Fabada con anchoas

No depender del monocultivo de la anchoa y de sus inciertas costeras se ha convertido en pura estrategia de supervivencia para la industria semiconservera de la región, pero son pocas las empresas con tamaño suficiente para lanzarse a la diversificación.
Consorcio Conservero es la mayor productora de fileteados de anchoa de España y una adelantada en la búsqueda de negocios complementarios en el campo de la alimentación. Después de adquirir hace un año la marca asturiana de precocinados El Campanal, una conocida envasadora de fabada y callos, va a remozarla completamente, con la construcción de una nueva planta en Gijón.
Las nuevas instalaciones se construirán en un recinto industrial situado en las proximidades de la mina carbonera de La Camocha. La fábrica tendrá 3.000 m2 y aunque van a mejorar sustancialmente las condiciones de fabricación, Consorcio pretende mantener la calidad artesanal que ha dado prestigio a la marca asturiana. Pero, además, su intención es investigar nuevas líneas de platos precocinados para atender un mercado ávido de comidas preparadas.
La planta, que podría ampliarse en el futuro hasta los 4.500 m2, va a requerir una inversión de tres millones de euros y permitirá multiplicar por cuatro el número de latas que ahora produce. La intención es tenerla operativa en septiembre de 2006 y, si las perspectivas de ventas se cumplen, duplicar la plantilla, formada ahora por 14 personas.
La fábrica de El Campanal se encuentra ahora junto a los astilleros Juliana, en una zona de Gijón muy degradada pero que será transformada urbanísticamente. Pero no sólo padece un entorno inhóspito, sino también una evidente obsolescencia, por la ausencia de inversiones tras quebrar, a mediados de los noventa, su anterior propietario, la Corporación Alimentaria Ibérica (CAI).
La subasta judicial de los bienes de CAI, entre las que se encontraban marcas tan conocidas como Pamplonica o Purlón, fue aprovechada el pasado mes de abril por Consorcio para iniciar su primera aventura fuera del ámbito del pescado, aunque no la última ya que los responsables de la empresa cántabra analizan otros proyectos en el campo de la alimentación. Tras descartar propuestas para la compra de fábricas de queso, de jamones o de bodegas en zonas vitivinícolas emergentes, las ofertas para realizar nuevas inversiones no cesan de llegar a la sede de Consorcio, una vez conocido su interés por expandirse fuera de su actividad tradicional.
La primera anchoera robotizada

La nueva orientación del grupo Consorcio no sólo supone la entrada en áreas inéditas de negocio sino también con un vigoroso impulso a lo que ha centrado su actividad desde 1950: la elaboración de anchoa y de conserva de atún y bonito. La firma está construyendo en Santoña una nueva fábrica de semiconserva de 5.000 m2, que puede ser la primera robotizada del sector, con lo que agilizará sustancialmente las tareas de envasado y paletizado.
La nueva planta, en la que invertirá cerca de cuatro millones de euros, vendrá a unirse a la que posee en Colindres y las dos de Santoña, donde el pasado año adquirió la fábrica de Pelazza. En conjunto, el pasado año elaboraron cerca de 750.000 kilos de filetes de anchoa, destinados sobre todo al mercado nacional, aunque también exporta a veinte países, sobre todo a Italia, una nación con la que le une una vinculación histórica: el mayor accionista de Consorcio es Cristina Croce, una genovesa hija del fundador de la firma, de la que son copropietarios Carmelo Brambilla y Manuel Gutiérrez Elorza, empresario, a su vez, de Conservas Lolín.
Las conservas de atún y bonito aportan la otra mitad de los 30 millones de euros que factura el grupo. De esos cuatro millones y medio de kilos de túnidos que elabora al año, alrededor del 50% se venden en Italia, donde la marca Consorcio es particularmente apreciada.
Las innovaciones han llegado también a la planta de procesado de bonito y atún. Los tanques de descongelación para el atún –el bonito se trabaja en fresco– y los cocederos se han trasladado a una nueva ubicación, lo que ha permitido ampliar la zona de almacenamiento y las cámaras frigoríficas, repletas de grandes peces para poder disponer de materia prima durante todo el año. Esta es sólo la primera de las modificaciones que se introducirán en la fábrica de atún, que va a ser modernizada en profundidad en cuanto se concluya la nueva planta de anchoa.

Un sector a la espera de liderazgo

En el mundo de la anchoa, todavía no hay un equivalente a la estructura de mercado que se ha consolidado en la conserva de atún, donde dos grandes fabricantes como Albo y Ortiz se reparten la gama alta y otros tres el mercado de primer precio, y donde Consorcio tiene una cuota importante. En la semiconserva de anchoa, sólo en Cantabria subsisten cerca de medio centenar de empresas de pequeño tamaño, la mayoría de las cuales sabe que su futuro es sobrevivir con una producción artesanal o ser absorbidas a medio plazo.
El grupo Consorcio parte con una cuota de alrededor del 20% en este mercado de la anchoa. De ella, un 4 o un 5% lo aporta su primera marca Consorcio, situada en la gama alta y que sólo envasa bocarte del Cantábrico. La duplicación de su capacidad productiva con la nueva fábrica, le situará en disposición de ampliar su cuota de mercado sin necesidad de comprar nuevas empresas y de actuar como catalizador de cara a una concentración del sector.
El declive de la costera hasta llegar al cierre de las pesquerías ha producido una enorme escasez de anchoa del Cantábrico pero eso no significa que las fábricas hayan dejado de trabajar, ya que han pasado a abastecerse de pesquerías lejanas. Sin embargo, eso hace todavía más vulnerables a las empresas que se han quedado a medio camino entre el obrador y las economías de escala, que tienen más complicado el aprovisionamiento.
No obstante, en el sector de la anchoa, la batalla se dirime, sobre todo, en el control de los canales comerciales. Quien se asegura los puntos de venta tiene ganada la batalla. Las calidades son importantes, pero menos, dado que la mayoría de los consumidores distan mucho de ser conocedores, se mueven por el precio, exclusivamente, y tienen una escasa fidelidad hacia las marcas.
Para obtener la materia prima, Consorcio cuenta con proveedores en las pesquerías más importantes del mundo. Por lo general, se abastece en Argentina, Chile, Perú y, desde hace algún tiempo, en la muy prometedora de China, que suministra un bocarte muy sabroso, comparable al del Cantábrico, aunque de pequeño tamaño. De ahí pueden proceder en un futuro la mayoría del pescado que alimente la industria semiconsevera cántabra, huérfana de producto local. Y ese puede ser el primer paso hacia la inevitable concentración de los fabricantes de anchoas.

Suscríbete a Cantabria Económica
Ver más

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Botón volver arriba
Escucha ahora