La nueva cara de la Jefatura
En un inmueble de más de 6.000 metros cuadrados y que llevaba treinta años sin tocar, es fácil imaginar la necesidades de reforma que se habían ido acumulando. Tantas que ha sido preciso emplear 7,6 millones de euros en adecuarlo para que su función como sede de la Jefatura Superior de Policía de Cantabria esté a la altura de los tiempos que corren. El resultado ha sido una distribución más racional de espacios y unas condiciones de habitabilidad muy mejoradas. Una reparación histórica para los funcionarios de policía que a la dificultad de su trabajo han debido sumar, durante décadas, el escaso confort de las antiguas instalaciones.
Mejor aprovechamiento
Para el visitante ocasional de la comisaría de La Albericia, el complejo ofrece dos novedades en un anexo del edificio principal: una remozada oficina para la expedición del DNI y pasaportes, y una sala de denuncias que se habilitará a la vuelta del verano y que hará innecesario entrar en el interior del recinto.
Para quienes trabajan habitualmente en la Jefatura, el cambio ha sido sustancial, comenzando por una reorganización de espacios que aprovecha mejor las dos últimas plantas.
Un recorrido por las cinco alturas del inmueble permite asomarse a un microcosmos poco conocido, un entramado de servicios y departamentos con los que la Policía Nacional da respuesta a los retos de la seguridad ciudadana.
Una de las novedades más significativas se encuentra en el sótano, donde se han añadido unas salas para tomar declaración a los detenidos, sin necesidad de que estén presentes en la planta en la que se realiza el atestado. Esto evita los riegos que comportan los traslados de los presuntos delincuentes y el que se crucen en los pasillos con visitantes que acuden a las oficinas policiales para realizar cualquier trámite.
La racionalización de espacios tiene también su reflejo en la planta baja, donde se han reubicado los vestuarios y una pequeña sala de descanso viene a paliar la decisión de prescindir de la antigua cafetería. Quizá sea un signo de los nuevos tiempos que, a la vez que desaparece ese lugar de ocio, tan tradicional en el concepto de edificio público, se haya construido una biblioteca, con libros de todo tipo, algo inédito en una Jefatura.
La primera planta está ocupada exclusivamente por la Brigada de Seguridad Ciudadana. En ella desarrollan su trabajo los funcionarios del 091, los primeros en responder a una demanda de información o de ayuda. Desde ese lugar se coordinan también los coches radiopatrulla, –los Z– y la seguridad en actos multitudinarios, que depende de la Unidad de Prevención y Reacción, ubicada también en la misma planta.
En el segundo piso se encuentra el núcleo de la investigación policial, la Brigada de la Policía Judicial con sus tres grupos especializados en robos, crimen organizado y muertes violentas y atracos. Comparten planta con otra unidad ocupada en la persecución de delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes.
Dentro de la Policía Judicial se encuadra también la Unidad de Inteligencia (UDI), que aglutina toda la información obtenida por las brigadas, para poner esos datos a disposición de las investigaciones que se llevan a cabo en esa Jefatura o en cualquier otra del país, algo impensable antes de la irrupción de la informática.
Otra de las áreas que ha cobrado gran relevancia para las investigaciones es la Policía Científica, situada en la tercera planta. Frente a lo que un espectador acostumbrado a las series televisivas puede esperar, el panorama de medios y equipos es muy sobrio. Suficiente, eso sí, para los trabajos básicos de detección de huellas, descubrimiento de documentación falsificada o pruebas caligráficas y para el volcado de discos duros de ordenar con pruebas o material presuntamente delictivo. Para análisis más sofisticados, como los de restos biológicos o de ADN, es preciso enviar las pruebas a los laboratorios centrales. Es en este apartado del equipamiento científico donde la renovada sede de la Jefatura cántabra tiene un amplio margen de mejora.
En la cuarta planta se encuentra lo que humorísticamente algún funcionario califica como la sala del ‘Gran Hermano’, en la que mensualmente se reúnen los altos mandos de la Jefatura para analizar la marcha de cada departamento y fijar los nuevos objetivos, algo que desde el auge de las mediciones estadísticas para evaluar la eficacia policial, arroja a veces una imagen distorsionada de la realidad. Sobre todo en una región con tan bajo índice de delincuencia como la cántabra, donde una sola persona que cometa varios actos delictivos puede disparar las estadísticas.
En los últimos años, la tasa de criminalidad en Cantabria ha descendido notablemente. Si en el año 2000 la cifra se situaba en 37,9 delitos y faltas por cada mil habitantes, en lo que llevamos de 2011, y a pesar de la crisis, se sitúa en 28,7. Paralelamente, la tasa de delitos esclarecidos en la comunidad autónoma ha subido al 59%, un porcentaje muy superior al 45% del año 2000.
Separada de la sala de juntas por unos paneles modulares, se encuentra una sala de formación en la que se imparten cursos a los alumnos en prácticas, antes de ser destinados a las diferentes brigadas.
Los despachos de los jefes superiores y las oficinas sindicales, situados en la quinta planta, completan el remozado inmueble.
476 agentes
En la sede de la Jefatura Superior de La Albericia trabajan, en varios turnos, los 476 agentes que integran la plantilla. Con esa cifra están cubiertas más del 90% de las plazas previstas en el catálogo de puestos de trabajo, un porcentaje muy superior a la media nacional. A estos funcionarios hay que añadir 41 agentes en segunda actividad con destino y 40 alumnos en prácticas de la Escala Básica.
La plantilla policial se ha incrementado en más de un 35% en los últimos ocho años y, aunque la cuota femenina entre los funcionarios de policía es todavía baja –el 17%– se da la circunstancia de que una de las 79 mujeres que trabajan en La Albericia ocupa el cargo de jefa superior de Policía de Cantabria, María Pilar Allúe.
Una obra del Plan E
La decisión de reacondicionar la sede de La Albericia –un inmueble construido en los años setenta como cuartel de la antigua Policía Armada–, se tomó en 2008 en el marco de un Plan Especial de Inversión en Infraestructuras de Seguridad que encontró la financiación necesaria en los 3.000 millones de euros que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero destinó a la Dinamización de la Economía y el Empleo.
Una parte de ese Fondo tenía como objetivo la mejora de edificios públicos, como comisarías, cuarteles y centros penitenciarios, y a Cantabria le correspondieron 8,7 millones de euros, que se destinaron a rehabilitar los cuarteles de la Guardia Civil de Selaya y Beranga, a mejorar la seguridad perimetral de El Dueso y a la rehabilitación integral de la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía de Santander.
Las instalaciones renovadas disponen ahora de avances tecnológicos y de seguridad que facilitan el trabajo policial. El edificio cuenta con su propio centro de transformación eléctrica, capaz de mantener en funcionamiento todos los sistemas informáticos en caso de emergencia; un sofisticado sistema de protección de incendios; un circuito cerrado de televisión para el control del interior del recinto y de su perímetro y un sistema de alumbrado con equipos de bajo consumo que se ajustan automáticamente a las necesidades de iluminación en función de la luz natural.
En el interior, las mamparas de vidrio y madera que se utilizan como separadores de las diferentes salas aportan una gran luminosidad a los espacios de trabajo.
La mejora estética del exterior de la sede policial y de las instalaciones deportivas municipales que se encuentran en las inmediaciones también ha contribuido a mejorar la imagen de la Avenida del Deporte, que se ha convertido en una de las calles con mejor presencia de Santander.