Una muñeca diferente
El día está siendo horrible para ella. La máquina registradora no funciona y un niño la golpea con un balón de fútbol un poco antes de cerrar su negocio. Aunque parece abrumada por los problemas que conlleva sacar adelante una nueva empresa, y más en un momento de crisis, se la ve radiante, feliz: “He cumplido mi sueño”, asegura.
La historia de Eva Paula Ramos comienza en su infancia cuando obtuvo varios reconocimientos por su trabajo artístico. Pero no estudió Bellas Artes, que es lo que deseaba, sino que empezó a ganarse la vida en un oficio rutinario. Concretamente, en el departamento de Personal de una empresa que la despidió cuando se quedó embarazada de su tercera hija. A partir de ahí, dio rienda suelta a su creatividad, patentó la muñeca Épalu y creó la ludoteca en la Plaza de las Cervezas de Santander.
Graduada social, master en prevención de riesgos laborables, master en recursos humanos y en orientación psicológica, técnica superior en educación infantil… Estudió todo lo que le salió al paso para, al final, encontrarse a sí misma a través de la maternidad: “Cuándo nació mi tercera hija Lucía, se desarrolló en mí todo el potencial de creatividad y de imaginación que tenía dormido”, dice.
En 2007 creó la muñeca Épalu, cuyas iniciales se corresponden con los nombres de sus tres hijas, Eva, Paula y Lucía, de diez, siete y cinco años, respectivamente. También entonces escribe e ilustra el cuento ‘Epalu, una niña diferente’, editado por Éride, del que tiene preparada una reimpresión.
Épalu es una niña bien, rubia con ojos verdes, con coletas, a imagen y semejanza de su hija mayor. Y en el variadísimo decorado de la ludoteca, realizado en gran parte por Paula, aparece montada en un delfín o impresa en una camiseta. La emprendedora cántabra ha creado una variación de la muñeca en recuerdo a una niña saharaui que tuvo en acogida. En su negocio vende también camisetas con otros diseños, broches, coleteros y diademas.
Paula no es de Bilbao pero, para iniciar su negocio, en vez de alquilar un local ha adquirido dos. Uno de ellos se corresponde con la zona de estudios y el otro con el área dedicada a juegos. Pensar, ha pensado en todo, porque tiene un baño adaptado para niños con minusvalías y decorado con sus propios dibujos.
Ludoteca
A la ludoteca, que está abierta mañana y tarde, acuden desde bebés a niños de diez años y pretende ser un espacio donde desarrollen toda su creatividad de una manera controlada. Entre sus próximos proyectos (“Soy muy activa y duermo poco”, dice), están el de impartir varios talleres de iniciación a la música y para ayudar a los padres a manejarse en las tareas que mandan los profesores a sus hijos.
Hay otra razón por la que fundó la empresa: “La conciliación laboral y familiar es complicadísima para las mujeres y me pongo en la piel de todas ellas; pienso que con este negocio las ayudo para que estén más descansadas. Si una madre tiene que ir al médico o a algún recado, que pueda dejar los niños aquí”, dice. También tiene un apartado reservado a productos artesanos de Hispanoamérica. “Hay que ser solidarios”, sostiene.
Muchas han sido las trabas para desarrollar su negocio, pero hay que reconocerle que, frente a la globalización de dibujos como Pocoyó o Hello Kity, defienda su propio universo y su propia muñeca. Efectivamente, Épalu es una niña diferente.