CC OO quiere ser más dura

No es fácil gobernar un sindicato como Comisiones Obreras. Aguerrido, con federaciones muy fuertes acostumbradas a gobernarse a sí mismas y con secciones sindicales muy independientes. Pero, sobre todo, no es fácil gobernar un equipo de dirección en el que quien pierde tiene derecho a nombrar un porcentaje de miembros proporcional a los votos obtenidos en el congreso. Y eso ha obligado a dimitir a Vicente Arce, que unos meses antes de jubilarse tendrá que reincoporarse a su vieja empresa, Talleres Alvarado. Con el cambio de bando de dos de los miembros que introdujo para rejuvenecer la dirección, se enfrentó a un problema que en UGT no se hubiese dado nunca, porque allí quien gana, aunque sea por un voto, nombra a todo su equipo.
Arce ganó por solo tres votos el último congreso y esa renovación en el cargo apenas le ha durado seis meses. Los duros ajustes a los que se enfrenta el sindicato, como consecuencia de una caída de los ingresos por afiliaciones en un 12% y de los vinculados a la formación y subvenciones en más de un 74% (las del Gobierno de Cantabria, en un 99%) obligarán a reducir alrededor de una cuarta parte de la plantilla que tiene el sindicato en Cantabria, que es de unas cincuenta personas. Pero eso es más fácil decirlo que hacerlo en una organización donde los equilibrios de poder son muy complejos y cada federación está acostumbrada a cobrarse los apoyos que ofrece al secretario general, además de disponer de medios propios.

El ‘giro a la izquierda’

Arce, un hombre conciliador, ha tenido más respaldo de su sindicato en las estrategias de presión que en las de negociación. No hay que desdeñar el valor que tiene el apoyo unánime que recibió para convocar tres huelgas generales en menos de dos años, con un riesgo evidente si no hubiesen sido suficientemente secundadas en la calle, pero el desgaste interno de Arce se ha dado en el campo de la negociación. Comisiones Obreras no tiene ningún interés en volver a los años 70, de movilizaciones diarias pero, como ocurre con las bases del PSOE, se encandila con facilidad cuando alguien enarbola el “hay que dar un giro a la izquierda”. Es un comodín que reverdece los viejos anhelos, especialmente en una época tan difícil como la actual, en la que en 24 horas pueden perderse derechos conquistados trabajosamente en veinticuatro años.
Esa música ha vuelto a sonar en el interior del sindicato y, dada la extrema debilidad de la mayoría alcanzada por Arce en el último congreso, bastaba con cualquier pequeño movimiento interno para que se quedase en minoría y eso es lo que ha ocurrido. La pérdida del apoyo de dos jóvenes recientemente incorporados por él mismo a la dirección ha cambiado la relación de fuerzas. Unas defecciones que algunos los sus partidarios, que han subido los peldaños dentro del sindicato uno a uno, han asumido con especial malestar. Los fichajes casi nunca sientan bien en las organizaciones y mucho menos cuando su comportamiento es voluble.

El Gobierno, incómodo

La sustitución de Arce no ha sido especialmente bien recibido por el Gobierno cántabro, donde, a pesar de la rabieta causada por el recurso que los sindicatos presentaron contra el concurso de la obra de Valdecilla, se valoraba el carácter negociador del hasta ahora secretario general de Comisiones Obreras.
Diego, aunque se ha acostumbrado a tener una manifestación esperándole cada vez que acude a un pleno del Parlamento Regional, no quiere seguir sumando incendios, y menos ahora que no tiene nada con lo que poder transacionar con los sindicatos.
El nuevo secretario general de CC OO en Cantabria es un veterano sindicalista, que llegó a ser secretario general de la Federación estatal de Administraciones Públicas. Aunque desde su llegada a la región no ha tenido una especial proyección externa, ha tenido mucha libertad de acción en el interior del sindicato para ir ganándose a buena parte de la estructura.
Lo probable es que CC OO presente con él un perfil más duro, aunque los más veteranos se muestran seguros de que no habrá grandes cambios, porque la estructura de poder está muy asentada y repartida con las federaciones.

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