La carga emocional de la deuda. Cuando los hijos asumen las responsabilidades financieras de sus padres
En un mundo donde las deudas pueden asfixiar los sueños y la esperanza, la Ley de Segunda Oportunidad emerge como un faro de esperanza para aquellos que se enfrentan a la abrumadora carga financiera. Sin embargo, a veces esta ley se convierte en el último recurso para personas que no solo luchan con sus propias deudas, sino que también se ven obligadas a enfrentar las deudas acumuladas por sus seres queridos. Esto es lo que le pasó a una clienta de la empresa especialista en Ley de Segunda Oportunidad Cerciora. Afincada en la ciudad de Alicante, tuvo que tomar la determinación de endeudarse para poder hacer frente a los problemas financieros de sus padres. Ella lo cuenta así: “En realidad la deuda principal era por el piso, que era para ellos. Al quedarse sin trabajo no pudieron hacerse cargo de los gastos y es entonces cuando decido entrar en el préstamo hipotecario”.
Como cualquier hija, no pudo ignorar el sufrimiento de sus padres. Vio cómo el estrés y la ansiedad corroían su salud y su felicidad día a día. Con el corazón roto, decidió tomar medidas drásticas para aliviar la carga de sus padres, incluso si eso significaba sacrificar su propia estabilidad financiera. El banco no se lo iba a poner fácil. A pesar de intentar encontrar una solución, la negativa del banco a llegar a un acuerdo era constante. “Intentamos llegar con el banco a un acuerdo para hacer una dación en pago, pero no hubo manera. El banco no quería y teníamos la posibilidad, pero no hubo manera de que se quedaran el piso a cambio de la deuda, y ahí ya es cuando vinieron todos los problemas. A mis padres les quitaban el piso y todo. Yo estaba trabajando. Yo también tenía mi piso, que también lo perdí, aunque sí que pude llegar un acuerdo para la dación en pago. Por ese lado, bien, porque imagínate, si no tendría ahora dos deudas de dos préstamos hipotecarios. El pago del alquiler lo hacíamos entre mi hermano y yo. Mis padres ya son mayores y tienen una pensión superbajita que con eso no pueden vivir”.
Las “ayudas trampa” de los bancos
El costo emocional era alto. La clienta se encontraba atrapada en un torbellino de estrés y ansiedad, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros. Se preguntaba si alguna vez encontraría la luz al final del túnel, o si estaría condenada a vivir en la oscuridad de la deuda para siempre. Al encontrarse en una situación tan desesperada, acepta una opción que le ofreció el banco que, en teoría, era para ayudarla, pero que a la larga no haría, sino que empeorar más la situación. Según cuenta, “al piso de mis padres había que hacerle una pequeña reforma y el banco nos habló de una tarjeta para poder pagarla con todas las facilidades del mundo. Error. De facilidades nada de nada. Era un marrón tremendo. Tremendo. A raíz de eso, no pudimos asumir la letra del piso más y eso hace que se va haciendo una bola grandísima que al final ya es como que no puede salir de ahí. Llegamos a una deuda que superaba los 43.000 €.
Cerciora y la Ley de Segunda Oportunidad
Desesperada por encontrar una solución, la mujer recurrió a la Ley de Segunda Oportunidad. Una ley diseñada para ayudar a familias a liberarse del peso abrumador de las deudas. La ley proporcionaba un procedimiento para la liquidación de deudas, pero requería un proceso legal complejo. Y ahí es donde encuentra a Cerciora, empresa especializada en este tipo de casos. “No podíamos pedir un préstamo porque estaba en el CIRBE y en el ASNEF. Era un círculo vicioso del que quieres salir y no sabes como. Entonces, un día, en el metro de Valencia, vi el anuncio de una empresa llamada Cerciora, que solucionaba casos como el de mi familia y dije, pues mira, los voy a llamar porque ya no tengo nada que perder. He de decir que al principio lo veía demasiado fácil, como que vendían humo. Demasiado fácil para ser verdad. Pero era verdad, gracias a Dios. En 12 meses ya tenía todo resuelto. No daba crédito, no me lo podía creer. En cuanto me llegó la resolución me puse a llorar. Mira que compré lotería en Navidad por si acaso me tocaba y así poder quitarme todo esto. Gracias a Cerciora puedo decir que me ha tocado, de cierta forma, la lotería”.
Bye, bye llamadas amenazantes
Una vez exonerada la deuda, una de las primeras consecuencias que conlleva es la salida inmediata de la base de datos de morosidad. Al fin su familia era libre. Al fin se acabaron las penurias, los miedos a las llamadas diarias exigiendo el pago de la deuda. Y es que son justamente las llamadas de recobro de los fondos buitre llegan a desestabilizar y a romper el equilibrio emocional de las personas. “La verdad –explica la afectada– que hace ya un par de semanas que ya no he vuelto a recibir más llamadas porque era todos los días que me llamaban por la mañana, por la tarde, por la noche. Y ya no es eso, son las amenazas. Porque hay formas de decir las cosas, pero hay personas que te tocan que dices, joder, yo entiendo que es tu trabajo. No puedo hacer otra cosa, si la persona no puede pagar, ¿qué vas a hacer? Me llamaban a mí, a mis padres, a mi empresa. Un auténtico acoso. Ahora con la sentencia ganada estoy deseando que me llamen para restregárselo por la cara. La verdad es que yo al comienzo era un poco incrédula porque, obviamente, no creía, pero sí estás en una situación como la mía, que estás un poco desesperado, recomiendo a todo el mundo que llamen a Cerciora, que empiecen con la Ley de Segunda Oportunidad, porque encima la consulta es gratuita. Es un peso que te quitas de encima. Aunque pienses que tus problemas no tienen salida sí que la hay. La luz está en el fondo del camino”.
Este caso es un testimonio conmovedor del amor incondicional y el sacrificio que los hijos están dispuestos a hacer por sus padres. En un mundo donde las deudas pueden parecer insuperables, la Ley de Segunda Oportunidad ofrece una luz de esperanza para aquellos que luchan bajo su peso. Aunque el camino puede ser difícil y lleno de desafíos, nunca se debe subestimar el poder del amor para superar incluso los obstáculos más grandes. El amor y la determinación recuerda que, incluso en medio de la adversidad, siempre hay esperanza.