¿Quién quiere trabajar para Defensa?
Recién acabada la guerra de Cuba el Gobierno de la nación creó en Reinosa una gran fábrica de cañones que evitase nuevas decepciones, ya que los barcos españoles habían sido hundidos por los americanos antes, siquiera, de poder utilizar su artillería de corto alcance. La máquina militar también puso en marcha, algunos siglos antes, las fundiciones de La Cavada donde se construyó el primer horno alto de España, pero lo cierto es que Cantabria hoy no tiene una participación significativa en la tarta de los presupuestos del Ministerio de Defensa, unos 387.000 millones de pesetas que se reparten 325 empresas suministradoras, de las que sólo una decena son de nuestra región.
Según Antonio Rodríguez, consejero delegado para la Cooperación Industrial, de la empresa de ingeniería ISDEFE, consultora del Misterio de Defensa, la cifra facturada en los últimos años por las empresas regionales ha rondado los 6.000 millones de pesetas, casi siempre de una forma indirecta, dado que se trata mayoritariamente de componentes que luego utilizan los auténticos fabricantes de material de defensa. Es una participación que está acorde con el peso de la Industria en el conjunto nacional, del orden del 1,35%, pero que el Gobierno de Cantabria quiere ampliar.
Hace tres años, la Consejería de Industria intentó motivar a los empresarios cántabros a que aprovechasen las compensaciones pactadas por España a cambio de los 144.000 millones de pesetas que pondrá en el desarrollo del tanque Leopard II, de tecnología alemana. Sin embargo, la respuesta fue mínima. El empresario cántabro considera poco rentable el esfuerzo, dado que exige la burocracia de una acreditación especial y, por lo general, se trata de series de fabricación cortas.
Con esa primera experiencia, la Consejería de Industria y el Ministerio de Defensa han puesto en marcha un Plan Director para incentivar la presencia de proveedores cántabros tratando de convencerles de que la defensa es una buena rampa de lanzamiento para cualquier empresa, no tanto por la rentabilidad económica de los contratos como por la exigencia de mejora tecnológica que impone a la compañía, que luego puede ser aplicada en otros sectores más rentables, explica Pablo Fernández, responsable del estudio que ISDEFE realiza en Cantabria.
Anualmente, el Ministerio de Defensa invierte entre 30.000 y 40.000 millones de pesetas en investigación y desarrollo, que se convierten en una palanca tecnológica para las empresas proveedoras, que casi siempre tienen otros clientes del sector, ya que el 39% de la producción militar española se exporta y la cualificación adquirida les abre puertas a nuevos mercados.
De momento, en el plan de participación cántabro han mostrado interés 40 empresas. Las consultora ISDEFE tenía previsto acabar de analizar la situación de nuestra industria en marzo, elaborar un listado con la oferta industrial de defensa en mayo y presentar las conclusiones en junio. Con ellas en la mano, la Consejería de Industria podrá elaborar unas líneas de actuación estratégica para las que se establecerá un régimen de ayudas.
Tecnologías de doble uso
Empresas como CASA, Indra e ITP, que trabajan en buena parte para el Ministerio de Defensa presentan hoy unos buenos índices de rentabilidad, gracias a una política de diversificación que incluye la apertura de líneas civiles de trabajo, sobre todo en aquellas actividades que utilizan tecnologías de doble uso (campos aeroespacial, electrónico y naval). Así, tras muchos años en los que la tecnología de defensa marchaba por delante, y de ella se derivaban usos civiles, hoy el proceso se ha invertido. En ello influye el carácter dual de la mayor parte de las tecnologías críticas y de las industrias que las desarrollan y emplean. El sector defensa representa hoy un 60% de la actividad de Bazán, un 36% para Indra, un 42% para CASA y un 50% en el caso de ITP. Unos porcentajes que demuestran que cada día se difumina más la separación entre civil y militar.
Qué fabricamos
La industria cántabra trabaja en el sector de la defensa como proveedor o subcontratista de tercer nivel, es decir produce componentes de subsistemas, entre otros un calibrador para fijación de blancos desde aviones de combate, que aporta una fábrica de Buelna. Los puntos tecnológicos fuertes de nuestras empresas están en la fabricación de moldes y matrices, mecanizaciones de piezas de elevado tamaño y complejidad, tratamientos metalúrgicos, ingeniería de comunicaciones y tejidos especiales. También hay participación cántabra significativa en informática y en el suministro de productos alimentarios, especialmente lácteos y conservas.
ABB, Candemat, Enyca, Fluidocontrol, Greyco, Mecanor, Mecobusa, Setelsa, Sidenor, Velfair o Textil Santanderina son algunas de las industrias que suministran o han suministrado en el pasado a este sector, con un espectro de productos tan amplio que va desde el tejido de la ropa militar a grandes motores o software informático.
El Plan Director agrupa a las empresas por el tipo de tecnología. Dentro del sector aeronáutico y naval, Cantabria está bien preparada para fabricar moldes, matrices, autoclaves, con un potencial interesante para la fundición y los plásticos de alta densidad. En la industria de automoción, no tendría dificultades para suministrar a los vehículos militares, que no difieren mecánicamente de los convencionales y, finalmente, en el grupo de la industria electrónica y la tecnología de la información está consiguiendo una presencia creciente.
Al margen de estos sectores tecnológicos, las empresas cántabras que trabajan para Defensa alcanzan un peso específico en alimentación, vestuario y utensilios personales. Pero no hace falta que pertezcan a ninguno de estos sectores para trabajar para Defensa. Hay otros productos que pueden beneficiarse del sistema de intercambios pactados en las compras de armamento al exterior y servicios que por tener un claro componente tecnológico pueden interesar al Ministerio. Un ejemplo de ello es que está buscando empresas capaces de ofrecer un sistema avanzado de descontaminación de suelos.