a bordear el medio centenar de personas durante el mandato de Miguel Mirones ha quedado reducida a la mitad, pero ni siquiera así es posible cuadrar las cifras, porque el presupuesto ha menguado extraordinariamente: han desaparecido muchas empresas cotizantes o se ha reducido su tamaño; se han dado de baja algunas otras –aunque es cierto que Díaz logró la vuelta de algunas muy significativas– y, sobre todo, se ha reducido drásticamente el dinero público para formación, ya que el actual Gobierno apenas saca cursos y muchos de ellos salen a finales de año, con lo cual los ingresos que genera hay que repartirlos en dos ejercicios. Eso ha dejado al borde de la supervivencia no solo a la CEOE sino también a los sindicatos. Si a eso se le añaden lo retrasos del Gobierno en los pagos, se entiende perfectamente los apuros financieros que atraviesa. Quizá no esté en la mano de Vidal de la Peña conseguir que el Gobierno de Diego cambie de política, y menos cuando la legislatura está a punto de concluir, pero sí puede lograr que se paguen los atrasos. En cualquier caso los 600.000 euros de déficit del último año no parecen una catástrofe si se tiene en cuenta que en 2011 el déficit fue de casi 1,2 millones. Claro, que entonces había un importante colchón de reservas y ahora, tras los sucesivos déficits, no queda nada.
DUPLICIDAD DE ORGANIZACIONES.– La integración de las asociaciones que están fuera de la CEOE es una pretensión de todos los presidentes que han pasado por la patronal, pero la mayoría han puesto –voluntaria o involuntariamente– ladrillos para que ese muro sea cada vez más alto. En primer lugar, porque algunas de las que históricamente han estado fuera de la CEOE, como Pymetal, se encuentran cómodas así y, en segundo, porque CEOE creó en su seno réplicas de las que se fueron, de forma que, si volviesen, una de las dos tendría que desaparecer. Ocurre con la Federación del Metal, precisamente la que aspiraba a presidir Vidal de la Peña hace un año, pero también con la Federación de Comercio, que no encontraría justificación si volviese Coercan. Desmontar ambas a estas alturas parece muy difícil. En el caso concreto de Coercan, la posibilidad de que acepte el ingreso como una simple asociación más de comercio, y no como una federación, no resulta realista. Por tanto, la pretensión de Vidal de que la CEOE llegue a agrupar a todos los empresarios es una quimera.
ESCASA PARTICIPACIÓN DE LOS ASOCIADOS.– CEOE-Cepyme no es la organización de las grandes empresas pero tradicionalmente lo ha parecido. Las pequeñas han tenido una actitud remisa a la hora de participar y, a día de hoy, siguen sin conocer la mayoría de los servicios que presta la organización. En ese sentido, parece especialmente oportuna una encuesta que está realizando el nuevo presidente para conocer exactamente qué servicios utiliza cada asociado y su grado de satisfacción.
La anterior presidenta, al proceder de una pequeña empresa, supuso un revulsivo y consiguió que muchas empresas que nunca se habían acercado a la sede perdiesen el temor y la tuviesen a ella misma como interlocutora. No obstante, queda mucho camino por recorrer en este proceso.
LA REPRESENTATIVIDAD NO SIEMPRE SE CORRESPONDE CON EL TAMAÑO.– Hay imágenes que valen más que mil palabras y cuando hace tres años el rival de Gema Díaz a la presidencia, José Emilio Alonso, enseñó a los fotógrafos de prensa su papeleta podía leerse perfectamente el número de votos a los que tenía derecho: uno, los mismos que un autónomo. Una cuantía insólita para una empresa que en ese momento contaba con 400 empleados. La realidad es que muchas grandes compañías han mantenido una participación meramente testimonial en CEOE, por discrepancias con la organización o para no pagar cuotas más elevadas. Si hubiese cotizado por los votos que correspondían al volumen de sus empresas, Alonso podría haberle ganado las elecciones a Gema Díaz, que sólo le sacó 16 votos. Vidal de la Peña no solo tendrá que esforzarse por conseguir que estén todos, sino también para lograr que coticen en función de su tamaño real.
VAIVENES DE LAS ASOCIACIONES.– En algunos sectores hay varias asociaciones y son incompatibles entre sí, de forma que si una está en la CEOE, la otra no podría hacerlo, pero también hay vaivenes dentro de las propias asociaciones. Por ejemplo, en la de Mujeres Empresarias, que después de un año sin cotizar –algo que achacaban a su crisis económica interna– dejaron la CEOE. En las elecciones que acaban de celebrar, la vencedora reclamaba la vuelta a la Confederación.
LAS ASOCIACIONES SECTORIALES SUELEN SER MUY INCÓMODAS PARA LAS GRANDES EMPRESAS.– En muy improbable que las fábricas quieran pertenecer a las asociaciones sectoriales, donde se producen frecuentes tensiones que les incomodan y los socios se enredan con problemas que a ellas no les afectan, ya que negocian sus propios convenios y tienen circunstancias muy distintas. Por tanto, prefieren la afiliación directa a la CEOE, aunque ni siquiera la Confederación les garantiza la estabilidad que buscan.
SIN CONCERTACIÓN SOCIAL.– Ignacio Diego no va a conceder una foto a los sindicatos con la concertación, que éstos podrían mostrar como una victoria política y que encima le costaría mucho dinero. Al presidente regional le ha ido bien sin firmarla, ya que ha habido una apreciable paz social en estos cuatro años, a excepción de las mareas de la sanidad y la enseñanza y del conflicto sobre la “privatización” de Valdecilla, que su vicepresidenta acaba de canalizar a través de un gran acuerdo en favor de la sanidad pública. Por tanto, la CEOE también se quedará sin concertación. Diego se lo dejó claro a Vidal de la Peña a las pocas horas de acceder a la presidencia de la patronal.
¿QUÉ HACER CON LA JUNTA DIRECTIVA? El que supuestamente es el órgano máximo de la CEOE, en el que están representadas todas las asociaciones, es un ente incómodo y difícil de manejar, al que antes se le facilitaba una mínima información, con la que se daba por contenta, y que estatutariamente no tiene más papel (ser informada del día a día y ratificar la propuesta de nombramiento de secretario general). Sin embargo, en la época de Mirones se convirtió en un órgano de oposición y empezó a demostrar que podía causar más de un quebradero de cabeza a cualquier presidente. Durante la presidencia de Salcines se afianzó ese protagonismo y eso ha acabado por convertirla en un contrapoder, especialmente incómodo ahora que la Confederación tampoco tiene nada que repartir. La mayoría de las asociaciones tiene situaciones económicas muy precarias y eso hace que enseguida enseñen los dientes. Todas reclaman su cuota de poder y, aunque algunas de las más fuertes están representadas en el Comité Ejecutivo que ha formado Vidal de la Peña, otras relevantes han quedado fuera.
INTERESES IRRECONCILIABLES.– Ha bastado con incluir al director de El Corte Inglés en el Comité Ejecutivo para comprobar cómo rechinaba el interior de la CEOE, con una durísima respuesta del presidente de la Federación de Comercio y de la patronal torrelaveguense Apemecac. Y es que hay intereses irreconciliables, como los de las empresas del gran comercio, que apuestan por la mayor liberalización posible del sector, y los del pequeño comercio. Si Vidal se apoya demasiado en las grandes superficies puede perder, como parece, el respaldo de otra de las organizaciones más importantes de la Confederación, lo que indica que además de procurar cerrar heridas anteriores deberá tener mucho cuidado en no abrir otras nuevas.
QUÉ POLÍTICA SEGUIR.– Vidal tampoco lo tendrá fácil para navegar en el terreno político, donde hace falta mucha mano izquierda. Las empresas están en un momento crítico, del que siguen sin ver la salida, y eso hace que no estén para muchos paños calientes, pero un presidente de la patronal ha de tener mucho tacto para reclamar con firmeza sin cerrarse las puertas de los consejeros y del presidente. Es una cuestión de afinar en la medida, pero nunca lo hará a satisfacción de todos. Como le ha ocurrido a Gema Díaz, a unos les parecerá que es demasiado complaciente con el Gobierno y a otros, todo lo contrario.
SOBRAN ASOCIACIONES.– Hubo tiempos en que surgían asociaciones sectoriales como setas, al calor de la aparición de nuevos negocios o de los muchos apoyos que ofrecía la Administración pública. Pero también por personalismos o como un juego de poder y contrapoder de la propia CEOE. Toda esa estructura es una enorme ficción, que ni resulta operativa ni sostenible ni justificable. Pero como no es fácil ponerle el cascabel al gato, la única estrategia de la patronal parece ser la de esperar a que se mueran por sí mismas.
CONTROLAR EL INTERIOR.– Uno de los mayores problemas de todos los presidentes está en el interior de la CEOE. En los últimos tiempos de Miguel Ángel Castanedo, un secretario general que tenía perfectamente controlada la casa, empezaron a surgir bandos que no siempre han secundado a los presidentes. Gema Díaz ha podido comprobar cómo se desplazaban las fidelidades antes incluso de salir de la presidencia, pero tampoco le será fácil conservarlas a Vidal, que tendrá dificultades para traerse con él a la persona que le ha acompañado en su travesía del desierto de este último año, Elena Palacio, una empleada de la CEOE que fue despedida por esta organización e indemnizada hace solo unos meses. ¿Conservará el nuevo presidente al director general, a la responsable de Comunicación y a las cuatro personas que contrató Gema Díaz en verano? La mayoría de ellos han recibido la confirmación de que seguirán, pero obviamente éste no era su equipo.
EL CARGO DE SECRETARIO GENERAL SIGUE VACANTE.– La división de la Junta Directiva que se produjo en tiempos de Mirones y que se recrudeció tras la ajustada victoria de Gema Díaz hizo imposible conseguir una mayoría suficiente como para cubrir la plaza de secretario general tras el despido del último titular, Yves Díaz de Villegas. Gema Díaz improvisó una solución contratando a Pedro Nalda como director general, un cargo inédito en la organización y que, al no estar regulado por los estatutos, no necesitaba ser ratificado por la Junta. Ahora la situación es muy distinta y Vidal de la Peña tiene una mayoría amplia que le permitiría nombrarlo. Otra cosa es lo quiera hacer, porque eso exigiría despedir al actual director general y abonarle la indemnización pactada, aunque sea mucho más modesta que la establecida para los últimos secretarios generales. Tampoco resultaría muy favorable para la imagen de la CEOE cántabra, que ya despidió a sus dos últimos gerentes, hacer lo mismo con el tercero.