Palés convertidos en muebles

Volver a dar utilidad a materiales desechados y hacerlo, además, con un sentido artístico es lo que ha conseguido Bastian Coll a partir de tablas de palés usados y de viejos aperos de labranza. La imaginación ha logrado aunar la funcionalidad con la belleza y el arte povera de los 60, hecho con materiales desechados, parece estar dejando paso al mobiliario povera, aunque esa pobreza solo tenga que ver con la humildad de la materia prima. Sus muebles se hacen con las tablas de las maderas más baratas que pueden encontrarse en el mercado, las que se utilizan para palés, y además, recicladas.
El joven diseñador industrial ha cambiado los programas de autocad con los que diseñaba piezas para automoción en una pantalla de ordenador por las herramientas de artesano, los materiales reciclados y, en otras ocasiones, las maderas nobles.
Lo que era inicialmente un hobby se ha convertido en un proyecto empresarial (Handmade Essence) cuyos trabajos han comenzado a exhibirse en espacios como Escenario Santander o La nave que late, donde el público ha podido contemplar unos muebles tan atractivos como originales.
La propuesta que Coll define como ‘línea industrial’ (la de materiales reciclados) ha llamado la atención de los profesionales de la hostelería. Su mobiliario, a base de maderas de palés, tratadas y ensambladas en un puzzle de colores, puede contemplarse ya en algún local de Peña Herbosa, pero ese mismo diseño también está pensado para mesas de salón, armarios domésticos o cabeceros de cama. Los colores de las tablas son los originales de los palés de donde provienen, sutilmente difuminados por el tratamiento al que las somete, y combinados para formar una composición abstracta.
Esa misma línea estética que recuerda el origen industrial de los palés de los que procede la madera, está también en las mesas que hace a partir de grandes carretes de cable.
Son nuevas funciones para materiales desechados que encuentran una segunda e impensada vida a partir de la imaginación de este joven diseñador, al que también le sirven las rejas y ruedas de arado o los bastidores de viejas máquinas de coser convertidas en piezas de mobiliario en las que el hierro adquiere una calidad escultórica.

La linea ‘vintage’

Junto a esta modalidad de muebles de líneas simples y funcionales, Coll ha ideado otra gama más sofisticada, en la que reinterpreta la estética modernista y que ha dado como resultado unos estilizados muebles de tipo inglés. En esta línea, que define como vintage, está formando una colección de vitrinas, relojes y armarios que toman la forma de edificios antiguos, rematados por tejados y mansardas en los que un hábil tratamiento de la pintura es capaz de conseguir el color y la textura del cobre envejecido.

Una nave en el Pesquero

Para estar más cerca de sus potenciales clientes, Coll prepara el traslado de su taller desde Liérganes a Santander. El entorno del Barrio Pesquero, más adecuado para acoger actividades artesanales que la frialdad del polígono industrial donde ahora se encuentra, es uno de los posibles destinos de su pequeño taller, en el que la ebanistería, la marquetería y el hierro se dan la mano. La reubicación será el momento adecuado para que su aventura particular se convierta en una pequeña empresa con la incorporación de más trabajadores.
El objetivo de este diseñador es llegar a sectores tan prometedores para el tipo de mobiliario que propone como los establecimientos de turismo rural, hoteles, despachos profesionales o tiendas de decoración. “Trabajar en proyectos concretos te permite hacer piezas originales y no en serie” –subraya Bastian Coll–. “Porque todo lo que yo uso, salvo los palés reciclables, son piezas que encuentras una sola vez y no son reproducibles. Cada proyecto es un reto”, resume este joven diseñador.
Una de las razones que le impulsaron a emprender su propia aventura empresarial fue, precisamente, el no encontrar carpinterías que quisiesen plasmar los diseños que llevaba bajo el brazo. No tenían encaje con la producción estandarizada habitual que realizan.
Los planos de una mesa que simula las cuadernas de un buque durmieron durante meses en alguna de esas carpinterías, sin resultados. Hoy, esa mesa, que acabó por hacer él mismo a una escala más pequeña, decora la casa de un cántabro que está en Suiza y le recuerda su tierra.
Coll optó por dar forma a sus ideas con sus propias manos y aquello le abrió un camino innovador. El diseño a veces está donde menos se espera, incluso en los materiales desechados por la industria.

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