Adjudicado!
Los consejeros más futboleros del Gobierno empujaron al resto a una compra para la que tenían muchas reticencias. El Racing es el único equipo del país que ha sido gestionado por un Gobierno por tres veces y casi siempre con resultados muy costosos. El argumento de una rápida venta acabó por convencer a los menos proclives, pero la realidad ha sido algo distinta y llegó a poner de los nervios al presidente regional, que hace meses venía manifestando públicamente su deseo de desembarazarse del club lo antes posible.
Pero han pasado los tiempos en que los inversores se peleaban por los paquetes accionariales al calor de unos contratos de televisión que parecían una panacea. Ahora nadie se engaña. La tendencia natural del club conduce, de forma casi inexorable, a perder seis millones de euros por ejercicio, incluso con una gestión muy comedida. Si no hay traspasos de campanillas, sólo genera ingresos para cubrir las dos terceras partes de lo que gasta.
El otro tercio queda a la suerte y esta temporada no va a jugar a favor del equipo, a no ser que consiga hacer un traspaso afortunado de última hora, algo cada vez más improbable en un mercado como el actual de Primera División donde cada año quedan 50 jugadores españoles sin equipo.
Ingresos ficticios
De los casi 20 millones de euros de ingresos que se han presupuestado para la temporada, a estas alturas se pueden dar por imposibles más de seis, aunque eso también resultaba evidente cuando se hicieron los presupuestos. Sin un espónsor para las camisetas, los más de cuatro millones de euros que debían llegar por publicidad se van a quedar en menos de dos, como el año anterior. Tampoco se han alcanzado los 15.551 abonados previstos, sino 13.600, lo que obliga a restar un millón más de euros. Hay otros conceptos que no podrán cumplirse por razones deportivas –los taquillajes de los partidos de Copa, que hubiese jugado de no caer eliminado a las primeras de cambio– o por la costumbre: la venta de entradas nunca supera los cien millones de pesetas por año, por más que el optimismo de los gestores les lleve a suponer que puede alcanzarse mucho más.
Incluso con estas alegrías presupuestarias, el Racing juega una Liga muy modesta. La primera plantilla cobra al año 7,6 millones de euros, lo que ingresa un jugador medio del Madrid, ni siquiera del grupo de los galácticos. Sorprende, en cambio, que el primer equipo cuente con 21 técnicos, casi tantos como futbolistas, con una nómina de 1,3 millones de euros. Los 23 de las secciones inferiores, en cambio, han de conformarse con repartirse 182.000 euros.
19 millones vencidos y 20 a la puerta
El problema no está tanto en los gastos como en los ingresos y, sobre todo, en la deuda que arrastra el club desde antes de que el Gobierno se hiciese cargo. La situación de tesorería es agobiante desde hace meses. Los gestores han trampeado cuanto han podido para salir del paso, quizá por la confianza de saber que entregarían el testigo a media temporada. Los dos créditos participativos de 10,8 millones y 6,75 millones de euros que le concedió la empresa pública Cantur están a punto de vencer y otra línea de crédito a corto plazo de seis millones de euros está sobregirada en más de un 50%.
El comprador tendrá, pues, que refinanciar inmediatamente 19 millones de euros y otros siete más antes de mayo. Además, habrá de hacerse cargo de una ristra de viejos problemas pendientes: Una inspección fiscal de los ejercicios 1995-2000 que levantó actas por importe de 3,8 millones de euros y una posible sanción de la Liga por importe de 2,2 millones de euros por no respetar un acuerdo del G-30 sobre derechos televisivos. A esto hay que añadir la posible pérdida de 1,6 millones de euros que el Valencia dice no tener que pagar por el fichaje de Mario Regueiro tras quedar libre y que tanto Piterman como Santiago Díaz tienen derechos sobre parte de los contratos de los jugadores, los seguros de vida que el club les ha hecho y los derechos audiovisuales, todo ello para resarcirse de sus avales.
Los derechos televisivos, aún siendo el capítulo más saneado de las cuentas, están ordeñados al máximo, puesto que Hacienda tiene las dos últimas mensualidades de cada año como garantía del pago de las deudas recurridas y varias mensualidades más se han pedido ahora como anticipo para poder hacer fichajes en el mercado de invierno.
El club ha recurrido también a aplazar pagos, hasta el punto que de aquí a final de temporada le lloverán facturas que suman alrededor de catorce millones de euros y prácticamente no ingresará más dinero que el que puedan desembolsar los accionistas en la modesta ampliación de capital aprobada (2,3 millones). Una ampliación a la que probablemente no acudan más que los nuevos propietarios.
En realidad, esa eventualidad no parece preocuparles mucho, dado que les daría la posibilidad de aumentar muy significativamente el 53% que han adquirido al Gobierno por una cantidad relativamente pequeña, suscribiendo la parte que no quede cubierta.
Sin liquidez
En los últimos meses, la situación del equipo ha sido muy difícil, hasta el punto de que el consejo de administración tuvo que defenderse ante algunos acreedores exhibiendo una carta del consejero Francisco Javier López Marcano en la que el propio Gobierno garantizaba que el club no desaparecería y podría hacer frente a sus compromisos cuando tuviese un comprador.
El momento va a ser ahora. Después de fallar los inversores mexicanos que se daban por seguros, después de diluirse como azucarillos los grupos americanos e italianos, que nunca llegaron a presentar un compromiso formal de compra y después de desechar al único candidato que lo presentó, el promotor local y ex futbolista José Luis Ruiz Pelayo.
El Racing es hoy un cascarón vacío. Todo su inventario de bienes se reduce al material deportivo y varias máquinas segadoras. Sin campo –es propiedad del Ayuntamiento–, con unas instalaciones en precario (el contrato de las instalaciones de entrenamiento de La Albericia vence el año próximo) y con muchas deudas, su valor está en ser una franquicia de Primera División y como tal ha sido adquirido por el grupo que encabeza Francisco Robledo, ex presidente de la certificadora Bureau Veritas, que nunca ha sido seguidor del equipo. Pero es bien sabido que la Primera División es demasiado volátil y el Racing juega contra las estadísticas. Nunca antes, en su larguísima historia deportiva, estuvo doce temporadas en Primera en trece años. Claro que, supuestamente, las estadísticas están para ser rotas.
Ayudas anticipadas
Olmedo encabeza un grupo por el momento no bien conocido entre cuyos integrantes podría estar la promotora madrileña GPS que apoya generosamente al Getafe.
Su posición personal debe ser lo suficientemente solvente si se tiene en cuenta el completo chequeo patrimonial al que los representantes de la Consejería de Economía sometieron a algunos de los candidatos. Sin embargo, lo más probable es que, para salir del paso, los compradores no utilicen su propio patrimonio personal sino el único activo con que realmente cuenta del Racing: el compromiso de subvención anual por once años que ha conseguido del Gobierno. Un total de veintidós millones de euros que serán utilizados de forma inmediata como contragarantía para avalar la refinanciación de la deuda del club. Pero eso significará que en los próximos diez años la caja del Racing se despedirá de cualquier tipo de ayuda del Gobierno. Demasiado tiempo, a tenor de la experiencia histórica.