El año de SIEC

Juan de Miguel llegó a Cantabria como delegado de una empresa de Irún y probablemente hoy hubiese estado en el staff de esa o de cualquier otra de no haberse producido su cierre. Aquella circunstancia le impulsó a crear una compañía de movimiento de tierras en Torrelavega, donde se había asentado y puso en movimiento una rueda que no ha dejado de moverse desde hace treinta años, gracias a su tenacidad, una sobriedad castellana y un espíritu de trabajo que sólo es comparable con su aprecio por las cosas bien hechas.
Quizá porque a mediados de los setenta no eran buenos años para el sector de la construcción, con unas administraciones públicas sin dinero y una promoción inmobiliaria absolutamente detenida, SIEC se vio impelida a aceptar pequeñas obras que complementasen su modesto negocio de maquinaria y movimiento de tierras que, aunque innovador para la época, se reducía a dos excavadoras y un camión.
Su consolidación como constructora le llegó con el encargo municipal de cubrir dos pequeños ríos urbanos de Torrelavega, el Cristo y el Sorravides, cuyos desbordamientos habían causado muchos problemas en la vida de la ciudad.
Con este precedente se atrevió a concurrir a las obras del Plan Pas, que convocaba la Diputación entonces Provincial de Santander y, probablemente porque no se presentó nadie más, consiguió un contrato que hoy resultaría impensable para una empresa sin experiencia. Eran 55 millones de pesetas de la época (1976) y dieron para hacer todas las canalizaciones de agua desde Castañeda y Puente Viesgo hasta la desembocadura del Pas en Miengo. “Una obra que hoy no sé cuantos miles de millones de pesetas costaría, pero varios”, dice Juan de Miguel, que aún se admira de que pudieran hacerse tantos kilómetros de canalizaciones por aquella cantidad y que aún alcanzase para dar a su empresa el oxígeno económico que necesitaba. No obstante, no fue fácil el crecimiento en una época en que las constructoras no conseguían que los bancos les aceptasen el papel y menos para una empresa familiar.
A finales de los años 80, SIEC trabajaba ya de forma habitual con muchos organismos públicos y eso evitó los graves problemas que tuvieron otras constructoras que habían concentrado su actividad en la Diputación de Cantabria y se vieron atrapadas por la situación de insolvencia que atravesó el Gobierno de Juan Hormaechea entre 1990 y 1994.

Introducción de las escolleras

Esta diversificación se produjo cuando las inundaciones que vivió Cantabria en 1983 impulsaron una ristra de obras de encauzamiento y fue SIEC la principal adjudicataria. La empresa de Juan de Miguel había cambiado la forma de hacer las escolleras a raíz de un encargo para canalizar el río Híjar en Reinosa. Hasta entonces las defensas de los ríos eran meros amontonamientos de piedras y SIEC optó por colocarlas como haría un maestro de cantería, pero con dos diferencias sustanciales: las piedras pesaban varias toneladas y había que colocarlas con máquinas.
La empresa fue perfeccionando esta técnica que hoy ya se emplea de forma habitual en todo tipo de obras de contención e, incluso, se preocupó de que la Universidad hiciese una tipificación, de forma que la escollera pasó a tener carta de naturaleza en los pliegos de licitación del Ministerio de Fomento para todo el país y ha vencido al hormigón en cuanto a consistencia e integración en el paisaje.
No es la única aportación técnica de SIEC, que también ha promovido estudios en la Universidad de Cantabria sobre el uso de los raíles de ferrocarril en la obra pública. La empresa hace años que utiliza raíles usados para sostener el terreno en precipicios y laderas de fuerte pendiente donde no hay espacio físico para un muro de escollera. Los raíles hincados hasta alcanzar la roca garantizan la estabilidad de la plataforma de la carretera y la solidez del pretil de hormigón para los que sirven de estructura. Con raíles resolvió, también, los reiterados hundimientos que se producían en la Autovía S-20 al atravesar las riberas del río Pas a la altura de la salida de Mogro.

Nueva planta de hormigón

SIEC es una de las pocas constructoras que prácticamente ha renunciado a la promoción inmobiliaria (sólo tiene en su haber veinte viviendas en Cortiguera) y, en cambio, ha buscado otros caminos de integración vertical, aunque ninguno de ellos ha sido fácil. Consiguió tener su propia planta de hormigón, ubicada en Requejada y, después de muchos problemas, pudo abrir una cantera en Vargas, con lo que resolvía su abastecimiento de materias primas a costes competitivos.
La cantera produce ahora medio millón de toneladas de caliza al año y su filial hormigonera (Tracman) unas 100.000 toneladas, de las cuales apenas puede vender el 20%, ya que el resto lo consume la propia empresa. Esta circunstancia ha impulsado a SIEC a buscar un emplazamiento para otra planta donde poder producir el doble.

Hotel, parking y… el Soplao

La otra diversificación va dirigida hacia negocios colaterales. La empresa ha abierto un aparcamiento subterráneo en Torrelavega totalmente revestido de chapa y un año antes inauguró en la ciudad un hotel de referencia, el Torresport, dotado de un espectacular balneario urbano. El riesgo que asumía al hacer un establecimiento de lujo y diseño avanzado en una zona industrial ha sido recompensado por un nivel de ocupación sorprendentemente alto.
Cualquiera de estas iniciativas refleja el empeño perfeccionista de Juan de Miguel, cuya implicación va mucho más lejos de la mera ejecución de una obra. De ello queda constancia en el acondicionamiento de la cueva de El Soplao para las visitas turísticas, donde se presentó una sucesión de circunstancias imprevisibles que el arquitecto, José Ramón Saiz Fouz y el constructor tenían que resolver con imaginación y, a veces, con soluciones técnicas que Juan de Miguel buscó recorriendo todas las cuevas monumentales de España y Francia: “Nos involucramos tanto en el proyecto y con tanta ilusión que todos aportábamos ideas”, dice este empresario de origen salmantino que reconoce que esta obra ha sido una de sus mayores satisfacciones personales: “La cueva para mí ha sido extraordinaria, y no sólo por la obra en sí, o por haberla hecho en un tiempo récord, sino por la sensibilidad con que se trabajó y haber tenido que hacerlo todo sin medios técnicos, para preservarla”.
La vinculación de Juan de Miguel con el Soplao se ha estrechado aún más tras haberse adjudicado la gestión turística del complejo durante 25 años. Con frecuencia escucha los comentarios de los visitantes a la salida del túnel de la antigua mina y cree que han acertado en la ambientación (“la gente sale emocionada”, dice). SIEC también se encarga de la construcción de la segunda fase del proyecto que añade algunos complementos que se echan en falta, como un edificio con servicios de hostelería y comerciales.
El éxito del Soplao ha sido incuestionable. El pasado 20 de septiembre llevaba ya 200.000 visitantes y De Miguel esperaba acabar el año con cerca de 300.000, un número muy elevado para un lugar alejado de Santander y que necesita una regulación de los flujos de visitas, al tratarse de un espacio tan limitado.
La diversificación de SIEC también va a pasar por la gestión de centros deportivos. En Santander promueve y construye uno de 7.000 metros cuadrados en Mataleñas, en UTE con la compañía líder del sector, Body Factory, que pretende inaugurar el próximo verano. Tendrá un gran gimnasio, balneario urbano, cuatro pistas de paddle, piscinas y varias salas específicas.

Varias fábricas en construcción

La constructora, mientras tanto, está trabajando en el nuevo polígono industrial de Reocín, donde realiza varias actividades simultáneas. Al tiempo que construye y urbaniza el futuro centro de empresas de la comarca del Besaya, ha levantado la fábrica de carretillas de Haulotte, que también le ha sido confiada por la multinacional francesa, una inmensa nave de 20.000 metros cuadrados que en septiembre estaba en cimientos y casi está concluida.
SIEC parece haber atraído todos los grandes proyectos en este campo, ya que está levantando, igualmente, la fábrica de fibroyeso de GFB en Orejo, con 30.000 metros cuadrados de edificación; la planta de Talleres Serrano, en Ambrosero; las de Fushima y Foramen, en Guarnizo y los nuevos talleres de Dasgoas. Un ramillete insólito tanto por la concentración de encargos como por el hecho de que coincida en el tiempo la construcción de un número tan amplio de fábricas, algo que no había ocurrido en Cantabria desde hace muchas décadas.

El Parque de las Llamas

Pero la gran obra de SIEC en este momento es el Parque de la Vaguada de las Llamas, en Santander, una actuación adjudicada en 22,5 millones de euros que supone el acondicionamiento de 400.000 metros cuadrados con jardines, paseos y un lago. Una tarea en la que trabajan 110 personas día y noche, con más de medio centenar de máquinas, para poder cumplir los plazos previstos, lo que no resultará nada fácil ya que se han necesitado grandes movimientos de tierras y sólo en los muros de escollera se han empleado 500.000 toneladas de piedra.
Esta actividad tan intensa no agota los recursos de la empresa para obra pública, ya que simultáneamente realiza la bolera y el polideportivo de Cueto, varios edificios públicos y el tramo Colindres-Liendo de la Autovía del Agua. Por si fuera poco, acaba de entregar la depuradora de Quijano, un encargo de 14 millones de euros.
SIEC maneja en estos momentos una plantilla de 300 personas, de las que alrededor de 25 son ingenieros, aunque De Miguel se queja de la dificultad para encontrar gruístas, albañiles cualificados o encofradores, “y eso que tenemos muchos extranjeros”, constata.
La constructora, que ya fue una de las primeras en obtener las certificaciones de calidad y ambientales ha sido pionera ahora en la acreditación 18001 de Prevención de Riesgos Laborales y las medidas puestas en práctica para conseguirla probablemente sean las responsables del fuerte descenso en la accidentalidad laboral que ha registrado en el último año.
Todo ello parece pintar un panorama idílico, pero el hecho de haber acumulado una cartera de trabajo semejante no exime a SIEC de verse sometida a los ciclos del sector, ya que gran parte de las obras que tiene en ejecución van a ser inauguradas antes de las elecciones regionales y municipales de mayo. Otras, como la Autovía del Agua, tienen ciclos más largos, pero no son suficientes para soslayar los altibajos que se producen en la obra pública. Una circunstancia inexorable que SIEC, como el resto de las constructoras, tratan de resolver con un esfuerzo de diversificación que nunca parece suficiente.

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