Confidencial
Edscha guarnizo si, pero con ajustes salariales
La estrategia de Gestamp de dividir la adquisición del grupo Edscha en dos fases ha generado una gran incertidumbre en la planta cántabra de Guarnizo, una de las cuatro sobre las que todavía no se ha cerrado el acuerdo de compra entre la empresa española de estampación y el grupo alemán que está en suspensión de pagos. Mientras que las fábricas situadas en la propia Alemania, Chequia, Eslovaquia, Brasil y China ya han sido adquiridas en firme, Gestamp se ha limitado a reservarse una opción de compra, que vence a final de año, sobre las situadas en la Península Ibérica y en Francia.
La reticencia a la compra por parte de la compañía propiedad de la familia Riberas, el mayor fabricante español de componentes para el automóvil, parece motivada por la falta de rentabilidad de las dos plantas españolas, la de Guarnizo y la de Burgos (Fabisa). Pero, mientras esta última ha recibido noticias muy negativas de lo que se está cociendo en las negociaciones que tienen lugar en Alemania entre el administrador concursal de Edscha y Gestamp –les han comunicado que en año y medio cerrarán–, la fábrica de Guarnizo sí parece entrar en los planes de la firma española, aunque con algunos ajustes. No sólo se ha comunicado a los trabajadores de la planta cántabra la necesidad de mejorar la productividad y la calidad de la pedalería y bisagras para automoción que fabrican, sino que la compra también estaría condicionada a una rebaja de los costes salariales en un 15%, lo que equivaldría al despido de 38 de los 416 trabajadores con que cuenta la planta.
La propuesta de Gestamp ha sido trasladada al comité de empresa, que ha pedido más información sobre los planes del comprador para Guarnizo. No obstante, el margen de maniobra no parece muy grande, atrapados como están los trabajadores entre las exigencias de Gestamp y la amenaza de cierre de la planta.
CANTABRIA PROPONDRA UN ‘CAMBIO DE CROMOS’ EN VALDECILLA
El Gobierno cántabro tiene la convicción interna de que los 135 millones de euros que ha de devolver a Madrid por la demasía en la entrega a cuenta de su participación en los ingresos del Estado de 2008 no harán nunca el camino de vuelta. El Gobierno de Zapatero le ha dado un plazo de cinco años a las autonomías para que retornen estas cantidades, lo que va a aliviar el problema, puesto que todas ellas ya se han gastado el dinero, pero no lo hace desaparecer. Por eso, las autonomías rebuscan en sus cajones otras facturas a su favor, tratando de llegar a un pacto de compensación. Cantabria pretende hacerlo con las obras de Valdecilla. La comunidad tratará de cobrarse el cuantioso sobrecoste que se ha producido durante la construcción del nuevo hospital por el procedimiento de que Madrid renuncie a la devolución del dinero entregado a cuenta. El trueque resultaría favorable para la región, entre otras cosas porque, hasta ahora, Madrid ha cumplido sus compromisos financieros con la construcción del Hospital Valdecilla, ya que los sobrecostes no entraban en el pacto inicial.
CIERRA OTRO MATADERO
Los mataderos definitivamente no son un buen negocio. El que funcionaba en Treto cierra, con lo cual la iniciativa privada prácticamente ha desaparecido del sector. Sorprende que, con este panorama y con la experiencia inveterada de pérdidas, el sector público siga promoviéndolos.
LOS GRANDES TAMPOCO PAGAN
Contratar con una gran constructora nacional parece una garantía en estos tiempos donde escasean los contratos y se plantean muchas dudas sobre la solvencia de los clientes. Pero también esta opción depara sorpresas muy desagradables. Estas grandes compañías suelen hacer firmar a sus proveedores prolijos contratos llenos de cláusulas penalizatorias o directamente resolutorias, que el proveedor acepta porque no tiene alternativa si quiere trabajar y porque eso no solía causarle excesivos problemas: Entregaba su trabajo y cobraba. Pero algunos se encuentran ahora con que en lugar de llegarles el pagaré para abonarles el trabajo, lo que llega es el abogado de su cliente anunciando que no pagará por los incumplimientos (en trabajos de cierta complejidad siempre hay algunos) del extenso y leonino contrato. Por sorprendente que parezca, algunas grandes empresas nacionales están utilizando esta artimaña para mantener sus cuentas de resultados. Lo que nunca sabrán sus accionistas es que eso lo consiguen a costa de la suspensión de pagos de sus proveedores.