Serán reutilizados como áridos
Las progresivas exigencias legales sobre la gestión de residuos han llevado a las empresas más emprendedoras a aguzar el ingenio para minimizar los costes que genera esa obligación o, incluso, para tratar de convertirlo en una oportunidad de negocio. Este fenómeno ha llegado al sector de la construcción, donde la recogida y la gestión ambiental de los residuos que se generan en esta actividad es una obligación legal que hasta el momento tan sólo suponía gastos y problemas para las empresas constructoras. En Cantabria existe sólo un vertedero habilitado para la recogida de los residuos de obra, El Mazo, cerca de Torrelavega, pero a los costes que supone el traslado de los residuos hasta allí hay que sumarle las tasas por depositarlo que, dependiendo del grado de limpieza del escombro (presencia de plásticos, hierros o maderas que exijan una separación previa) oscila entre 10 y 27 euros por tonelada.
Para una constructora con un volumen importante de actividad esas tasas pueden suponer una cantidad anual muy elevada, por lo que no debe extrañar que el Grupo Sadisa, en el que se encuentra Ascan, una de las constructoras más importantes de Cantabria, se haya planteado la construcción de una planta para el reciclaje de residuos de construcciones y demoliciones (RCD’s), cuyas obras podrían comenzar el mes próximo.
El lugar elegido para levantar la primera instalación de estas características en la comunidad es el municipio de Meruelo. En concreto, una parcela de diez mil metros cuadrados situada junto al gran vertedero en el que convergen prácticamente todos los residuos sólidos urbanos que se generan en Cantabria. La presencia de ese gran centro de gestión de residuos, hace que la iniciativa de Sadisa encaje sin problemas con los usos a los que se ha destinado ese suelo, y refuerza la importancia estratégica que ha cobrado Meruelo para la gestión ambiental en Cantabria.
Si desde este punto de vista la ubicación resulta acertada, su lejanía de las zonas de mayor actividad constructora, que se sitúan en el entorno de Santander y de las grandes obras públicas que ahora se acometen, puede encarecer los costes del traslado de residuos hasta la planta. Sin embargo, con El Mazo prácticamente colmatado y en tanto no se construya el centro de reciclaje que la propia Asociación de Constructores y Promotores de Cantabria proyecta levantar en el arco de la bahía de Santander, la opción de Meruelo viene a resolver un problema acuciante que preocupa cada día más en el sector.
Reutilización de materiales
La planta esta enfocada hacia la recuperación de todos aquellos restos que se generan durante la ejecución de una obra pública o en la edificación o demolición de viviendas y que, debidamente tratados, pueden volver a ser de alguna utilidad. Es el caso de los residuos de hormigón, ladrillos, tejas, materiales cerámicos, yeso o piedras, que tras un proceso de machaqueo y cribado, acaban convertidos en áridos que pueden ser aplicados de nuevo en las obras públicas o, en el caso del hormigón, en un material reciclado para usos no muy exigentes, como soleras de baja calidad.
El propio vertedero de Meruelo está llamado a ser uno de los grandes consumidores de los subproductos que salgan de la planta de Sadisa. Los áridos que se produzcan en este centro de reciclaje se utilizarán en las zonas de drenaje (espinas) del vertedero, que también necesita tierras arcillosas para las impermeabilizaciones entre capas. La propia red de caminos de este gran depósito se abastecerá de los áridos en esta planta de reciclado.
A la vez que gestiona sus propios residuos, Ascán podrá autoabastecerse con estos áridos reciclados en las numerosas obras públicas que realiza, una actividad que puede resultar una gran consumidora de este tipo de producto.
Los restos de madera, plásticos o hierro van a tener también un nuevo aprovechamiento en el mercado, tras su paso por un centro de recuperación.
Con la venta de estos subproductos y el cobro de una tarifa a las empresas que quieran utilizar esta planta para deshacerse de sus residuos, la rentabilidad de esta iniciativa parece bien fundada a pesar de que requiere una inversión cercana al millón y medio de euros.
80.000 toneladas al año
Una parte importante del gasto irá destinada a dotar a la planta con máquinas similares a las que se utilizan en las canteras. La planta de reciclaje contará con una machacadora de mandíbulas, de casi 13 metros de largo y 34 toneladas de peso, para triturar los residuos y un molino de martillos que realizará una segunda molienda antes de su paso por la criba. Esta maquinaria se desplaza sobre orugas, lo que dará una gran versatilidad a la planta.
Tras el cribado, los áridos reciclados saldrán con tres granulometrías diferentes, atendiendo a la demanda que de este tipo de material existe en el mercado. Previamente, un separador magnético –una cinta transportadora que lleva en su interior un electroimán– habrá retirado las partes metálicas que pueda llevar, en algunos casos muy importantes, como ocurrirá cuando el material de recuperación sea hormigón armado.
De las 300.000 toneladas de residuos de construcción que se generaron el último año en Cantabria –el doble de los producidos en 2002–, la planta de Meruelo va a procesar unas 80.000, trabajando a un solo turno, lo que equivale a unas 40 toneladas a la hora (aproximadamente el contenido de dos camiones).
Aunque esta sea la estimación de la actividad real, lo cierto es que la capacidad de tratamiento de la planta es mucho mayor. La maquinaria con la que va a dotarse permitiría, a pleno rendimiento, tratar entre 2.400 y 2.800 toneladas al día, lo que eleva la capacidad teórica de la planta hasta las 500.000 toneladas al año. La previsión es, sin embargo, que en este centro se recicle un tercio de los escombros que se generan en la región, mientras que el resto sería tratado en la planta que proyecta levantar la Asociación de Constructores, que tendrá una capacidad de unas 90.000 toneladas al año, y en algún otro centro que se pueda crear en el futuro como alternativa al vertedero de El Mazo.
Este tipo de instalaciones no requieren mucha mano de obra, pero sí en una fase inicial, ya que una vez descargados del camión los residuos, se requiere la segregación manual de los restos no pétreos (plásticos, palés, hierros, etc). La previsión de los responsables del proyecto es contar con una plantilla de seis a ocho personas para el funcionamiento de la planta, siempre que la cantidad de residuo tratado no exceda de las 80.000 toneladas.